Hemos elegido una de las profesiones más importantes para la sociedad: la práctica de la pedagogía. Es una exigente y ardua tarea, de aprendizaje constante y de mucha exigencia emocional. Pero que sin duda, tiene una gran recompensa. ¡Reflexionemos juntos a lo largo de este sendero!
Etiqueta: Historia de la Orientacion Escolar en Colombia
Desde el punto de vista de la pedagogía, al tenor de la ontología de la Orientación como Campo de conocimiento disciplinar, sobre la base de la historia -particularmente en el origen de la Orientación en Colombia-, y enmarcado en la norma -Ley General de la Educación y el Decreto1860 de 1994- existe en este país un sentido en nuestro quehacer como orientadores en una Colombia que sea capaz de pensarse a sí misma y no sea “Una nación a pesar de sí misma”. Una nación que ha decidido renunciar a la guerra y a la violencia para abrirle paso a la paz.
En ese marco discursivo y de praxis no cabe el pensamiento de una orientación por funciones porque las funciones reducen la complejidad la orientación como un ejercicio con componentes pedagógicos, ontológicos, históricos, éticos, epistemológicos y de conocimiento disciplinar; a unas actividades simples, estáticas, mecánicas e instrumentales en una realidad compleja, caótica y nada funcional que se niega a ser asida.
La Resolución 1084 del 26 de febrero de 1974 crea el “Servicio de Orientación y Asesoría Escolar” para los establecimientos educativos oficiales del país por considerar que era el “medio más indicado, para llevar a cabo la tarea de prevención primaria de las enfermedades mentales, trastornos emocionales y perturbaciones psicosomáticas”. Es importante destacar que las instituciones públicas alcanzaban altos índices de afectación pero no en la magnitud que se presentan en la actualidad: de 100 consultas, entre 35 y 40 son de docentes por salud mental, y de estos, el orientador resulta ser el más afectado por el Síndrome de Agotamiento Profesional.
Desde ese entonces hasta la fecha, se pueden compilar muchas funciones, distintas en todo caso a las que actualmente asignan muchos rectores; precisamente porque para la mayoría de los directivos docentes función es sinónimo de tarea, de apéndice y muchos no reconocen a la Orientación como un Campo de conocimiento complejo.
Repartir refrigerios, subir las alertas, diligenciar las inscripciones en el ICFES y en el Ministerio de Defensa, listar a los estudiantes de Servicio Social, entregar informes, reemplazar a directivos en reuniones, atender restaurantes y hasta reemplazar docentes, son funciones establecidas por directivos docentes, apoyados en la parte final de cualquier acto administrativo que termina diciendo: “y las demás que le asigne el rector o director del establecimiento”. Estas actividades no alcanzan a ser siquiera “funciones principales” ni “esenciales” contenidas en el Decreto 1075 de 2015, la Resolución 15386 de 2016 y la directiva Ministerial 50 de 2017.
¿Vale la pena entonces insistir en funciones en una escuela compleja, atravesada por relaciones culturales, emocionales, conocimientos escolares, saberes de sentido común y de poder?
Veamos. El concepto de funciones proviene del Estructuralismo y del Funcionalismo, dos escuelas de pensamiento que emergen con las Ciencias Naturales hace varios siglos. En la historia social de la Ciencia, las ciencias de nivel Antrópico (Vasco, 1990, 15) copiaron el modelo, los métodos y estructuras de las ciencias Bióticas para organizar la sociedad y explicar su funcionamiento. Se asumía, por ejemplo, que la sociedad debía comportarse como el cuerpo humano; que cada órgano social cumplía una función y debía hacerlo como el órgano biológico.
Prácticamente, se intentó hacer una transferencia de la fisiología del cuerpo y de la naturaleza a las relaciones humanas, aspirando a que las organizaciones sociales maniobraran de la misma manera. Si la sociedad o la institución actuaba de manera contraria, sería calificada como disfuncional y hasta “anormal”.
Las revoluciones tecnológicas han logrado calcar, en las máquinas y herramientas, algunos modelos de la naturaleza. El robot, el avión, la vivienda se pueden tomar como ejemplos.. En una caja de cambios, el reverso de un auto cumple una función inconfundible e insustituible en cualquier lugar del mundo.
Pronto, esa entelequia de imitar el funcionamiento fisiológico en lo social, tal cual como lo natural, fue cuestionada y devastada por otras escuelas de pensamiento diferentes al Estructuralismo y al Funcionalismo y al Estructural-funcionalismo. Estas nuevas corrientes de pensamiento, planteaban que la estructura y el funcionamiento de los seres bióticos y abióticos dista mucho de las acciones y la organización humana, puesto esta es dinámica, cambiante, dialéctica, inconmensurable e impredecible.
No obstante, el Estado colombiano, por nombrar un caso, se cobijó en este pensamiento estructural-funcionalista: la administración es lineal y sus funciones son rígidas, tanto que, si algún funcionario las transgrede, hay normas para sancionarlo (en el papel), teniendo en cuenta muchas circunstancias. Esto se ve reflejado en el día a día de los colegios públicos. La atención a un niño que se accidenta dentro del colegio no es función determinada del orientador o coordinador; por solidaridad, humanidad y compromiso con la vida lo debe hacer el docente que presencie la fatalidad, aunque la ley también lo obliga.
En la relación de ser humano con las funciones naturales; si, verbi gracia, un ojo no cumple con la función de ver, no se condena sino que se busca el restablecimiento de la visión por distintos medios. Si una pata, que está criando a sus patitos, muere, éstos quedan desprotegidos. Pero si los patitos se le acercan a una gallina para que los arrope, ésta termina haciéndolos suyos y no se resiste a criarlos junto con los pollitos. Rómulo y Rómulo son otro ejemplo de relación entre mamíferos en torno de las funciones vitales de los seres vivos.
Todo esto para provocar un debate serio y argumentado acerca de si los orientadores debemos guiarnos por funciones o debemos asumirnos como: sujetos de saberes disciplinares variados, intelectuales, trabajadores de la cultura; cuyas acciones giran alrededor tanto del quehacer pedagógico como del sentido de la orientación.
Si tuviésemos funciones, nos asimilaríamos mucho al directivo docente, al funcionario administrativo, al burocrático funcionario público o al operario que cumple tareas específicas en una factoría. Los orientadores no somos administrativos ni lo hemos sido, salvo quienes desconozcan la historia; de ahí que la directiva 50 expedida por el MEN también se ocupó de aclarar y precisar este quehacer, apoyándose en el Decreto 1075 de 2015 y la Resolución 15386 de 2016 para así “evitar que estos docentes tengan funciones administrativas”.
¿Por qué la acción?
Hannah Arendt sostenía, que en la esfera humana hay tres asuntos básicos a saber: la labor, el trabajo y la acción.
La labor es la actividad correspondiente al proceso biológico del cuerpo y está relacionada con necesidades vitales del ser, con procesos circulares orgánicos, con funciones. La docencia no se ejerce en esa lógica.
El trabajo, por su parte, es la actividad que corresponde a lo no natural de la exigencia del hombre. El trabajo proporciona un “artificial” mundo de cosas, claramente distintas del todas las circunstancias naturales.
Entre tanto, la acción es la única actividad que se da entre seres humanos sin la mediación de cosas o materias. Corresponde a la condición humana de la pluralidad, al hecho de que los humanos vivimos en el planeta y habitamos el mundo. La acción es indivisible del lenguaje, por lo que es una actividad que no está referida a materiales sino a la comunicación.
La acción está ligada a las relaciones entre las personas, tiene que ver con la política, con el poder y con el saber. Y la política, al decir de Arendt, es impensable fuera de la sociedad, no tanto como condición sine qua non sino per quan de hombre y de la mujer. Ahora bien, no se debe desconocer que las relaciones humanas, en el caso de la educación, pasan por lo pedagógico, lo emocional, lo político y por lo cultural.
Ricardo Lucio (citado por Mejía, 1997, 211), creador del programa de Aceleración en algunas escuelas distritales, finalizando el decenio de 1990, al referirse a la acción, identificó cinco tipos:
La Acción real, concreta, mediante la cual transformo físicamente al mundo. La Acción representada, mediante la cual reconstruyo mentalmente o identifico en un contexto esos procesos.
La Acción abstracta, mediante la cual no manipulo cosas concretas, sino conceptos, imágenes, resultantes de la cristalización de acciones anteriores, como cuando se saca la raíz cuadrada de una cantidad o se aplica el teorema de Pitágoras. La Acción sobre las cosas del mundo, o acción sobre las personas, que puede transformarse en acción social o inter-acción.
La Acción construida directamente por mí o reconstrucción mental (generalmente valiéndose uno de las representaciones cifradas -tales como el texto o el relato- de las acciones de otros), como sucede en la investigación de los procesos históricos o en la narración.
El ejercicio de la docencia no escapa a la tipología del profesor Lucio. Empero, la Acción sobre las cosas del mundo o acción sobre las personas, que puede transformarse en acción social o inter-acción y la Acción construida directamente por mí o reconstrucción mental, generalmente valiéndose uno de las representaciones cifradas tales como el texto, el relato o de las acciones de otros, como sucede en la investigación de los procesos históricos o en la narración; son las que nos posibilitan, haciendo uso de nuestro propio entendimiento, de nuestra mayoría de edad. Nos permiten pasar de un esquema funcional e instrumental a la acción en una institución escolar compleja, llena de elipsis e hipérboles, que se resiste a dinamizarse a través de modelos instrumentales, operativos proscritos.
En esa línea de ideas, la Acción sobre las cosas del mundo reside en transformar el objetivo de los contenidos del artículo 92 de la ley 115 de 1994 y en el artículo 40 del Decreto 1860, que lo desarrolla, en Acciones.
Los desarrollos que ha hecho el Servicio Civil para las convocatorias de docentes orientadores, los contenidos de las evaluaciones de Desempeño y la Evaluación de Carácter Diagnóstico Formativa, el Manual de Funciones y algunas respuestas a Derechos de Petición -como el del Jefe de la Oficina Asesora de Jurídica de la Secretaría de Educación de Bogotá DC, a una colega el 04 02 2015- y lo concerniente al Manual de Funciones; dejan en evidencia el posicionamiento que han tenido la Ley General de la Educación y el concepto de docente orientador, que efectivamente pesaron en la elaboración de la Directiva ministerial 50 de 2017, sobre el quehacer del docente orientador.
La acción del docente orientador
Acciones en cuanto a Promoción de los Derechos Humanos en la comunidad educativa, contribuyendo con el pleno desarrollo de la personalidad de los educandos en cuanto a:
La toma de decisiones personales
La identificación de aptitudes e intereses
La transformación de los conflictos y problemas individuales, familiares y grupales.
La participación en la vida académica, social y comunitaria.
El desarrollo de valores
Las demás relativas a la formación personal de que trata el artículo 92 de la Ley 115 de 1994.
Acciones relativas al desarrollo de procesos de investigación socioeducativa de manera individual y en colectivo.
Participación activa en la dinamización de los órganos del Gobierno Escolar, Comisiones de evaluación, comités de convivencia y en eventos externos propios del Campo disciplinar (Mesas de orientadores, seminarios, reuniones multisectoriales, cursos, foros, pasantías, comisiones, etcétera).
Prevención de situaciones de violencia en la dinámica de la convivencia escolar.
Atención a problemas relativos al proceso de aprendizaje de los educandos, estudio de caso, trabajo en grupo y con la comunidad educativa.
Compañeras y compañeros: ¡Para avanzar en la Acción es importante asumir la Mayoría de edad! Mayoría de edad en términos Kantianos, es decir, valernos de nuestro propio entendimiento y no dejarnos llevar por la dirección de quienes ignoran el sentido de la orientación escolar y de aquellos que desconocen nuestro quehacer como pedagogos.
El docente orientador no puede ser inferior a su rol de intelectual y trabajador de la cultura. El docente orientador no se puede quedar como El fogonero, en el personaje de Kafka, quejándose y declarándose víctima de las injusticias que comete el capitán (léase el rector o coordinador); le compete empoderarse como sujeto de Derechos, garante y defensor de los mismos.
