Carta #14: Nos salvamos juntos o nos hundimos por separado

Queridas y queridos estudiantes, madres y padres de familia.

Por medio de esta misiva quiero declararles mi gratitud y admiración por la paciencia que han tenido. <<La paciencia es buena para la vista>> citamos en una carta aludiendo a José Saramago en el Ensayo sobre la ceguera, una obra que les he recomendado a todas y todos los estudiantes, padres de familia y docentes en esta cuarentena. 

Esa acción respondería parte de la pregunta de nuestra docente orientadora acerca de ¿qué deben aprender nuestros estudiantes en este tiempo de pandemia?, donde los expertos enuncian unas posibilidades con sus estimativos de morbilidad y mortalidad: peor posible, mal, drástica y mejor posible. De las cuatro, la última es la más conveniente y aún así no se descartan las víctimas mortales. La primera fue la que puso en práctica el reino Unido y fracasó. 

¿Qué experiencias de aprendizaje puedo aportarle yo como docente a los estudiantes para fortalecer sus capacidades? 

Las experiencias las ha puesto la humanidad a nuestro servicio, siendo el motor la ayuda mutua, la solidaridad y la cooperación. El discurso de las competencias, tanto en el mundo económico como en el campo educativo, perdió el respeto y la vigencia porque la realidad ha sobrepasado las ofertas de la ciencia y hasta de la imaginación. 

El remedio está en nuestras manos y en el comportamiento para que nos salvemos juntos o nos hundamos por separado. En esa dirección, procurar capacidades es la senda a seguir en El viaje familiar en tiempos de pandemia. ¿Cuáles capacidades se preguntarán los estudiantes y padres de familia? Siguiendo los aportes de una filósofa norteamericana (Nussbaum, 2012, p. 53) serían: La vida; la salud física y mental; la integridad personal y familiar; el manejo de las emociones; el uso de los sentidos, la imaginación, el pensamiento y razonamiento; la razón práctica, entendida como la diferenciación del bien; la afiliación, es decir, vivir con y para las otras y los otros incluidas las espacies vegetales, animales, minerales, el aire, el agua, el suelo, la biósfera; el control sobre el propio entorno político  y material, en términos de derechos.

Literatura y filosofía son dos dimensiones útiles para estudiantes, madres y padres de familia, docentes y comunidad en general en tiempos de pandemia, ahora que todo lo han vuelto política y economía. De la literatura universal y de la colombiana en particular hay mucho que aprender. 

Volviendo a Macondo, particularmente el proceder de Rebeca, es substancial destacar que esas niñas y esos niños que se resisten al dominio de los adultos, no tanto por capricho sino porque tienen sus motivos ocultos, son el crisol del proceso educativo. 

Tienen extraordinario valor como seres humanos, no obstante, a veces somos indiferentes, los subvaloramos, estigmatizamos y excluimos a cambio acercarnos, escucharlos y forjar acuerdos. Fue gracias a que Visitación vio a Rebeca en el mecedor, chupándose los dedos y con los ojos alumbrados como los de un gato en la obscuridad, que pudo descubrir la existencia de la peste del insomnio, esa enfermedad que desterró al indio Cataure y a su hermana Visitación del reino milenario en el cual eran príncipes (García, 2007, p. 56). 

Hasta una próxima chicuelos y chicuelas. 

García M., G. (2007). Cien años de soledad. (S. Ediciones, Ed.) (Edición no). Bogotá Colombia.

Nussbaum, M. (2012). Crear capacidades. Propuesta para el desarrollo humano. (Editorial). Bogotá Colombia.

Saramago, J. (1995). Ensayo sobre la ceguera. (Nomos S.A, Ed.). Bogotá DC.

Segunda carta: viajemos desde casa

Recordados y recordadas estudiantes, madres y padres de familia.

Hola

Hoy, a través de esta segunda carta, quiero invitarlos a que hagamos el viaje familiar por la pandemia del Covid-19

– ¿Un viaje, profe? Si, un viaje.
– Perdón: ¿estás loca?

Tanto como loca no me siento, aunque si me valgo de una frase que circula por ahí en la que se lee que la locura es hacer siempre lo mismo esperando algo distinto., precisamente, yo les propongo hacer algo distinto para que obtengamos resultados distintos. Pero déjenme decirles algo sobre la locura episodio que puede afectar a varias personas en la pandemia por falta de control emocional.