El docente orientador, con su buena voluntad, con la honradez que lo caracteriza y con el sentido de justicia que lo enfila, debe oponerse a los arbitrios del capitán, tal como nos lo enseña Karl Rossmann. El expulsado, el emigrante que defiende al fogonero, pero que ante las indicaciones y la implacable ley del adoptante norteamericano, se emancipa logrando la protección de un tío materno. Un tío Sam que “le presenta un futuro lleno de oportunidades ilimitadas con tal de no transgredir una voluntad que ha de adivinar en cada momento”.
Ante la situación, se pregunta el joven europeo, enviado por sus padres, a América (Kafka, 2013) como castigo: “¿Qué resulta más tiránico: el cumplimiento de una ley claramente escrita, o la que debemos de atisbar en la mente de nuestro protector?” nos pregunta Karl. ¡En su praxis tiene la respuesta, colega!
José Israel González Blanco
Algunas fuentes consultadas.
Arendt, H (1993). La condición humana. Barcelona: Paidós.
Kafka, F. (2013) América. Barcelona: Fontana.
Lucio, R. (1994). La construcción del saber y del saber hacer. Aportes, (41), 39-50.
Mejía, M. (2015) La sistematización empodera y produce saber y conocimiento. Bogotá DC, ediciones Desde abajo.
La Orientación Escolar es una quincuagenaria dama, que según su registro notarial no nace en 1974, como lo están pregonando algunos herederos; su fecundación acontece en 1954 y de ahí en adelante forma su corporeidad y su carácter de infanta y adolescente, hasta llegar al 22 de enero de 1974, fecha en la cual su progenitor, el Estado, la reconoce como “Servicio de Orientación y Asesoría Escolar”, recibiendo su ungimiento el 26 de febrero del mismo año, en la Pila Bautismal del ministerio del ramo La Orientación Escolar.
En ese periplo de cuatro lustros, figura como una impúber entenada o si se quiere como “hija natural”, suerte que le tocó vivir a muchos colombianos de la época. La hoy quincuagenaria dama, en el momento en que recibe el nombre antes anotado, ya era una joven lista para recibir su ciudadanía a los 21 años de edad tal como era la costumbre.
Sigamos este debate indicando, que la mujer en mención fue una infanta, concebida por unos progenitores que, pese a las adversidades políticas y económicas, le estamparon muchos valores positivos. Siempre vestía el traje limpio de sus principios, la blusa transparente de su accionar, los píes animosos de su recorrido por las aulas, sus ojos videntes de la esperanza, su boca impecable de discursos, sus cabellos cortos pero con ideas largas y profundas, en fin, ha sido una dama pulcra y lo seguirá siendo si y sólo si los mochuelos sigan imprimiéndole el discurso y la práctica pedagógica que exige, en las aguas del océano en que que se bandea.
Antes de proseguir, digamos que a la encantadora fémina la vieron crecer y le ayudaron a vestir muchos colegas. Hubo quienes le allanaron el paso para gatear, también quienes le tendieron la mano para erguirse e iniciar ese largo recorrido que hoy le otorga más de medio siglo de existencia. Otros se encargaron de cuidar su espíritu y corporalidad. Muchos de esos mochuelos, que la custodiaron de los fuertes vientos, de las duras tempestades, de las usuales heladas y de las intempestivas sequias, hoy ya no están físicamente a su lado se han ido parcialmente unos, definitivamente otros, forjando, antes de su partida, huellas indelebles y recuerdos imborrables.
A todos esos colegas va un homenaje, mediante este escrito (dividido en dos partes), pero sobre todo a las orientadoras en ejercicio de la profesión y a quienes han dejado el nido, a las jubiladas y a los familiares de quienes ya partieron. A todos, vivos y muertos, mi perenne gratitud y mi humilde reconocimiento en la celebración de los 39 años, efeméride que rememora el inicio de la mayoría de edad de la Orientación y Asesoría Escolar.
De los genes pedagógicos de la primigenia
El surgimiento de la enseñanza y de la escuela pública tiene sus bases en el pensamiento de personas que han creído, precisamente, que la formación del intelecto y el cultivo de las emociones, el forjamiento del talento, el talante artístico y la axiología, son el pilar que le da sentido a la vida. La paideia y el movimiento de los griegos son uno de los referentes de mayor peso en la historia; de ahí que expresiones como “Conócete a ti mismo” sean tan citadas, por la referencia directa a las potencialidades del ser humano, las cuales le permiten adentrarse en su Yo, para inventariar sus propias capacidades, limitaciones y posibilidades.
Platón, en “La República”, aducía que cada trabajador debería destinarse para desempeñar la ocupación a la cual podría adaptarse con naturalidad. Cicerón, dentro de sus planes educativos, afirmaba: “debemos decidir qué clase de hombres deseamos ser y a cuáles llamados de la vida debemos seguir”*. Es por eso, que hoy se colige, que la pedagogía, como saber teórico-práctico explícito sobre la educación, está condicionada por la visión amplia o estrecha que se tenga sobre la educación y a su vez, por la visión que se asuma del hombre como ser que crece en una sociedad[1]. La Orientación no es ajena a esta postura.
Pascal, abogó por la importancia que tiene la selección inteligente y adecuada de la ocupación. Locke, expresaba: “la naturaleza y aptitudes de los niños deben estudiarse como medio para la determinación de sus capacidades para el aprendizaje”. Podríamos proseguir enunciando los textos de Vives, Rousseau, Comenio, Pestalozzi, Montessori, Freinet, Vigotsky, Piaget, Decroly, Freire, Ausubel, Gardner, Freire, Illich o si se quiere escrutando los modelos educativos: Democratizador, la Educación como Recurso Humano, la Educación como superación de la marginalidad, el Modelo Técnico Científico Liberal, los Modelos Críticos, el Modelo de la Reproducción, el Modelo de Resistencia, los de redes, la Escuela como Aparato Ideológico del Estado, el modelo de la Tecnología Educativa y, por supuesto, el modelo d escuela neoliberal, entre otros, para dilucidar su interés específico por la educación, la pedagogía, la didáctica y en general la escuela; pero esa faena será para verla en otra corrida.
* Algunos de los elementos tomados en este escrito corresponden al trabajo de grado realizado por: SIERRA MIGUESES, Flora Stella. Estudio comparativo sobre orientación y consejería escolar en el sector oficial y privado de educación básica secundaria D.E. de Bogotá. Bogotá : Universidad de la Sabana, 1985.
[1] LUCIO A., Ricardo “La construcción del saber y del saber hacer”. En: Aportes 41. Dimensión Educativa, Santafé de Bogotá: 1994 p. 42.
El parentesco geopolítico de la impúber.
En el itinerario que ha seguido fémina, particularmente en los últimos seis decenios -desde el primer diagnóstico elaborado por la Misión Currie (1949), en la que participaron expertos del BIRD, Fondo Monetario Internacional, la FAO y la Oficina Panamericana de la Salud, pasando por la Misión Lebret (1954); la Misión Alemana(1965); el Proyecto Multinacional de Televisión Educativa (1968), el Modelo de la Tecnología Educativa (1970-84); la Reforma Curricular del 70(Decretos: 088/76 y 1419/78), la Promoción Automática; los Logros, Indicadores y Niveles de Logro (Resolución 2343), las Competencias, los Estándares Curriculares y los Ciclos –los maestros colombianos, inmersos los orientadores, hemos asistido a la implementación de una política educativa, por intermedio del Estado, decidida por organismos internacionales y centrada en la racionalidad económica, forzando a la escuela, al maestro y a los estudiantes a funcionar como una empresa.
Dentro de este alambrado camino, la Orientación y los maestros levantamos la voz para expresar, ante la sociedad y el mismo Estado, nuestro sentir y pensar respecto a la teleología de la educación, la pedagogía, la didáctica y la socialización en la cultura. Esa acción se conoce como Movimiento Pedagógico[2].
Hacia 1957, estando Colombia regentada por una Junta Militar, en el campo educativo, el país empieza a inscribir sus prácticas de la escolarización, en una política de posguerra conocida como la Mundialización de la Educación; política que trajo consigo el concepto de Desarrollo y Planeación; porque hay un viraje de las orientaciones pedagogicistas predominantes hasta 1940 y circunscritas con el Movimiento de la Escuela Activa, hacia las orientaciones economicistas. Se tiene conocimiento de la creación de la Oficina de Planeación en 1950 y se cuenta con el primer diagnóstico de la Educación en Colombia, realizado por Lauchlin Currie(1949), en la que participaron – como ya quedó dicho- expertos del BIRD, Fondo Monetario Internacional, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Oficina Panamericana de la Salud.
La primera Misión para el Desarrollo fue enviada por el Banco Mundial. La orientación economicista toma un auge vertiginoso, apoyada en el marco de relación Economía – Capital Humano – Educación, poniendo esta última al servicio de la formación del recurso humano, para las necesidades del desarrollo económico, privilegiando formas de enseñanza como el entrenamiento, adiestramiento, capacitación e instrucción. Completan este panorama, el Primer Plan Quinquenal de Educación realizado en 1957, bajo la salvaguardia del extinto padre de la excandidata a la presidencia, Ingrid Betancurt y haciendo caso a las recomendaciones de la Misión Currie y de la Misión francesa, en cabeza del padre Lebret.
En el mismo año se creó el SENA. Cuatro años después, se organiza el Planeamiento Integral de la Educación, emanado de Punta del Este, teatro donde se le da alma a la Alianza para el Progreso. En este mismo año se realiza el Primer Plan Quinquenal de Educación, ensamblado en los nuevos conceptos de Democracia y Desarrollo, provenientes del país regentado por los herederos de George Washington.
La fisonomía de la criatura
En Colombia, el desarrollo de la Orientación y Consejería Escolar, en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX, ha tenido sus modalidades, desde los programas dirigidos especialmente a la Orientación Profesional. Los servicios de Orientación contemplaban los objetivos educacionales en el individuo. Estos servicios proporcionan elementos al estudiante en todas las tareas de la vida; ayudándole a definir objetivos razonables, encausar su adaptación en todas las situaciones del devenir y convertirlo en un individuo seguro, integral, autónomo y autorregulador de sus actos.
La orientación no estaba destinada sólo a personas en estado de ansiedad, infelicidad o incapaces de adaptarse a las circunstancias de la vida. La tarea básica de la orientación gravitaba alrededor de la ayuda al individuo, en la transformación de sus posibilidades, en logros y satisfacciones reales.
Modelo de Escuela Alianza. Escuela Juan XXIII Bogotá.
La legislación colombiana permite leer, entre líneas, las siguientes referencias, que hacen parte de una cronología que bien vale la pena escrutar.
El Decreto No. 3547, del 27 de noviembre de 1954, creó seis Institutos de Estudios Psicológicos y de Orientación Profesional.
En 1955, el MEN estableció una oficina, para adelantar estudios concernientes a la organización del Instituto de Estudios Psicológicos y de Orientación Profesional.
El Decreto 1326, del 24 de julio de 1958, reorganiza el MEN y de paso cambia la denominación anterior por la de “Centro de Psicotecnia y Orientación Profesional”, dependiente de la Oficina de Planeamiento.
El Decreto 1637, del 12 de julio de 1960, le da la denominación de: “Sección de Orientación Profesional”, adscrita a la División de Servicios Técnicos.
El Decreto 3157 de 1968 cambia la denominación anterior por la de: “Sección de Orientación Psicopedagógica”, bajo la tutoría de la División de Bienestar Educativo, con la finalidad de estudiar, analizar y proponer soluciones, en lo que respecta a la Orientación Psicopedagógica para Establecimientos de Educación, en colaboración con Entidades y Organismos Asesores del MEN.
El Decreto 080, del 22 de enero de 1974, contempla, que es indispensable ofrecer Servicios de Orientación y Asesoría Escolar en los Establecimientos Educativos. El MEN, en uso de sus atribuciones legales, por Resolución 1084 del 26 de febrero del mismo año, crea los Servicios de Orientación y Asesoría Escolar, para los Establecimientos Educativos Oficiales del país, definiendo objetivos del servicio y las funciones de los profesionales especialistas en el área.
El Ministerio de Educación Nacional, mediante la Resolución 1084 del 26 de febrero de 1974 crea el “Servicio de Orientación y Asesoría Escolar”, para los establecimientos educativos oficiales del país, por considerar que era el medio más indicado, para llevar a cabo la tarea de prevención primaria de las enfermedades mentales, trastornos emocionales y perturbaciones psicosomáticas que, en ese momento, alcanzaban altos índices.
Con la Expedición de la Resolución 2340 del 5 de abril de 1974, el MEN define las funciones y establece, en el artículo 1º: “Para ejercer una mejor prestación del servicio de orientación y asesoría escolar, los establecimientos educativos oficiales contarán con un asesor por cada 250 estudiantes”.
A través de la Resolución 12712 del 21 de julio de 1982 se reglamenta la Orientación Escolar, para los niveles de Educación Básica y Media Vocacional y se asignan las funciones a los Docentes Especialistas en esta área, que en los Institutos Nacionales de Educación Media Diversificada INEM, se han venido experimentando con éxito. En el artículo tercero, de la citada Resolución, se reglamentan los Programas de Orientación Escolar, que deben desarrollarse en los planteles de Educación Básica Secundaria y Media Vocacional: Ambientación Escolar, Asesoría a Direcciones de Grupo, Orientación Académica, Encuentros Formativos de Padres e Hijos, Orientación Vocacional, Programas Especiales de Carácter Formativo, Seguimiento de Egresados, Investigaciones Socio-Educativas.
En 1984, por intermedio del Decreto 1002 del 24 de Abril, se establece el Plan de Estudios para la Educación Preescolar, Básica Primaria, Secundaria y Media Vocacional de la Educación Formal Colombiana. En el Artículo 10, se lee: “la Orientación Escolar debe facilitar a los alumnos la interpretación, integración y proyección de sus experiencias, en función de su desarrollo personal y social. La Orientación Vocacional, como parte de la Orientación Escolar, se debe desarrollar a través de todo el proceso educativo, facilitando al estudiante el conocimiento de sus aptitudes e intereses, de las necesidades que le ofrece el medio, con el fin de que pueda tomar decisiones responsables sobre su futuro”.
En este mismo año, en la ciudad de Bogotá, tuvo lugar el Primer Congreso Nacional de Orientación Educativa, organizado por la Asociación Colombiana de Especialistas en Orientación y Consejería Escolar, el MEN, la Universidad Externado de Colombia y la Oficina de Educación Iberoamericana -OEI -. Los retos propuestos fueron:
* Caracterizar la Orientación Educativa como nueva Pedagogía Renovadora, frente al reto de una nueva educación.
* Reflexionar acerca de las bases para una Renovación Educativa que conduzca a nuevas formas de pensamiento y actuación del hombre colombiano.
* Ubicar el rol de la Orientación frente a una sociedad de cambio, de tal manera que pueda contribuir eficazmente a la formación de un nuevo hombre colombiano y a la cimentación de una sociedad más justa[3].
La Ley 115 de 1994 establece como Modalidades de Atención Educativa, cinco grupos de poblaciones: Personas con Limitaciones o Capacidades Excepcionales, Adultos, Grupos Étnicos, Campesino y Rural y Rehabilitación Social, población hoy integrada a la Educación Formal. Para poder cumplir a cabalidad con los Fines de la Educación planteados por la Ley General de la Educación y sus Decretos Reglamentarios, es necesario retomar el Artículo 3 de la Resolución 2340 que establece: “El equipo de Especialistas de Orientación y Asesoría Escolar”.
El MEN tiene el deber y la función de dar cumplimiento a las normas educativas y no puede ir en contravía de éstas ni de la realidad social de un país convulsionado que convierte a cada escuela en un pequeño país que vive en su interior la crisis del contexto. Es por ello que el Servicio de Orientación y Asesoría Escolar necesita el concurso de todos los profesionales que integran actualmente el equipo de especialistas, para atender las necesidades de los cinco grupos poblacionales. Esta labor no la puede realizar una sola persona, debe estar en manos de equipos de especialistas de diferentes disciplinas.
La Ley 715 y su decreto 1850, haciendo eco del Nuevo Estatuto de Profesionalización Docente (Decreto 1278), explicitan tres elementos preocupantes. El primero, entregarle a los docentes la orientación escolar, sin tener en cuenta la formación disciplinar, haciendo caso omiso de los requerimientos éticos, técnicos, terapéuticos, investigativos y científicos que la atención a niñas, niños, jóvenes y adultos demanda. Se descontextualiza la dinámica escolar atravesada por el conflicto, escenario donde se demanda más la intervención en problemas de familia, violencia grupal, satanismo, suicidio, drogadicción, estrés, desesperanza, fobias, vulneración de derechos humanos, problemáticas que abogan más por su resolución inmediata, que por la SED de conocimientos regulados y legítimamente trasmisibles por el maestro.
Colegio de Quibdó, Chocó
El segundo, desaparece de la Educación Básica Primaria el Servicio de orientación, dejando de lado el valor del mismo en la formación del niño-a, desconociendo las condiciones familiares, afectivas, de socialización primaria y la violencia en que están creciendo los niños y niñas que asisten a la escuela pública, entre otras cosas porque esta última no ha escapado al conflicto armado y de guerra que vive nuestro país. Se olvida del mandato de la Ley 115, que además de estipular unos objetivos para la orientación y el fin de la misma, explicita que cada institución debe contar con orientación escolar, entendiendo por institución no el producto de las fusiones sino los centros educativos existentes en el momento en que se expidió la norma.
Como tercer elemento emerge la potestad que asume el MEN, para definir otros criterios para la asignación de los orientadores. Son criterios que se cimientan en tres ámbitos a saber: parámetro, perfil y funciones. En lo que atañe al primero, la pretensión es acercarlo a 1000 estudiantes por orientador, hecho hoy vivenciado en los colegios del Distrito. Actualmente la norma no derogada es la resolución 2340 del 5 de abril de 1974, en la cual el MEN definió las funciones y estableció -como ya se anotó-: “Para ejercer una mejor prestación del servicio de orientación y asesoría escolar, los establecimientos educativos oficiales contarán con un asesor por cada 250 estudiantes”.
Vista parcial del occidente Bogotá DC.
El perfil contemporáneo de la orientación escolar en el distrito está conformado por diferentes disciplinas, aunque no en colectivo: Psicopedagogía, Trabajo Social, Psicología, Fonoaudiología, Terapia Ocupacional, Pedagogía Reeducativa, Educación Especial, Sociología y algunas licenciadas con especialización en orientación escolar. La pretensión del MEN era dejar solamente a las personas que tenían formación específica en Orientación Escolar; no obstante, en el cuestionado concurso del 2004 no se convocó para este ramo.
Acerca de las funciones, cabe destacar el capricho del MEN, dado que el legislador estipuló los objetivos y el sentido en los artículos 40 del Decreto 1860 y 92 de la Ley 115. Se percibe, además, la intención del gobierno de acabar con la orientación escolar y enviar a esos maestros al espacio natural de proveniencia: el aula de clase. Dos de las secuelas más sentidas, por quienes laboramos en orientación escolar, son las 8 horas dentro de la institución y la desmembración progresiva de los equipos por el retiro de maestros-as orientadores-as, dada la edad de jubilación, la reubicación de otros-as en el aula o como directivos docentes y la renuncia por el acoso laboral.
La orientación vocacional. Una criatura entre la adversidad y la potencialidad
…El trabajo de un intelectual no consiste en modelar la voluntad política de los demás; estriba más bien en cuestionar, a través del análisis que lleva a cabo en terrenos que le son propios, las evidencias y los postulados, en sacudir los hábitos, las formas de actuar y de pensar, en disipar las familiaridades admitidas, en retomar la medida de las reglas y de las instituciones y a partir de esta re-problematización (en la que desarrolla su oficio específico de intelectual) participar en la formación de una voluntad política ( en la que tiene la posibilidad de desempeñar su papel de ciudadano).
Del registro civil de la Orientación Vocacional… Primer punto de vista.
INEM del Tunal, Bogotá DC.
La Orientación vocacional es una criatura que nace en Angostura (Faciolince, 2004) a mediados de 1960. La paternidad se le atribuye a las Escuelas Comprensivas Americanas (Norteamericanas diremos nosotros para ser más precisos) y la maternidad a los colegios INEM. El parto ocurre, luego de que el Ministerio de Educación realizara una ecografía a la Educación Secundaria colombiana. En esa radiografía se encuentra una marcada preferencia por lo académico, tendencia que no es bien vista por las autoridades educativas, influenciadas por las políticas desarrollistas, cuya médula espinal fue la Alianza para el Progreso, transferidas desde los EEUU.
En este ir y venir de acontecimientos, la criatura nace en 19 Institutos de Educación Media Diversificada -INEM-, distribuidos en las principales ciudades del país. Al decir del profesor Alberto Martínez Boom (1994, 130) “los INEM constituyen, al lado del SENA, uno de los casos más importantes de transferencia durante la década del sesenta. Transferencia, en tanto que su diseño obedeció al modelo ofrecido por las escuelas comprensivas americanas”.
Los INEM buscaron constituirse en “centro de demostración”, para apoyar una reforma educativa en el país, cuyos pilares fundamentales estaban en la especialización, la eficiencia y la democracia. En lo concerniente a la orientación vocacional, se esbozaba como una preliminar ventaja que los servicios de orientación y consejería podían ser creados en estas escuelas con la esperanza de que una vez conocido el valor de los mismos, otras escuelas los incluirán también”.
De acuerdo con los estudios del profesor Víctor Manuel Gómez (1995, 54-66): el proceso de Orientación Vocacional fue tomando corporeidad al ser organizado en tres ciclos secuenciales, que contaban con horas específicas dentro de la llamada carga académica: Exploración Vocacional y Elección en los grados 6º y 7º, Iniciación Vocacional en los grados 8º y 9º y Orientación Profesional en 10º y 11.
De ahí en adelante, la criatura fue socorrida con contribuciones de los planes de gobierno y con políticas internacionales, unas ansiando inyectarle anticuerpos para su crecimiento y otras debilitando su estatura. La expansión de la escolarización en los decenios del 70, 80 y 90 retomó partes del modelo de los INEM, en cuanto a los departamentos de orientación escolar se refiere, empoderando esta dimensión en la cultura escolar. No obstante, ya en el ocaso del siglo XX y el los albores del XXI, la reputación de la orientación escolar y Vocacional se ve muy mermada, de una parte por la alteración de los tres ciclos que contenía el esquema inicial y de otra, porque las medidas económicas fueron aminorando los docentes del campo en cuestión.
Podemos correrle el cerrojo a este primer punto de vista aseverando, que pese a los reparos que tengamos con respecto a la criatura, a su consanguinidad y afinidad parental, ésta marcó una pauta, nos aportó neuronas para aprender a gatear y dejó las primeras huellas de ese gateo, para que las generaciones ulteriores contasen con unas aprendizajes claves en el crecimiento de la Orientación. La Resolución 1084 del 26 02 1974, referida en un acápite anterior, es un ostensible ejemplo.
De sus andanzas en el terreno escolar. Segundo punto de vista.
Antes de pisar tierra, la orientación vocacional dentro de un modelo de escolarización diversificado, para el MEN la educación secundaria era negativa y disfuncional, porque su tendencia estaba en posibilitar a los educandos la continuidad en la llamada Educación superior. Al parecer se seguía con el legado del siglo XVIII en cuanto al papel de la secundaria, de preparar para el trabajo intelectual y eso no se veía con buenos ojos en Colombia, porque la intelectualidad estaba reservada para las élites hegemónicas, entre tanto la politécnica era afín a las clases subalternas, evocando dos conceptos gramscianos( García Huidobro, 1978).
No obstante, la educación técnica y vocacional, que surgieron como alternativa de segunda categoría para la clase proletaria en el siglo referido, cobraba relevancia dentro de las políticas que el gobierno de turno quería implementar y efectivamente lo logró. En esta relación de la formación intelectual y la material se vuelve a evidenciar la escisión entre trabajo intelectual y trabajo material, avivando nuevamente ese audaz debate sobre la división social del trabajo y acerca del sentido del intelectual orgánico, volviendo a Gramsci.
Rostro del municipio de Guapí, Cauca.
No sobra recordar en esta breve cronología, que desde finales de los años 60, Colombia se compromete, a través de la firma de un pacto internacional, con la obligatoriedad de la educación primaria, asunto que no ha logrado, porque aún quedan alrededor de 1.500.000 niños y niñas por fuera del sistema escolar. Y desde ese entonces la capital del país, posee jornadas de emergencia, institucionalizándose dos y tres jornadas escolares en los centros escolares oficiales, a cambio de una, tal como lo retoma la Ley General de la Educación.