Mario Benedetti, un recordado escritor uruguayo, cuenta que alguna vez se reunieron, en algún lugar de la tierra, todos los sentimientos y cualidades de los seres humanos. Entre otros asistieron: el aburrimiento, la intriga, la curiosidad, la duda, la euforia, el entusiasmo, la apatía, la verdad, la soberbia, la cobardía, la pereza, la envidia, el triunfo, la generosidad, la timidez, la belleza, la fe, la libertad, la voluptuosidad, el egoísmo, la mentira, la pasión, el deseo, el olvido y por supuesto el amor. Estando todos juntos llegó un personaje (adivinen cómo se llama) y como los vio un poco desorganizados les propuso que jugaran a las escondidas. Como ustedes en algún momento han jugado a las escondidas no me detengo a explicarles el juego. Lo cierto es que los sentimientos aceptaron jugar, la “integrada”-como dicen ustedes- inició el conteo de 1 a 1.000.000. Los sentimientos comenzaron a esconderse y a no dejarse encontrar para no pagar la penitencia.

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Uno de los sentimientos se escondió debajo de un rosal tan bien escondido que el personaje, cuyo nombre ya deben saber, movió fuertemente las ramas, tan fuerte que con las espinas hirió los ojos de ese sentimiento que estaba ahí escondido. El personaje al ver al sentimiento herido se afanó, no hallaba qué hacer, lloró, le pidió perdón y se ofreció a ser su lazarillo; por eso, desde que ocurrió ese accidente, la humanidad viene diciendo que: “el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña”.

Por echarles el cuento de Mario Benedetti se me alargó la carta y todavía me quedan dos asuntos pendientes para completarla. El primero es que cada persona que haya escuchado el contenido de mi carta, debe adivinar en qué orden se escondieron los sentimientos que se reunieron, escribirlo en un cuaderno y luego entre todos los miembros de la familia, con las manos bien bañadas, manteniendo las distancias y evitando toser, estornudar y expulsar saliva, compartir las respuestas. Uno de los participantes puede coger una hoja, rayarla en columnas (nombres de personas) y en filas (sentimientos) para ir consignado y encontrando coincidencias. Finalizado este ejercicio, pueden ir a donde el profe Google, y escribir: “La locura, Mario Benedetti” y le dan clic. Una vez encontrado el texto alguien lo lee y cada cual sobre su cuaderno va corrigiendo. Finalmente, despejan la incógnita sobre quién era el personaje y cuál era fue el sentimiento herido.

Recordados estudiantes y padres de familia, como se han podido dar cuenta ya hicimos nuestro primer viaje imaginario por el sembradío de los sentimientos. Ya los identificamos y de lo que se trata ahora es de escoger cuáles me sirven para afrontar la pandemia y de cuales me debo sustraer. Guarde el cuaderno con la lista y cada día póngalos a jugar, eso si cuidando de no herir a nadie ni física ni emocional ni psicológicamente. La pandemia nos convoca al cuidado de unos con otros, de unas con otras y de cada una y cada uno. Y la varita del cuidado es el amor.

Espero que hayan disfrutado el viaje por el sembradío de los sentimientos y que todos los días nutran a los buenos sentimientos y debiliten a aquellos que nos causan daño a nosotros y a los demás.

Amorosamente. La profe Esperanza.

José Israel González Blanco

Nota 1: ¡Escucha el podcast!

Nota. Para ampliar el contenido de la carta recuerden buscar en Google el escrito de Mario Benedetti: La locura.

A FECODE, en sus 59 años

Manuel Mejía Vallejo, en 1985, al recibir su doctorado honoris causa -otorgado por la Universidad Nacional de Colombia, decía que en nosotros los latinoamericanos, escribir es un deber cívico y político; así sea por “instinto de conservación”.

Ese ejercicio lo debemos ejercer hoy los maestros de Colombia, en deferencia al cumpleaños de Fecode, como reconocimiento a una organización que es patrimonio de los colombianos, ejemplo de dignidad, resistencia, lucha organizada y de sobrevivencia, pues es una organización que nace con la guerra, crece con ella y pese a tan necrófila situación, durante su existencia, le ha apostado a la Paz con justicia social, a la defensa de: los derechos de los maestros, la Educación como Derecho Fundamental, el bien público y en general a los derechos de los colombianos.

La siguiente reflexión, que acata el “deber cívico y político” y el “instinto de conservación” del que nos habla el creador del “pueblo de Balandú”, es un homenaje a Fecode en sus 59 años. Gran parte del texto fue elaborado y publicado en el año 2015, como un llamado de atención al magisterio a defender los logros alcanzados en ese año, mediante el paro, resultados que hoy se pueden valorar mejor que en ese momento.