Dentro de estas andanzas, la Orientación Vocacional hace suya la implementación de instrumentos y estrategias relacionados con la exploración e iniciación vocacional, al igual que la orientación profesional, fomentando el desarrollo de destrezas y habilidades tal como lo rezaban los objetivos del Modelo de la Tecnología Educativa, afirmado en el decenio del 70. Esa identificación de destrezas y habilidades contribuyó notoriamente con la elección de la modalidad (Comercial, Industrial, Promoción Social y Agropecuaria), la carrera y el empleo de los estudiantes del INEM. Estos trajes con que se visten las políticas educativas, exportados por el país del Norte, han tenido sus reproches en Norteamérica (Macedo, 1994), porque allí las políticas educativas por largo tiempo quisieron reducir el aprendizaje a la adquisición de habilidades desprovistas de contenido cultural.
No podemos olvidar que por estos años la teoría desarrollista sigue su curso y junto a ella la preocupación por la satisfacción de Necesidades Básicas, dentro del modelo del estado Keynesiano. Pero no es la mirada de la necesidad tal como lo expone Manfred Max Neef (1989), tampoco como lo despliega Amartya Sen (Morris, 2002), sino es más bien al estilo asistencialista -como ya lo anoté-, respondiendo incluso preguntas no formuladas por los beneficiarios de las políticas educativas.
Escuela de Puerto Nariño Amazonas.
En el terreno educativo, Jacques Delors (1996), ha emprendido una dantesca tarea que culmina con el esbozo de los 4 pilares básicos de la educación en el informe a la UNESCO, por la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI. Esos pilares tienen como núcleo central: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser, afectando sin duda la orientación vocacional de los jóvenes con el discurso y en la práctica e igualmente, priorizando el aprendizaje como necesidad Básica e intentando relegar la enseñanza al sótano de la escuela.
Y, permítanme apuntalar acá, que a finales del 70, los educadores colombianos, dentro de los cuales estamos más del 95% de los orientadores y orientadoras, logramos con la lucha sindical y comunitaria, la promulgación de un Estatuto, que dignificó nuestra situación profesional, laboral, política y familiar (Decreto 2277 de 1979). Esa conquista ha sido marchitada por el estío de un acto legislativo modificatorio del la Constitución de 1991, siendo uno de los vanagloriados el entonces Ministro de Hacienda, hoy presidente de la república: Juan Manuel Santos. El ajamiento de la conquista ha puesto en una amplia desventaja salarial, prestacional y profesional a los nuevos colegas y al magisterio que está ingresando con otro estatuto docente (Decreto 1278 de 2002).
Los años 80, a su turno, fueron el caldo de cultivo de la intelectualidad en el magisterio colombiano, porque al lado de la lucha gremial floreció el Movimiento Pedagógico. Un movimiento en el que los educadores reivindicamos la pedagogía, auscultamos nuestra autonomía como sujetos políticos, empoderamos la profesión como intelectuales orgánicos y creamos nuestros propios medios de divulgación del pensamiento pedagógico y político. Los educadores de Angosta –volviendo a Héctor Abad Faciollince-, dijimos al unísono con Foucault: “La razón de ser de los intelectuales consiste sobre todo en la modificación del propio pensamiento y en la modificación del pensamiento de los otros”. Curiosamente, las Naciones Unidas declararon a estos años como la década perdida en educación.
Los años 90 ven nacer a otra criatura: La Ley General de la Educación y su progenitora la Constitución Política de 1991. El vientre de estas personalidades se llamó: Globalización de la economía y esa situación reincide en las políticas sociales, porque los modelos de desarrollo definen los modelos de asistencia a las personas en campos como salud, educación, servicios y los regímenes democráticos. José Saramago nos dejó en claro, que “vivimos en lo que se puede llamar una democracia formal; pero no sustancial. El problema es que por encima del poder político hay otro poder no democrático que es el económico. Y no podemos decir que vivimos en democracia cuando ésta no dispone de ningún medio para impedir los abusos del poder económico” (Mogollón, 2004). El modelo del estado Neoregulador- como lo define el profesor Alejo Vargas- neoliberalizó la escuela imponiendo, entre otras políticas, unas formas de evaluación enmarcadas no en el discurso pedagógico sino en el discurso de la econometría.
La relación costo beneficio es un ejemplo palmario, que da cuenta de la justificación de un estilo de evaluación en el que el 95% de los escolares, como mínimo, debía ser promocionado, por encima de cualquier consideración ética, pedagógica y profesional del docente, porque el Estado no podía seguir perdiendo dinero en los estudiantes no promovidos, pero con una cortina de humo: abogar por la no deserción de los niños, niñas y jóvenes. Esa justificación tenía y aún conserva fuerza de ley, porque el modelo ha adecuado para sí el aparato judicial.
Es el periodo en que el discurso pedagógico se enrarece con el de la economía. Los objetivos pedagógicos son sustituidos por los logros, los indicadores de logro y años después por las competencias y los estándares. Ante el enrarecimiento pedagógico del cual habla al profesora Olga Lucía Zuluaga, la mayoría de los educadores, a diferencia de la acción política- pedagógica del magisterio de los ochenta, asume una actitud reproduccionista, las resistencia es prácticamente pasiva, incluso en la lucha sindical hay un reflujo.
Estudio publicado por CODEMA
En ese río revuelto, la Salud de los colombianos evidencia la catástrofe de la implementación del modelo de desarrollo según los datos oficiales del 2008, 44 de cada 100 colombianos experimentábamos algún tipo de trastorno mental leve, moderado o severo. En esa lógica arbitraria, por cada 100 escolares, un curso como el modelo que ha impuesto el Ministerio de Educación Nacional y la Secretaría de Educación Distrital (mínimo 40 estudiantes), sería motivo de intervención por los organismos de salud. Si un colegio tiene 3000 educandos matriculados, 1320 tendrían trastornos de salud mental, es decir, 33 cursos de 40 alumnos. De paso apuntemos, que en esos informes del Ministerio de Protección Social, se resalta un ascenso del 400% de la consulta siquiátrica y sicológica de los niños, niñas y adolescentes.
La situación de los educadores no es nada alentadora. De los escasos estudios sobre salud mental hechos a docentes, las universidades Nacional de Colombia, los Andes y la Javeriana señalan, que la dimensión del SAP más frecuentemente reportada como alta es el cansancio emocional: 43.9% de los docentes reportan valores altos o medios en falta de realización personal; 49.8%, en despersonalización, y 57.4%, en cansancio emocional. Y por lo menos 25% reportan alto en cualquiera de estas dimensiones. Concuerdan los datos con los reportes de las EPS, en lo relativo a la consulta siquiátrica y sicológica, en un estimativo de 25% a 30% en los últimos 3 años (Ospina, González B.y otros, 2009, 41-60).
Y podría seguir enunciando abstracciones de la realidad colombiana, para debilitar el romanticismo de quienes creen ingenuamente que el asunto de la Orientación Escolar y Vocacional está en hacer transferencias de modelos, tal como acurró con los INEM, el Diseño de la Tecnología Educativa, las Guías Alemanas, la Promoción automática, los Logros e Indicadores, las Competencias, los Estándares y ahora los Ciclos, políticas en las que los Técnicos del Saber Práctico y los intelectuales serie C, como los denominó Sartre, nos han querido desconocer como intelectuales, porque nos dicen qué es lo que debemos hacer. “¿Con qué derecho podría hacer esto un intelectual? – preguntaría Foucault. “Basta con recordar todas las profecías, promesas, exhortaciones y programas que los intelectuales han llegado a formular durante los dos últimos siglos y cuyos efectos conocemos ahora”.
En este complejo panorama, algunos de lectores del documento, percibirán un ligero aire de pesimismo. Pero «no soy un pesimista, soy un optimista bien informado». No obstante, comparto la apreciación de Saramago cuando asevera que los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay. Trátese de pesimistas o de optimistas, el contexto no se puede desconocer y parte de lo expuesto hasta acá es palpable en la escuela y en la sociedad colombiana. Aquí, como lo dijo el escritor Moreno Durán: “Todos nacemos sospechosos y morimos culpables”
Bueno, intento cerrar este aparte recordando la anécdota de un estudiante de grado 11, quien en una sesión de Orientación Vocacional, en la que enfatizábamos en la elección de una carrera universitaria, como parte del llamado proyecto de vida, él joven se levantó de su silla y dijo: “¿De qué proyecto de vida hablan tanto ustedes, por qué nunca hablan de la muerte, acaso ella no hace parte del proyecto de vida de muchos jóvenes que se están suicidando? Y me perdonan que yo les diga esto orientador y compañeros, pero es que como vamos, yo creo que yo no alcanzó a sacar mi cédula… y les pido que no me pregunten por qué?”
La verbalización hecha por el joven interpelaba el estado de morbilidad en que se hallaba. Era el grito de la desesperanza ante un estado indolente, ante una sociedad cómplice y ante una actitud humana esquizofrénica en el discurso, porque poco y casi nada se sabe hoy por los benefactores del derecho a la educación. El hambre tiene un color pálido, la pobreza un sabor amargo, la ignorancia es sórdida y la salud posee una mirada agónica en los niños, niñas, adolescentes, jóvenes, docentes, padres y madres de familia.
En el decenio del 60, cuando el país más rico del mundo empezó a redescubrir la pobreza, un académico escribió: “Es bastante malo que un hombre sea ignorante, ya que ésto lo priva de la comunicación con el pensamiento de otros hombres. Es peor tal vez que un hombre sea pobre, ya que ésto lo condena a una vida de limitación y desvelos en la que no hay tiempo para soñar ni tregua para el agotamiento. Pero con seguridad es mucho peor que un hombre no tenga salud, ya que esto le impide luchar contra su pobreza o su ignorancia”. Por ese mismo tiempo, Alvin Tofler (1971), le advirtió al mundo acerca de estas crisis en su estudio: El Shock del futuro.
De las andanzas de la Orientación Escolar y Vocacional se puede inferir, que el Estado ha sido un padre irresponsable con esta y con otras criaturas creadas y adoptadas, porque no les ha suministrado los satisfactores adecuados a sus necesidades; por el contrario, ha castigado a los nacionales sometiéndolos a la odisea de la pobreza (65%), al maremágnum de la ignorancia, al flagelo de la violencia, a la pesadilla del desempleo, al abismo de la enfermedad y la condena de muerte. No obstante, ante tanta adversidad, la criatura ha tenido la virtud de mirar la realidad con mucha imaginación y eso le ha posibilitado sobrevivir ante la angustia tanto física como sicológica, nacida de la sobrecarga de los sistemas físicos de adaptación del organismo humano y de sus procesos de toma de decisiones.
El rejuvenecimiento de la criatura. Tercer punto de vista
No todas las bajas en la guerra son por muerte. La orientación vocacional sigue viva, pero endémica, La solución no es atacar síntomas sino la etiología de sus males. Por eso, un modelo de orientación vocacional debe partir de los aprendizajes que ha tenido la criatura a lo largo de casi medio siglo. También debe acogerse al contexto histórico, social y político que estamos viviendo, no podemos seguir intentando transferir enfoques impertinentes. Simón Rodríguez sostenía: ¡O inventamos o erramos!
Requerimos inventar y tenemos con qué, porque somos intelectuales orgánicos, no somos operarios de un sistema, ni Técnicos del Saber Práctico, volviendo a Sartre. García Márquez (2003) nos recuerda que los colombianos disfrutamos de la expresión superior de la inteligencia humana: la creatividad y de un don intermedio que merece nuestra atención, se trata – apunta él- “de una plasticidad extraordinaria, para asimilarnos con rapidez en cualquier medio y aprender sin dolor los oficios más disímiles.”
En estos casi cinco decenios de existencia de la Orientación Vocacional en Macondo se requiere no solamente retomar su iniciación en los primeros años de bachillerato sino extenderlo a la primaria y recuperar la infancia para la pedagogía y no para el asistencialismo, porque en Colombia uno de los flagelos serios es tener a la primera infancia, a los más pobres -económicamente hablando-.a merced de las madres comunitarias y no en la mente, en el corazón y en las manos- como diría Pestalozzi- de los mejores licenciados y especialistas de preescolar. En estas condiciones la vocación nace muerta, porque los talentos no se potencian sino que se desperdician, es lo que Giroux (1994) denomina la Pedagogía del engaño.
El rejuvenecimiento de la criatura tiene mucho que ver con no dejar para tarde, como siempre se ha hecho, al menos en la educación pública, el desarrollo de las habilidades, el cultivo de las emociones, la potenciación del pensamiento y la producción de conocimientos. En Colombia necesitamos profesionales si no felices por lo menos altamente satisfechos de la profesión que han escogido, del oficio que cumplen, y para ello es necesario que la educación no nos dé solamente un recurso para el empleo, una fuente de ingresos, sino un ejercicio que permita la valoración de nosotros mismos, a través del arte, la ciencia y la tecnología tan descuidadas en nuestro sistema educativo.
Pensemos por un instante en la felicidad que suele dar a quienes practican las artes: los músicos, los actores, los pintores, los escritores, los inventores, los jardineros, los decoradores, los cocineros, y la de incontables y apasionados maestros y maestras, y lo comparémoslo con la tristeza que suele acompañar a cierto tipo de trabajos en los que ningún operario siente que se esté engrandeciendo humanamente al realizarlo. Las ofertas de articulación de la educación Media con la superior no contemplan estas carreras que promueven la felicidad. Nuestra época, que convierte a los obreros en apéndices de los grandes mecanismos, en seres cuya individualidad no cuenta a la hora de ejercitar sus destrezas, es especialmente cruel con millones de seres humanos.
La orientación escolar y vocacional no debe propender porque los estudiantes escojan profesiones rentables sino porque la profesión o el oficio que prefieran lo vuelvan rentable, precisamente por el hecho de que se la ejerce con pasión, con imaginación, con placer y con recursividad. Podemos aspirar a que no haya oficios que nos hundan en la pesadumbre física y en la neurosis, tal como viene ocurriendo en el mundo. “El crimen es falta de patria para la acción, la perversidad es falta de patria para el deseo, la locura es falta de patria para la imaginación”, sostenía Estanislao Zuleta. La orientación Vocacional puede seguir ayudando a construir patria para la imaginación, patria para el deseo y patria para la acción
Mantengámosle un buen traje a la criatura…
A las personas se les trata de acuerdo con su manera de ser y de vestir, se dice en Colombia. La Orientación escolar y vocacional siempre ha mantenido un buen traje, aunque los malos vientos y los inclementes soles han querido corroerlo y descolonizarlo. Ante esa adversidad, el cuerpo que sostiene esa vestimenta no ha dejado ceder el traje, porque su consistencia ética y epistemológica potencian el ser y el quehacer nuestro.
Las orientadoras y los orientadores del mundo no podemos desconocer que el suelo por donde camina la criatura no está hecho para que colaboremos con los otros, sino para que siempre compitamos con ellos, y nadie ignora que hay en el modelo educativo una suerte de lógica del derby, a la que sólo le interesa quién llegó primero, quién lo hizo mejor, y casi nos obliga a sentir orgullo de haber dejado atrás a los demás. A ese derby nos viene impulsando la privatización de la educación y el mercado de la misma, lógica ante al cual la orientación escolar debe gritar todo lo que las demás criaturas callan, porque sus pulmones son potentes para ello y su voz siempre es y será escuchada.
“Creen los que mandan que mejor es quien mejor copia”, dice Eduardo Galeano. Los orientadores no somos mejores por copiar sino por ingeniar y por inspirar. La orientación vocacional debe ser eso, no un discurso alienante y rimbombante sino un acto de inspiración. William Ospina (2010) se interroga en su artículo: Preguntas para una Nueva Educación: ¿Sí la lógica deportiva del primer lugar es la más conveniente en términos sociales? Y la pregunta tiene asidero sobre todo, porque no toda formación debe buscar individuos superiores, hay por lo menos un costado de la educación cuyo énfasis debería ser la convivencia y la solidaridad antes que la rivalidad, la competencia y el ser exitoso-a. La conviviologìa sería uno de esos costados.
La Orientación Escolar y vocacional ene este casi medio siglo, no solamente ha abierto un camino sino una autopista, no simplemente ha aportado granitos de arena sino glebas de la misma, exclusivamente ha aprendido a vivir como ser acuático, terrestre y aéreo, sino que se ha provisto como ser anfibio, porque se mueve en los distintos lenguajes. A lo largo de esa autopista, al interior las glebas, en lo alto de los aires, en lo profundo de las aguas y en espinoso lado de la plataforma continental, todavía nos queda un país de fondo por descubrir en medio del desastre, una Colombia secreta que ya no cabe en los moldes que nos habíamos forjado con nuestros desatinos históricos.
Las orientadoras y los orientadores no podemos olvidar, que Colombia está aprendiendo a sobrevivir con una fe indestructible, cuyo mérito mayor es el de ser más fructífera cuanto más adversa. Y ese es el terruño donde la criatura ha nacido, ha crecido, se ha desarrollado, se rejuvenece, es la patria en la que debe seguir vigorosa su caminar, lenta pero segura o a ritmo de caracol: sin prisa pero sin pausa.
Bueno, y no encuentro mejores palabras para honrar a la quincuagenaria dama que evocando al escritor de Aracataca, para advertir que: «La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla». En ese sentido, confieso que los heterogéneos relatos puestos en este primer documento y en el que aparecerá la próxima semana, no son más que un recuerdo parcial de las vivencias en el ejercicio del Trabajo social, en el escenario de la Orientación escolar; por lo tanto, la narrativa obedece a unos momentos históricos específicos y así debe comprenderse.
Con Eduardo Galeano en Cartagena/97
El sentido de su publicación se puede precisar con la ayuda de Eduardo Galeano cuando asevera que «la única manera para que la historia no se repita es manteniéndola viva», sobre todo para quienes están ingresando al magisterio y para quienes cursan estudios en la normal y en la universidad. En este lisonjero recuerdo faltan muchos episodios del pasado y del presente, sobre todo del último lustro. Sobre esas carencias, no dudo, que los lectores y sobre todo los orientadores coadyuvarán con sus narrativas, para completar la obra y demostrarle a la encantadora dama que: “El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace”. Y esta es una demostración de querer lo que uno hace.
José Israel González Blanco
El Legado en el Distrito Especial y Capital (próxima entrega)
* Algunos de los elementos tomados en este escrito corresponden al trabajo de grado realizado por: SIERRA MIGUESES, Flora Stella. Estudio comparativo sobre orientación y consejería escolar en el sector oficial y privado de educación básica secundaria D.E. de Bogotá. Bogotá : Universidad de la Sabana, 1985.
[1] LUCIO A., Ricardo “La construcción del saber y del saber hacer”. En: Aportes 41. Dimensión Educativa, Santafé de Bogotá: 1994 p. 42.
[2]Merece especial atención recordar que por este tiempo el magisterio colombiano incursionó en una acción política denominada Movimiento Pedagógico de la cual se obtuvieron muchas enseñanzas, entre otras la capacidad organizativa e impulsora de prácticas distintas a las impuestas por le MEN y los organismos multilaterales. Ver RODRÍGUEZ, Abel y otros (2002). Veinte años del movimiento pedagógico 1982-2002. Entre mitos y realidades. Bogotá: Cooperativa editorial magisterio/ Corporación Tercer Milenio. También la revista Educación y Cultura, legado de esta acción de los maestros y maestras de Colombia.
[3] SIERRA MIGUESES, Flora Stella. Estudio comparativo sobre orientación y consejería escolar en el sector oficial y privado de educación básica secundaria D.E. de Bogotá. Bogotá: Universidad de la Sabana, 1985.
Historia de un león que no glorifica al cazador: el ingreso al magisterio y otros.
El ingreso al magisterio…
Fotocopia del diploma de Maestro
Otorgado el título de maestro y con la nostalgia en el hombro, porque ya la brújula mostraba otro Norte en el sentido de la vida del nuevo educador, y con un duelo sin elaborar por el abandono forzado de un grupo de adolescentes, con quienes compartimos muchas vicisitudes, departimos pasaderas alegrías, saboreamos las primeras cervezas, jugamos tejo y billar para celebrar las ganancias académicas y con quienes desafiamos la franja azul y roja de la política, para acceder a la amarilla, huelga decir a la izquierda, a través de la Unión Nacional de Oposición UNO, en un acto significativo cual fue pegar con engrudo, a altas horas de la noche, los carteles de ese movimiento, sobre los pañetes de las vetustas paredes, en cada uno de nuestros pueblos natales.
Avenida principal de Sativanorte, Patria Chica del autor..
Con eso y con la ilusión de conseguir empleo en la Secretaría de educación de Boyacá, sin la ayuda de los politiqueros en los que confiaba mi padre, arriesgo la aventura de trabajar en el recién fundado colegio de San José de Pare, haciendo un reemplazo a una maestra de un colegio de Duitama, quien por fallas en el ejercicio de su quehacer fue traslada de manera discrecional. Ahí no se contaba todavía con el Estatuto Docente, hoy en proceso de marchitamiento…
La revuelta de los estudiantes de primero bachillerato
El colegio tenía 52 alumnos en grado primero de bachillerato, con edades oscilantes entre los 12 y los 17 años, provenientes del área rural la mayoría y del casco urbano la minoría. El rector era un presbítero, el profesor de danza un cabo de la policía, el juez enseñaba cívica y sociales, la secretaria del colegio estaba a cargo de la asignatura de contabilidad, el jefe de grupo asumió la Educación Física y el maestro en cuestión, cubría las demás áreas y asignatura, sin ninguna especialización disciplinar. El horario y el plan de estudios no escapaban a los cánones implementados por la Secretaría de Educación Pública de Boyacá (SEPB).
La forma de vinculación laboral no permitía obtener el salario sino meses después de culminada la licencia; por lo tanto, el maestro debía jugárselas para sobrevivir. Mi sobrevivencia contó con la benevolencia de padre rector quien, con el apoyo de su madre, posibilitó mi estadía en la casa parroquial, con el compromiso de pagar una vez recibiera los emolumentos.
Parque de San José de Pare. Tomado de es.wikipedia.org
Pero como el naciente colegio era municipal, la junta directiva que auspiciaba su funcionamiento, cursó una propuesta al Concejo para inyectarle recursos, uno de ellos una asignación mensual para el forastero educador. El cabildo debatió en varias sesiones la iniciativa sin los resultados esperados por la comunidad educativa, llegando a exacerbar los ánimos del medio centenar de estudiantes, frenesí que los conduce a tomarse el colegio, curiosamente, el Día del educador.
La conmemoración de esa solemne fecha, la primera en mi ejercicio, fue muy tensa, porque estuvo amenazada por un “canaso” que la alcaldesa tenía preparada para el novel maestro, como retaliación por la toma del colegio y por el choque de poderes entre las franjas roja de la alcaldía y azul del clero. ¡Casi me gano el segundo carcelazo!, porque los estudiantes, por primera vez en la historia de esa municipalidad, subvirtieron el orden con una marcha enarbolada con letreros, hechos con tiza sobre cartones, tablas y en las paredes de las jardineras del parque. Los refuerzos de la policía proveniente de municipios cercanos no demoro en llegar para confrontar a la turba.
No alcanzaron a transcurrir 6 meses de grata estadía en el primer municipio panelero de Boyacá, cuando una soleada mañana el padre rector notificó mi suspensión en el ejercicio del magisterio, por mandato del jefe de Educación Media de la SEPB… La resistente maestra, a quien reemplazaba, agotó el tiempo y tuvo que ocupar su cargo en el colegio, para evitar la destitución… Con el corazón desgarrado, emprendo un nuevo éxodo, esta vez al Magdalena Medio, paraje poco apetecido por los maestros, por el clima malsano, la violencia y la lejanía…
De paso por Otanche y Saboyá: La escuela rural.
Del paso por Otanche, adjunto el relato que se puede leer en el libro: Saboyá: Campesinos, violencia y Educación, editado por Códice en el año 2008 y cuya autoría es la de un maestro referente, quien fue artífice en la toma de muchas de mis decisiones en el campo educativo.