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Todos hemos escuchado hablar mucho de la fábula de la gallina de los huevos de oro, poco, quizá, del maravilloso ganso de plumas blancas, que ponía huevos de oro; y seguramente, que no le es desconocido el relato del odre de los vientos, en el paso de Ulises por la isla de Eolia.  Partiendo de esa inconclusa hipótesis correlacional, quiero provocar una nueva reflexión, esta vez acerca del valor de “tres personas distintas” en un solo sentido verdadero: Fecode, la ADE y la CUT

FECODE y ADE: Aves de los huevos de oro.

El genotipo de estas organizaciones sociales lo componen genes y cromosomas de maestros y maestras, quienes, en el año 1959, exteriorizan su composición fenotípica como cuerpos que defienden los derechos de sus asociados.

En el año en que Fecode recibe su registro civil de nacimiento (24 de marzo de 1959), el ADN de esa promisoria criatura denominada: Asociación Distrital de Educadores (ADE), nacida el 17 de junio de 1957, es afectada por un mutágeno biológico, conocido con el nombre del Sindicato de Institutores de Bogotá (SIB), fundado en 1962 por un sector de docentes conservadores, defensores de las políticas del gobierno distrital y nacional, organismo que no solo intentó alterar las secuencias fenotípicas del hospedador sino decrecer la reserva aurifica de lo que hoy es la gallina de los huevos de oro.

Mutogénesis como la referida no ha sido la única, aunque si la primera, ni será la última que atente contra el ADN de las organizaciones sindicales de izquierda. Son varios los ejemplos, pero tal como acontece en la naturaleza viviente, los organismos sociales han podido crecer, porque han hecho de sus adversidades potencialidades y este es el reto que nos corresponde asumir en estos momentos de crisis, para impedir que algunos labriegos y mercaderes del capitalismo, empotrados en los sindicatos paralelos, degüellen a la gallina y el ganso de los huevos de oro.

Fecode y los sindicatos filiales son una herencia política, cultural y social que nos han otorgado los valientes creadores; y, como toda herencia que se valore, no se debe malbaratar; al contrario, nos corresponde cuidar y mejorar porque, como se ha dicho, es elevado el costo que el magisterio ha pagado en: dolor, sufrimiento, hambre, persecución, vilipendio, represión, ostracismo, prisión y muerte.

Esa mina de oro que atesoran y auscultan las organizaciones gremiales del magisterio, no se puede someter al extractivismo minero, tal como lo viene haciendo la locomotora minera. Ese tesoro hay que protegerlo como la ostra cuida la perla porque, literalmente, Fecode y los sindicatos que la conforman, son ostras constituidas con el nácar de la lucha incansable y ejemplar.

Son aves perseguidas por el valor de sus huevos a las que los cazadores del capitalismo salvaje las tienen en la mira para extinguirlas. En esta historia de cacería neoliberal, los leones y las leonas del magisterio no podemos glorificar al cazador con el sindicalismo paralelo, ni con la destrucción de la Federación, porque tenemos nuestros propios historiadores, probablemente falta conocer más la historia y a los legendarios leones darla a conocer, para vigorizar las aves.

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Paralelismo sindical, clientelismo, oportunismo y politiquería.

En la travesía de Ulises, de Troya a Itaca, los viajeros exploraron dos curiosas situaciones: la de los lotófagos y la ayuda de Eolo. En el primer caso, los hospitalarios habitantes embriagaron a los exploradores, con los frutos de loto, tanto que dejaron de pensar en su misión, en el regreso a la patria y en el olvido de su país, poniendo a Odiseo en apuros.

En el segundo, el dios de los vientos le ofreció ayuda al esposo de Penélope, sobresaliendo el hecho de guardar, en un odre de piel de toro, los vientos desfavorables, aliviando así el desplazamiento. No obstante, remeros y expedicionarios, en alta mar, creyendo que el odre era un regalo de oro y plata, que Eole le había cedido a Odiseo, lo abrieron, desatándose una violenta tormenta que dificultó el avance hacia la isla.

“La historia de los vencidos” muestra que el paralelismo sindical, el clientelismo, el oportunismo, la politiquería y el desconocimiento de la historia, en las organizaciones gremiales, son los vientos desfavorables que se guardan en la inconsciencia de algunos directivos sindicales. “La historia de Bronce” los adula como admirables líderes.

El paralelismo sindical, el clientelismo, el oportunismo, la politiquería y otros vicios de la dirigencia sindical son los vientos que han puesto a tambalear la barca que, en el caso que nos ocupa, se lanzó a las aguas del convulsionado océano a finales de 1950. Paralelistas sindicales, clientelistas, oportunistas de derecha y de izquierda, politiqueros y desconocedores, en la praxis, de la historia de nuestro fenotipo, son lotófagos que quieren pescar en el mar revuelto por tormentas como las negociaciones, desconociendo que hay mucho mar por recorrer, olvidando que el magisterio no se puede embriagar y quedar ahí en la costa de Eolia, relegando la misión para la cual fue creada Fecode y la ADE.

No hay duda, eso si, que algunos remeros, a quienes los viajeros les hemos otorgado el poder para bogar la barca, se han equivocado, no han sido coherentes, poniendo en riego el viaje y nos hemos equivocado, algunos viajeros, al seguirles confiriendo el poder de estar al timón, a sabiendas de los errores se siguen cometiendo y conscientes de que hay mejores tripulantes.

Al estilo de las Enseñanzas de don Juan, hemos caído en la “yerba del diablo”, porque no la hemos sabido usar. La “yerba del diablo” tiene cuatro cabezas: la raíz, la mas importante, por la que se conquista el arbusto; el tallo y las hojas es otra cabeza, con ella se curan enfermedades; las flores, que vuelven locos a los hombres, es la tercera cabeza; la semilla es la cabeza más poderosa, es la “cabeza sobria”, la única capaz de fortificar el corazón y estimular el conocimiento en el hombre.

La semilla es la síntesis de la planta, es la génesis que le da continuidad a la vida.

Cojamos entonces la yerba por la raíz y usemos las semillas, no requerimos tocar el tronco ni las flores porque no estamos enfermos ni queremos enloquecernos. Paralelistas sindicales, clientelistas, oportunistas de derecha y de izquierda, politiqueros y desconocedores, en la praxis, de la historia de nuestro fenotipo, parece que están embriagados con loto y con el elixir de la “yerba del diablo”. A ellos hay que ayudarlos, impidiéndoles el consumo de esas dosis impedidas por la ética de las organizaciones, porque eso “malogra a los hombres…los hace dominantes, caprichosos y débiles en medio del gran poder” (Castaneda, 1969, 76).

Las fabulas también nos enseñan que la avaricia y la ambición llevaron al labriego y al mercader a cometer el irreparable error de matar a la gallina de los huevos de oro y al maravilloso ganso de plumas blancas. Convocar a la desafiliación de los sindicatos y de la federación es declararse poseído por la tercera cabeza de la “yerba del diablo”, es afilar el cuchillo, en la piedra de la clase burguesa, para degollar la gallina y el ganso proletarios, por los mismos proletarios, como si nosotros no supiésemos que ese es un juego perverso en el cual no vamos a caer, porque a pesar de las turbulencias del viaje y del mareo que nos cause la incorrecta navegación de algún tripulante, actuamos bajo la egida de la cuarta cabeza, la cabeza que fortifica, la sobria, la que no intoxica.

Fecode, ADE, CUT y los sindicatos filiales no pueden seguir dejando que la “yerba del diablo” se consuma con la regulación del neoliberalismo. Les corresponde, reconocer que hay nuevas semillas, que hay una generación de relevo, no inferior al 40% de maestras y maestros, ansiosos de poder.

En ese reconocimiento, los directivos sindicales, que deben transformarse en dirigentes, acudiendo a un concepto gransciano, no pueden auspiciar con su actitud incorrecta, algunas veces, con la indiferencia, en otras con la ignorancia en determinaos momentos, que la gallina y el ganso sean degollados, porque “bien o que mal”, como se expresa en el argot popular, “nos hemos suplido”, por mas de medio siglo, de sus huevos y si cuidamos esos bípedos con plumas, sin atropellar su proceso, tendremos huevos de oro para largo rato, pensando en que los quilates le den mas brillo, propendiendo porque suban el peso, que no se rompan ni se agüeren, sino  que ensanchen la producción.

Fecode, ADE, CUT y los sindicatos filiales – parafraseando a Gibran: Ustedes son los arcos de los cuales sus maestros, como flechas vivas, somos enviados. El arquero ve el blanco en el paso del finito, y quien los dobla a ustedes, con su fuerza, para que sus flechas vayan raudas y lejos. Que su torsión, en la mano del arquero, haga horma políticamente, porque, así como el arquero ama la flecha que vuela, así también ama el arco que se tensa. Somos arco y flecha.