Mientras acceden al declarado texto, comparto con ustedes la primera preocupación que asaltó mi saber pedagógico obtenido en la Normal y que no distaba de la situación en la que vi desenvolverse a mi maestra de primero elemental: ¿Y cómo se hace para trabajar con tres cursos, con niños huérfanos de padre en un alto porcentaje, por efectos de la violencia política y literalmente sin cuadernos…si en la anexa se practicaba solamente con uno, en un salón de ladrillo, cemento y estuco, con unos pupitres individuales, con reglamento, con unos niños uniformados, de edades similares según los grados, con baños, bombillos, tablero, tiza, franelógrafo, libros de registro, sin machetes ceñidos a la cintura, sin sombreros, llegando a la hora indicada?…
Otanche me posibilitó enseñar con la cartilla Charry, el catecismo Astete , conocer las Guías Alemanas, una para cada grado, de colores distintos, con indicaciones generales para cada área, actividades y contenidos, para que el maestro desarrollara. El siguiente es el relato sobre la experiencia en Otanche.
Guías alemanas.
«Enclavada en el lomo de la cordillera Oriental, cerca de una quebrada cuyo referencia homenajea el nombre de una peligrosa serpiente de la región, colindando con una Serranía, la cual lleva un nombre que evoca el sexo masculino, distante en tiempo 8 horas a “macho tobillo” o “a lomo de mula” del casco urbano de Otanche, atravesada por un legendario camino de guaqueros y habitada por no más de 15 familias de colonos provenientes de los departamentos de Caldas, Antioquia, Cundinamarca, del mismo Boyacá, se halla la vereda de Sábripa».
Allí, en ese exótico lugar, hábitat de variedad de loros, pequeños tigrillos, escalofriantes serpientes, sosegados Güios, hipnotizadores cocuyos, ponzoñosas arañas, aguijoneantes zancudos, hostigantes mosquitos, apetitosos marsupiales y ratas de campo, la exuberante flora y palmas de Cachipay, bajo los cuales crece el cafeto, el cacao y unas pocas plantas frutales, allá en ese pedacito de Macondo, existió una escuela pública, institución que en el año 1977 albergó en su seno a un maestro, formado principalmente por los abuelos maternos, por las reverendas hermanas de la Presentación y del Rosario, por presbíteros parroquiales y por Radio Sutatenza.
La cartilla Charry
“La escuelita”, como cariñosamente le denominaban los educandos, antes de la llegada del relator de este texto, no contaba con educador, dado que hacía más de un año había partido a un lugar desconocido huyéndole al temor causado por una masacre contra 11 campesinos de la vereda, originada por el simple hecho de ir en la búsqueda del cadáver de otro de sus convecinos. El Comisario, angustiado porque un miembro de la vereda llevaba más de 5 cinco días perdido, convocó a varones mayores de edad para ir tras la búsqueda de su cadáver, pero su intencionalidad se convirtió en tragedia: de los doce exploradores solidarios, sólo sobrevivió uno: Don Lucio, quien luego de tres días de permanecer parapetado en unos rastrojos de un pasto nominado gordana, logró retornar a su apesadumbrada morada para notificar a su prole y al vecindario de la luctuosa noticia. La situación se tornó tan espeluznante, que sólo después de 6 días el ejército y las autoridades judiciales incursionaron por aire y tierra al lugar para abordar el problema.
El tiempo pasó, los noticieros de radio y prensa registraron el fatídico acontecimiento, la escuela se quedó sin su maestra, las viudas subsistieron ante el desamparo de los esposos, los niños y niñas padecieron la orfandad de sus padres, los cultivos se marchitaron ante la ausencia de sus labradores, el temor se apoderó de los pocos habitantes que se resistían a desertar de sus parcelas, pero la vida y el universo no se detienen ente el disparate de los humanos. Aquí, contrario al relato de García Márquez, los muertos no se quedaron solos, se fueron y las viudas se quedaron con su prole, con su tierra, con la escuela, con el dolor y con los inolvidables recuerdos de sus consortes.
Casco urbano de Otanche. otanche.blogspot.com
Nuevamente los pobladores de la vereda, en este caso las mujeres, hoy denominadas “cabeza de familia”, se aferraron a la esperanza, recogieron las banderas de sus cónyuges, levantaron la autoestima de su progenie y siguieron adelante. Es así como recurrieron a la jefatura de grupo para solicitarle el envío nuevamente de un profesor. Curiosamente, la Secretaría de Educación de Boyacá, en días anteriores había conseguido ubicar en la Escuela Cayetano Vásquez del municipio antes citado a un maestro, como recompensa por los servicios prestados durante 6 meses de interinidad ininterrumpida en el naciente colegio del también municipio boyacense de San José de Pare, Centro Educativo que ya cumplió sus Bodas de Plata.
La escuela, cuya denominación honra al famoso territorio Vásquez, lugar donde han brotado las esmeraldas más finas del mundo, territorio escindido por alguna divinidad en dos elevados cerros: Fura y Tena, garganta por donde circula el anchuroso río Minero, tierra de mucha fertilidad y prometedora de progreso, no dejó que este arriesgado maestro se estrenara como tal en la educación primaria, pues recientemente un Nissan Patrol, de propiedad de un minero, atiborrado de guaqueros y campesinos, había sido asaltado en cercanías a Coscuez, feneciendo 15 de sus ocupantes. Un nuevo éxodo se escribía en las páginas de la historia del Territorio Vásquez, esta vez al píe de la institución erigida en memoria del insigne personaje.
Esmeraldas de Coscuez. El Espectador
Paradójicamente, el siniestro de Coscuez, implícitamente devuelve la esperanza a los moradores de Sábripa. Así, entre calamidad y calamidad, sigue el periplo de un recién graduado maestro, ensamblado con el Modelo de Tecnología Educativa[1], por una psicopedagoga, licenciada en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
Una vez superada la inestabilidad en la ubicación del desventurado extraño, un grupo de campesinos arriba al casco urbano el sábado, con sus mulas cargadas de café y cacao. El jefe de grupo está expectante para darles la buena nueva. Uno de los campesinos lo contó en los siguientes términos: “les tengo una maravillosa noticia, tomémonos una y se la suelto. Miren, llegó un muchacho del interior nombrado para Cayetano Vázquez, pero allá no se puede dejar porque hay mucho peligro, entonces le dije que podía ir a Sábripa y no me dijo que no, porque él no se podía devolver para Tunja, porque conseguir una vacante por esos lados es difícil. Yo les pido el favor de que destinen una mula para que lo lleven, le den comidita porque apenas, si desayuna no almuerza ni come, allá lo tengo durmiendo en mi pieza, pero sobre unos periódicos, porque yo no tengo más camas… Ustedes verán”.
Entre cerveza y cerveza cuajó la conversación y efectivamente el día del Señor, a eso de las 9:30 partieron los campesinos loma arriba con su maestro. Fueron 8 horas sentado en una silla vieja, sin zamarros ni jáquima; pues estos aparejos no se requerían para avanzar en un camino quebrado, que parecía un sendero con escalinatas naturales apostadas a lo largo de la distancia. En el momento de pasar por la Serranía de las Quinchas, el cuerpo del andariego sintió un frío de nostalgia por la asignatura de Geografía de Primero de Bachillerato; pues allí, en una de las clases había aprehendido la existencia de ese accidente orográfico, pero nunca se imaginó conocerlo y menos ir a trabajar de manera cercana. También comprendió, que en los mapas los ríos no corren de para arriba, como lo señalaba el profesor con la varita, ni tampoco que los accidentes estaban acostados como lo indicaba el plano, eso no era otra cosa que analfabetismo geográfico y orográfico.
Pasado el meridiano, atravesamos la Serranía, circundada por la quebrada La Cobra. A esa hora el estómago bramaba del hambre, anunciando el inicio de la úlcera y cultivando el cuerpo para la amebiasis que a diario hace recordar la travesía por esa región. Agua no se podía ingerir porque, al decir de los campesinos, “hacía daño tomarla cruda”, debido a la intensidad de los minerales y la impureza de la misma. A eso de la hora nona fue divisada la escuela: una construcción de madera, cubierta con latas de zinc, en la mitad de un potrero donde pastaban tres vacas, con piso de tierra sobre el cual reposaban 6 bancas diseñadas por las personas de la vereda, con tabla de la misma jungla, sin ningún servicio público domiciliario, al igual que las pocas casas del contorno.
A los niños, les tocaba adentrarse en la selva para poder satisfacer necesidades fisiológicas, permitiéndole al viento, de esta manera, acariciar los glúteos de los huérfanos de padres y de los otros niños de Primero, Segundo y Tercero de Primaria. Luego de un vistazo rápido, la marcha continuó media hora más hasta llegar a la vivienda de don Lucio, anfitrión encomendado por el jefe de grupo. En el tránsito por la región, la gente preguntaba por la presencia y procedencia de ese forastero de cuerpo menudo, de cabeza rapada, con semblante de enfermo y con cara de aburrido. Los arrieros en voz baja y con sutileza comentaban que era el nuevo profesor. Las madres, viudas en su mayoría, daban paso a los preparativos para enviar el lunes a sus hijos al ritual de la escolarización. Los pequeños se secreteaban, no podían ocultar la alegría que les producía volver a la escuela y efectivamente, el lunes la casita de zinc y paredes de madera volvió a tener otra vida.
El maestro, partero de un “saber docente”
Escuela rural de Sábripa en el pulmón de las selva.
Mientras una nueva forma de vida comenzaba para los pequeños y pequeñas de la vereda, una muerte súbita se anunciaba para el Normalista Superior. La primera pregunta que rondó la cabeza del maestro fue ¿Y cómo se hace para trabajar con tres cursos, si en la Normal enseñaban solamente con uno, en un salón de ladrillo, cemento y estuco, con unos pupitres individuales, con reglamento, con unos niños uniformados, de edades similares según los grados, con baños, bombillos, tablero, tiza, franelógrafo, libros de registro, sin machetes ceñidos a la cintura, sin sombreros, llegando a la hora que pueden y literalmente sin cuadernos? Ahí empezó la muerte del modelo de la Tecnología Educativa y el Diseño Instruccional, ropaje con el cual se cubrían las prácticas y se le daba colorido al discurso pedagógico implementado en la Normal de la Presentación de Soatá, dando paso al nacimiento de aquello que Elsie Rockwell[2] denominó saber docente, es decir, el quehacer cotidiano de los maestros y maestras diferente al discurso normativo de la pedagogía. Evocando a Berstein[3] podría leerse como la coexistencia de las pedagogías segmentadas, las del día a día, no las prefiguradas en la Educación Formal.
El contacto con una escuela, que a posteriori se parecería mucho al programa Escuela Nueva, que por cierto en ese año se inauguró en Colombia, ha posibilitado cuestionar el esquema de formación de maestros desde la Normal a la Universidad, llegando a colegir la presencia de una esquizofrenia educativa, porque las instituciones formadoras de maestros se han quedado en un discurso respecto a las tipología de los alumnos homogéneos, desconociendo en gran parte la cultura y las características sociales de los niños y niñas de cada región del país. ¿En cuál normal le han enseñado a los maestros a trabajar simultáneamente con tres grados? El referente sigue siendo EEUU y Europa, dejando a merced de nadie los escolares macondianos.
Otra de las actividades de la mujer campesina.
El contacto con Sábripa pone en cuestión la ingenuidad cultural y política en que se forma a los maestros y maestras colombianos, pues en ninguna de las clases ni en ninguna práctica, salvo alguna excepción, se le advierte al maestro la existencia de disimilitudes y adversidades como las encontradas en la vereda; pues allí, el almuerzo, por ejemplo, lo llevaba un estudiante luego de recorrer casi una hora para llegar a casa, media hora para engullir la ración y desarrollar una tarea agrícola y otra hora retornado al establecimiento. Pasado ese lapso, asomaba el escuelante con una chuspa envolviendo unas hojas que cubrían un plato ocupado con yuca, plátano cocido, ñame, carne y un tarro con agua café, ese era el almuerzo que todos los días dilapidaba el profesor.
La experiencia con Sábripa, incita también a interpelar el Derecho a la Educación, sobre todo en estos tiempos en los que el Modelo Neoliberal viene aniquilando las ganancias de la escuela expansiva de los años 70s y 80s, y la necesidad de formar unos docentes para unas tipologías de alumnos distintas a las de otrora, pues la influencia de la industrialización en la vida rural, la aculturación y la incidencia de la vida urbana, han creado nuevos estereotipos de educandos, merecedores de estudios serios por parte de quienes se dedican a la formación de maestros y maestras y de los mismos candidatos a ser docentes.
Vía de acceso a Otanche.ww.excelsio.net/2010
Vivir por más de un año en un lugar como el que se acaba de describir, superando inclemencias climatológicas, quebrantos de salud y reveses sociales; observando que la escuela estaba en medio del conflicto, porque los grupos armados cruzaban por allí y porque el mismo ejército tomaba su territorio para acampar, pernoctar y entrenar a su soldados; sintiendo que lo aprendido no respaldaba una práctica pedagógica acorde con las exigencias del medio; sometido a un régimen alimenticio, donde el desayuno era un plato colmado con 20 0 30 chontaduros extractados de la olla que servía para cocinarle a los cerdos, acompañado de una taza de caldo guisado con manteca sacada de “la gordana” de las reses, pero frita previamente y almacenada en un tarro, con un almuerzo tal como quedó enunciado, adhiriéndole la manipulación y contaminación, viviendo en la misma sala con 3 adultos y 5 niños, sobre una estera en el piso; alejado de la cultura, pues allí solamente se sintonizaba una o dos emisoras por las características de la selva; pudiendo salir al pueblo cada dos o tres meses, por la distancia y los peligros que el medio ofrecía; incomunicado de la familia, de los demás maestros y de las organizaciones sindicales, cooperativas, de las universidades y de la misma familia, arriesgando la vida por los caminos y carreteras sin más protección que la de su valentía y amor por la profesión, convencido de que ir a guaquear a Peñas Blancas, Coscuez y Muzo acarreaba más pobreza que enriquecimiento, no son más que las vicisitudes y penurias que los maestros y maestras de un buen número de veredas tienen que sobrellevar en aras de hacer de Colombia un país menos pobre culturalmente, pues, al decir del profesor Yunnis[4], ese es uno de los problemas más acuciantes de Colombia junto con la incomunicación.
Este relato, invoca la presencia del poeta cuando nos dice que los maestros y maestras en medio del olvido, la ingratitud, la pobreza y la persecución “hacemos el más noble de los oficios: amasamos el futuro de la patria, al inclinarnos sobre los pequeños, como los panaderos sobre el trigo…”“Entender el mundo de los maestros, aparentemente pequeño, pero en realidad grande y lleno de ternura, es un deber y una necesidad de la nación entera… Todos estamos en deuda con los maestros y si es verdad que aspiramos a hacer de Colombia una fuerza noble y equilibrada, tenemos que contar con ellos, en primera instancia, y reconocer que es en sus manos, en donde nace el porvenir y empiezan a crecer cosechas humanas”[5].
Programa curricular de los años 60-80
Llamaba la atención, que en ese municipio el único Normalista Superior que estaba laborando en el área rural era el autor de este escrito, y como regla general, por esa época, se debía priorizar al docente con mayor formación académica y experiencia; todavía no contábamos con el Estatuto Docente, los Normalistas Superiores salíamos de la Normal en grado 2° y el máximo era 3°. No obstante, el traslado para un lugar más cercano no se materializó, hecho que motivó un viaje a la capital del departamento para solicitar traslado, toda vez que ya se presagiaban problemas de orden público que obligaban a migrar a otro maestro de esa escuela.
Efectivamente, la Secretaría de Educación ve con preocupación el problema y lo traslada ipso facto para el municipio de La Victoria, cercano a Otanche, no sin antes exigir el cumplimiento como jurado de una mesa de votación en esa semana y el visto bueno del alcalde militar. Las vacaciones fueron el pretexto legítimo para salir de la vereda, con el disgusto tácito y el irrebatible pesar de algunos campesinos, quienes veían como se esfumaba nuevamente su ilusión con la partida del profesor de sus hijos, ilusión forjada un día de mercado, al calor de una conversación y bajo la degustación de un tequila. En boca de Borges dirían los labriegos: “después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma; y uno aprende que el amor no significa acostarse y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender”.
Monte de Luz: un parto de “alto riesgo”
Parque de Saboyá. diocesisdechiquinquira.org
El nuevo lugar no era una buena garantía para el maestro, toda vez que las distancias se ampliaban, las condiciones ambientales en nada mejoraban, la superación de los problemas vividos en Sábripa no se visibilizaban, por tanto la alternativa fue recurrir de nuevo a la entidad nominadora para que estudiara la posibilidad del cambio inmediato de la Resolución. En esos tiempos, los guaqueros me habían enseñado a ser devoto de la Virgen de Chiquinquirá, ante quien intercedí para que se me concediera mi solicitud. Al decir de mi mamá, ferviente feligrés de la Virgen, el traslado para Saboyá, que fue la última oferta, se dio gracias a un milagro de ella. El nombramiento correspondió a la vereda de Monte de Luz, allí encontré laborando a un maestro de Firavitoba, quien también había trabajado, en Muzo y su desarraigo obedeció a problemas de violencia, atentando contra su integridad física y su vida. Ese fue un buen pretexto para entablar una excelente relación de trabajo.
Monte de Luz, a diferencia de Sábripa y la Victoria, es una vereda fría, poblada por campesinos sencillos, laboriosos, en su gran mayoría liberales. Sus habitantes aludían mucho a la persona de Efraín González, quien por mucho tiempo se paseó por ese paraje simétrico a Cachovenado y adyacente a Puente Nacional, pues ese fue parte de su hábitat, recordaban con mucho pesar el levantamiento del ferrocarril que comunicaba Chiquinquirá con Barbosa y tenía estación en Garavito, pero se sentían orgullosos de que su municipio tuviese tanta resonancia en el país y hasta en el Madison Square Garden, gracias a que Don Gregorio le regaló la cucharita a Jorge Veloza en la vereda de Velandia, comarca contigua con Monte de Luz y espacio en el que conocí a Álvaro Laytón Cortés como maestro del colegio, con otras beneméritas profesoras y estimables profesores, que recuerdo con mucha gratitud por sus enseñanzas y actitudes benévolas.
Garavito, testigo del ascenso y descenso a la escuela. garavito-boyaca.com.co
La escuela de Monte de Luz está conectada por una trocha carreteable que parte de Balconcitos, sitio en el que se une con la vía que de Bogotá comunica a Bucaramanga. Su estructura locativa, totalmente diferente a la descrita en el aparte anterior, la constituían cuatro casas disparejas, construidas en momentos disimiles, con materiales variados, dentro de las cuales era relevante la cocina y las habitaciones para los maestros, pues allí, al asomar el alba ya se contaba con el tinto, incluso para brindarle a los transeúntes que iban en la búsqueda de algún oficio en otros zonas del municipio.
A las 7 de la mañana, los maestros ya habíamos preparado y consumido el desayuno, para lo cual nos apoyábamos en las elípticas arepas de trigo y maíz tostado, en los cilíndricos y esponjosos “ajiacos”, bollos o envueltos, en el deliciosos y esférico queso, cuyo ritual de preparación demoraba más de una semana, en los productos vegetales y pecuarios, al igual que en el fogón de leña que conservaba la vetusta cocina y finalmente en la estufa a gasolina.
Usos diversos de la fuerza del buey por los campesinos.
Transcurrida la 8ª hora del día, los niños y niñas de primero a quinto ya debían estar con uno de los dos maestros en sendos salones recibiendo la instrucción, porque eso era lo que se consumaba a nombre de la educación. Antes del meridiano los alumnos se desplazaban a la casa a tomar el almuerzo, retornando a la 1 p.m. para reiniciar las clases y culminar felizmente a las 4 p.m. Ese rito acaecía entre el lunes y el viernes. Los sábados y domingos se dedicaban a las visitas domiciliarias, eventos en los cuales las gallinas y los huevos sufrían bajas significativas; se destinaban también al baño en la quebradas y a la pesca en el río Suárez, al lavado y planchado de la ropa, a la lectura y redacción de epístolas dirigidas a los familiares y amigos, a mercar en el pueblo. No faltaba el momento dedicado al consumo de chirrinche, guarapo, cerveza y juego al tejo con vecinos y a veces con los mismos alumnos. Monte de Luz también engendró en la mente de sus maestros la inquietud por el Mapa Educativo y avizoró las esperanzas de una nueva carrera docente con el Estatuto, hoy en proceso de marchitamiento.
Generalmente, en el mes había dos motivos para salir hacia la cabecera municipal: el primero, ir a cobrar el salario en la Caja Agraria, suceso que consistía en firmar una nómina y recibir el dinero correspondiente al mes anterior; el segundo, la reunión de maestros con la jefe de grupo. Esta segunda actividad se dinamizaba en la escuela urbana y contaba con la presencia de todos los maestros, quienes presurosos corrían al lugar para exteriorizar el saludo, comentar avatares y vivencias escolares y familiares, a recibir el saludo del Secretario de Educación en boca de doña Inés Monsalve, a participar en la organización de actividades curriculares, a escuchar y discutir el informe sindical y cooperativo, casi siempre rendido por “el flaco”, un hombre de alto de cuerpo, de cabellos largos y claros, con una barba rala y una retórica convincente, seria, estudiosa y llena de sabiduría. Se trataba de un gran dirigente sindical como logró demostrarlo ulteriormente en la Directiva de SINDIMAESTROS y como lo ha testimoniado durante varias décadas.
En una casa vecina, similar a esta, funcionaba la UPTC nocturna.
Una rutina como la comentada, no era un buen tranquilizante para quien escribe este relato. Fue así como desafió el esquema y se vinculó a la UPTC, Seccional Chiquinquirá, en la carrera de Ciencias Sociales, para lo cual recorría todos los días, desde las 5 a.m. hasta las 4 p.m. La ruta Garavito-Chiquinquirá (en bus) por un tiempo de 30 minutos y otro tanto caminado hasta la escuela. Ello por supuesto despertó sospechas, indujo vilipendios, motivó acusaciones y llamados de atención por los campesinos, puso en crisis al otro maestro, pero como lo explicita el profesor Gutiérrez Girardot, citando a José Luis Romero[6], las crisis no son la culminación de un proceso, como siempre se piensa, sino “los momentos, en que empieza a imponerse algo nuevo en la sociedad”[7]. Y efectivamente algo nuevo empezó a imponerse en la mente del maestro inaugurado en Sábripa.
En la Universidad accede, además del conocimiento del hombre desde la historia y la antropología, a la compañía de eminentes maestros catedráticos y a la ayuda de una comitiva de colegas con quienes se forjaron muchos ideales. La participación en el Comité Estudiantil, cuya bandera de lucha fue la construcción de la sede de la Universidad y la plasmación del Bienestar Estudiantil; la constitución del Comité Regional de Educadores de Occidente, el viaje a municipios de la región, unas veces a entregar informes sindicales y otras a motivar la vinculación de bachilleres a la seccional; la intervención en la tertulias y grupos de estudio de maestros de la Universidad y de la educación formal en general, al igual que la puesta en público del periódico mural “El Alacrán” en las instalaciones de la UPTC, el cambio de los vicios de la “bebeta” consuetudinaria y los juegos de azar” por la lectura y incursión en espacios hasta ahora vedados para el hijo de unos campesinos Sativeños, por las secuelas de la educación bancaria y por la misma pobreza cultural, epistemológica y política, potenciaron en la corporalidad y mentalidad de este maestro el cultivo de nuevos aprendizajes y la afirmación de una disciplina de trabajo y estudio, que hoy le permite comunicarse sin tantas dificultades con los demás congéneres tal como se intenta confirmar en este documento.
El tránsito por la UPTC auscultó una nueva partida de este mortal, hacia la capital del país como maestro de primaria y en pocos meses como estudiante de la Universidad Nacional de Colombia.
Álvaro Laitón, Nacy Martínez y José Israel lanzando el libro: Saboyá…
Desde aquel histórico día en que conozco “al Flaco”, a Jaime Rodríguez, Víctor Raúl Rojas, José Valbuena, Pacho Burbano, Armando Acuña, Gustavo Montañéz, Nelly Buitrago, Gladys Martín, Alberto González, Javier Guerrero, Edilberto Fagua, Consuelo Murcia y a un sinnúmero de amigos, cuyos nombres no se alcanzan a poner aquí, pero que a diario se remembran, la práctica pedagógica y política de éste, su alumno, se transforma y empieza a transmutar escenarios locales, regionales y hasta de la vida nacional.
De estos MAESTROS, pero principalmente de Álvaro, hay que decir, que es uno de los colombianos que ha sabido sobreponerse a los tres grandes males que echaron a perder a Macondo: la fiebre del insomnio, el huracán de las guerras, la hojarasca de la compañía bananera. Vale decir, parodiando a William Ospina, a la peste del olvido, a la locura de la venganza y a la ignorancia de nosotros mismos que nos ha hecho incapaces de resistir a la dependencia, a la depredación y al saqueo. “El flaco”, como cariñosamente le dice este educador, parece no haber perdido la memoria, no parece haberse extraviado en su territorio, como esos personajes de Rivera a los que se tragó la selva, y parece no haber perdido la confianza en sí mismo, pues siempre nos hace creer la existencia aquí de una singularidad, de grandes fortalezas genuinas para dialogar con el mundo. Álvaro sabe al igual que el mundo y a veces mejor que Colombia misma, que el país está lleno de originalidad y de lenguajes vigorosos; pero es necesario que Colombia lo sepa también y por eso se pone en ese peliagudo compromiso de escribir otro texto. Si Colombia lo supiera, el autor del libro se ahorraría el arduo trabajo de la escritura como lo pensaba Deleuze.
Corrámosle el cerrojo a este relato, probablemente latoso para quienes se han tomado el trabajo de leerlo, reiterando, de una parte, que quien lo ha elaborado no es maestro de nadie sino discípulo de todos aquellos maestros y maestras que han tenido la paciencia, la entereza y la diligencia de dejar que este hombre aprenda, porque “lo más difícil de enseñar -como lo decía el filósofo- es dejar aprender”; y de otra, indicando, que con un libro o con un relato o con unas palabras no salvamos el mundo, tal como lo revelaban los nadaístas.
Efectivamente, no tenemos la fórmula para salvar a la humanidad. Ni siquiera para salvarnos nosotros, pero pensamos que el mundo no es mundo para dejarlo ser de cualquier manera, sino para hacerlo nuestro mundo, a imagen de nuestros sueños, de nuestros deseos. Esfuerzos como los de Álvaro para editar y ponernos a leer, además de impedir que el mundo siga de cualquier manera y hacer el mundo a nuestra imagen y semejanza, deja como enseñanza, que con el tiempo nos damos cuenta que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible, pero más difícil aún si se deja escrita únicamente en el viento, porque allí las pueden derrochar los pájaros, pues ellos están llamados a ser las flores del aire y estas últimas, los besos de la naturaleza, en fin -como dijese Cortázar[8], “esta Geografía ha sido objeto de otra interpretación” al sostener que las hormigas -esos insectos pululantes en Sábripa- “son las verdaderas reinas de la creación”.
Relatos de Efraísn González, por Álvaro Laitón C
Y de esta experiencia se aprende, que hasta el calor quema. “Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores, pues las flores son pájaros del aire, que permanecen en los árboles, porque éstos no atan sino que ofrecen, mientras que los humanos atamos, de ahí las ataduras en la travesía de los maestros, aludidas por el profesor Martínez Boom.
En todo caso, la experiencia entre Sábripa y Bogotá, indica que por el camino uno se encuentra con “El hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire./ El que agradece que en la tierra haya música./ El que descubre con placer una etimología./ Dos empleados que en un café del Sur juegan en silencio ajedrez./ El ceramista que premedita un color y una forma./ El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada./ Un hombre y una mujer que leen los tercetos finales de cierto canto./ El que acaricia a un animal dormido./ El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho./ El que agradece que en la tierra haya Stevenson./ El que prefiere que los otros tengan razón./”
El campesino que gorjea con la pica, el arado, la guadaña y la macana./ Las mujeres que trajinan en la cocina, el lavadero, la calle, en la compañía y la crianza./ El indígena que lucha por defender la madre tierra./ Los maestros y maestras que “hacemos el más noble de los oficios: amasamos el futuro de la patria, al inclinarnos sobre los pequeños, como los panaderos sobre el trigo./ “Esas personas que se ignoran, – asevera Borges- están salvando el mundo”. El mundo lo hacemos día a día los justos, los anónimos, los nadies, apelando al discurso de Eduardo Galeano; los hijos de los pobres y de desempleados, de los más 5 millones de colombianos y colombianas desplazados por al violencia, los trabajadores y nuestros hijos, los campesinos, campesinas, los indígenas, los negros, los integrantes de las 104 etnias colombianas, los y las que viven en casas humildes, pero que sus mentes pueden ser palacios, tal como lo expresó un día el geronto de las Cenizas de Ángela, en una escuela de Irlanda, donde el maestro es un partero de ilusiones.” [9]
Vía que conduce a Bogotá DC.
Nota: Este relato ha sido tomado de: LAITÓN CORTÉS, Álvaro (2008). Saboyá: Campesinos, violencia y educación. Bogotá DC, editorial Códice, págs. 176-190. Fue un artículo que el autor quiso generosamente incluir en su libro y lo he puesto tal cual, incluso en un estilo de narrativa diferente a los anteriores.
Algunas fuentes documentales.
BERNSTEIN, Basil. La construcción social del discurso pedagógico. Bogotá: CORPRODIC. 1990
CASTRO SAAVEDRA, Carlos (1993). Los maestros. En: Literatura Infantil -Didáctica- Santa Fe de Bogotá: USTA.
CORTÁZAR, Julio (1995). Historia de cronopios y de famas. Barcelona: Editorial EDHASA.
GUTIÉRREZ GIRARDOT, Rafael (1998). Insistencias. Santafé de Bogotá, Editorial Ariel S.A.
MARTÍNEZ B. et al, Alberto (1994). Currículo y Modernización. Cuatro décadas de educación en Colombia. Bogotá: Foro Nacional por Colombia.
ROCKWELL, Elsie. (1986) “La relevancia de la Etnografía para la transformación de la escuela» En: Tercer seminario de Investigación en Educación. Bogotá DE: ICFES-UPN.
ROMERO, José Luis (1999). Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Medellín: Universidad de Antioquia.
[1] Para recordar los contenidos de este Modelo léanse, entre otros investigadores: MARTÍNEZ B. et al, Alberto. Currículo y Modernización. Cuatro décadas de educación en Colombia. Bogotá: Foro Nacional por Colombia, 1994.
[2] ROCKWELL, Elsie. (1986) “La relevancia de la Etnografía para la transformación de la escuela» En: Tercer seminario de Investigación en Educación. Bogotá DE: ICFES-UPN.
[3] BERNSTEIN, Basil. La construcción social del discurso pedagógico. Bogotá: CORPRODIC. 1990 p.p 68-69
[5] CASTRO SAAVEDRA, Carlos. Los maestros. En: Literatura Infantil -Didáctica- Santa Fe de Bogotá: USTA. 1993 p.499.
[6] ROMERO, José Luis. Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Medellín: Universidad de Antioquia, 1999.
[7] GUTIÉRREZ GIRARDOT, Rafael. Insistencias. Santafé de Bogotá, Editorial Ariel S.A. 1998, p. 264
[8] CORTÁZAR, Julio. Historia de cronopios y de famas. Barcelona: Editorial EDHASA,
[9] Relato elaborado por: José Israel González Blanco. Educador de Saboyá y actualmente del colegio Distrital Nuevo Horizonte, Bogotá. Normalista Superior, Pedagogo Reeducador, Trabajador Social de la Universidad. Nacional de Colombia. Bogotá DC, junio de 2004.
José Israel González Blanco, Bogotá DC,febrero 17 de 2013
La historia de un león que no glorifica al cazador: Una infancia por escrutar.
“Por aquí comienzo yo, que no quería comenzar, porque yo cuando comienza, ni tengo cuando acabar”
(Copla de Domingo Mochilas. Sativanorte)
Una infancia por escrutar.
Las Cañadas, fue la casa que sintió las vibraciones del corazón y el primer llanto del protagonista de este relato…Una propiedad cartografiada en la vereda El Batán, en el lejano municipio de Sativanorte, en el departamento de Boyacá. Mi abuelo, en los tiempos de la Atraviesa y del Año Grande, al lado de los labriegos y aradores del minifundio, me puntualizó, entre otros pormenores, que yo nací el día de Santa Bárbara, que me recibió una partera, quien resultó ser hermana de mi abuela. Las laceradas manos de la tía Sergia, como le llamábamos cariñosamente, fueron el puente no quebrado que posibilitó el tránsito de esta criatura, desde el vientre de la nueva materna, hasta la cobija de lana virgen que mi madre confeccionó para recibir a su primigenio.
Las Cañadas, vereda El Batán, municipio de Sativanorte (Boyacá). Lugar de nacimiento y primera infancia del autor de este relato
…Hasta acá no he dicho nada del asunto que nos interesa, pero sigamos a ver si en la página 14 ya he podido empezar con la historia de mi práctica pedagógica… Lo del gateo, el balbuceo, lo de las palabras iniciales que aprendí, lo de los inaugurales pasos como bípedo, el obligado destete hecho por mi madre a los dos años, con la hojas de amargoso, el lavatorio semanal con hierbas y agua tibia entre una artesa y todos esos acontecimientos que tanto valoran los sicólogos, para descifrar los embrujos del comportamiento, no los voy a reseñar. Tampoco aportaré nada sobre el llanto que me causó el agua fría, vaciada por el cura sobre mi indefensa humanidad, el día en que me colocaron el doble nombre bíblico al que respondo, lo mismo que la sal situada en mis labios para espantar a Satanás, en la pila bautismal y el oleo con que ungieron mi impuesta cristiandad…
Quedarán por fuera de este relato las anécdotas sobre la presentación del niño ante el Santo Cristo de Sativasur y frente a la milagrosa Virgen de Chiquinquirá…Escaparán al recuento las remembranzas respecto a las ceremonias de bautizo, confirmación, primera comunión y matrimonio. La lista de pecados que mi madrina de bautizo escribió, con un carbón de leña, en la astilla de Higuerón, para que le dijera al padre en el confesionario esa sempiterna tarde del 30 diciembre de 1965, no son aspectos substanciales en las exigencias de este escrito. Sin embargo, es relevante apuntar, que los aprendizajes que coadyuvaron con la realización de los actos acotados, afloraron de los contenidos del catecismo Astete y de los sermones pronunciados en el púlpito de la iglesia, lugar a donde todos los domingos asistíamos obligatoriamente, en formación, los escuelantes.
Cabecera municipal de Sativasur ( Boyacá)
Ahora bien, si fuese un sociólogo el interesado en el tema, probablemente me permitiría pormenorizar que en las veredas, los campesinos practican la economía de Pan Coger y que los niños realizan labores agrícolas, pecuarias y domésticas. En ese sentido, el relato no podría dejar de catalogar, que los primeras habilidades motoras estuvieron lindados por el azadón, la pica, la horqueta, el arado, la oz, el manar, el cedazo, la macheta, el yugo, las coyundas, el barzón, el palustre, el escoplo y la brocha de fique.
De manera complementaria, figuran las prácticas del ordeño, la arriería, el uso de aparejos, la cría de cerdos, conejos y aves, la emasculación de potros, toretes y perros, la motila de lana en las ovejas, la rajada de leña, la caza, la trilla, la pesca y recolección de frutos, la preparación del guarapo, la chica y la güeta en la tinaja, el uso del tiesto para asar las arepas, cuya harina provenía del trigo y del maíz cosechado en el rancho y procesada en el molino de piedra de Don Obdulio…Los granos molidos eran los insumos para la preparación de la sopa, las arepas, el crecido, el angù, la mazamorra de dulce con queso, el cuchuco de cebada, la tortilla, la arepa de carivuelta, la arepa liuda y los envueltos, entre otros preparativos, estimulantes del gusto y la nutrición vegetariana.
En esa economía los productos abastecedores de proteínas eran vendidos en la cabecera municipal, para comprar, con ese dinero o mediante el trueque, sal, panela, miel de caña y productos industrializados transportados de ciudades contiguas y expendidos el martes, día de mercado en el pueblo…Debido a que esta historia es del dominio de lo pedagógico, más que de otras ciencias sociales y advirtiendo que lo dicho acá ya está consignado en una monografía, que reposa en las bibliotecas de la Universidad Nacional de Colombia y en la ESAP, cuya referencia puede encontrarse por el nombre del autor, paso a compartir algunos asuntos que son del resorte de la educación
El dormitorio y el corredor, que algunas veces sirvieron de aula de clase para los niños de la escuela (1965).