Ejemplos como la creación de las cooperativas del magisterio, en las que la ADE, por citar el caso más cercano, fue fundadora de la Cooperativa de Ahorro y Crédito del Magisterio de Bogotá Distrito Especial Ltda- CODEMA, al lado un reducido número de educadores. Cincuenta años después, la semblanza del fenotipo, la satisfacción es muy positiva. El balance social muestra, en el año 2017, una ejecución de veintinueve mil quinientos millones de pesos y un balance financiero que supera los trece mil millones de pesos, sin registrar acá todos los apoyos individuales, familiares y colectivos que no son cuantificables en dinero.

En el decenio del 90, Bogotá asistió al ingreso de una generación de maestros de relevo, muy entusiastas, combativos, estudiosos, constantes, beligerantes y decididos. Lograron arrancarle al gobierno distrital, al lado de “la gallina de los huevos de oro”, el nombramiento en propiedad, sin examen de ingreso. Varios de esos líderes hoy integran la junta directiva del sindicato y de al Federación.

Fueron muy incisivos en la lucha: realizaron tomas de entidades públicas, emisoras, calles; trabajaron, hombro a hombro con las comunidades educativas y con los maestros del único estatuto docente existente (Decreto 2277 de 1979); se asesoraron jurídicamente y estudiaron, con ahínco, la historia del movimiento sindical, de las organizaciones populares y nunca fueron inferiores a los retos de la organización: la fortalecieron, no intentaron destruirla y hoy están en el encéfalo y son médula espinal de la misma.

Consumados los recientes acuerdos Fecode- MEN (2015 y 2017), afloran una serie de manifestaciones de inconformismo por los resultados del paro, tanto que a los directivos de los sindicatos y de Fecode se les endilga la irresponsabilidad de haber levantado un movimiento en “el momento menos oportuno”. En ese ir y venir de acusaciones, dirigentes de los otrora “maestros provisionales” fueron vetados “por las masas”, en algunas asambleas por “traición al movimiento”.

De este accionar, sobresalen dos aspectos a interrogar: ¿Qué pasó en el tránsito de la base magisterial a la directiva de ADE y de Fecode, de unos dirigentes en antaño combativos y revolucionarios? Las nuevas fuerzas que están intentando constituir el paralelismo sindical y la “recuperación” de la ADE y de Fecode, para “el magisterio”:

¿Qué comportamiento político y ético están asumiendo con las bases, para que la historia no se repita y para no llevar al magisterio a la debacle aniquilando la organización sindical distrital y nacional? ¿Acaso el enemigo de clase no es la rancia burguesía liberal- conservadora y la hidra capitalista?

Finalizo diciendo, que para la mayoría de los maestros de Colombia es claro, que la generación de relevo del magisterio es la que está llamada a ponerse al frente de la corbeta. En esa racionalidad, carece se sensatez herir a la gallina y al ganso de “los huevos de oro”, porque con las aves muertas la muchedumbre no camina ni enseña a caminar. Hemos caminado y hemos enseñado a caminar, tal como las comunidades lo han reconocido a lo largo de la existencia.

El deber ético y político es cuidar esa herencia y acrecentarla, como lo hace el buen hijo. Fecode es un patrimonio de lucha de los colombianos y un ejemplo para América y para el mundo. Odiseo, en el desembarque en la isla de Eolo, al ver el comportamiento de sus acompañantes: ebrios con los lotófagos, no los abandonó, los llevó al banco de los remeros, ni su obstinada negativa ni sus lágrimas de rey se lo impidieron.

Fecode, sus sindicatos filiales y los asociados debemos aprender de Ulises, máxime si hay un nutrido grupo de docentes ansiosos de poder. A ellos hay que atenderlos e invitarlos a que conquisten la planta por la raíz, sin darle golpes con la pala, a que no se dejen hechizar con el tallo, con las hojas y con las flores de la “yerba del diablo”, acompañarlos a que piensen y actúen con la cabeza más poderosa: la cabeza de las semillas, la “cabeza sobria”, la única capaz de fortificar el corazón y el intelecto.

Estanislao Zuleta, solía decir, que no hay que confundir las causas de las cosas con las condiciones que las hacen posibles. Es evidente también que los maestros noveles vienen avanzando, como debe ser, en el escalamiento de docentes de aula, a directivos del sindicato, pese a las adversidades administrativas. Hoy, en el caso de Bogotá, hay 3 noveles en la directiva y para el próximo Comité Ejecutivo de Fecode se potencian entre uno y tres, pero dentro de dos lustros tanto en los sindicatos filiales como en el ejecutivo serán mayoría, pues en eso consiste el relevo generacional.

El magisterio colombiano está en mora de del aprender del Buen Vivir/Vivir Bien como el otro mundo posible. La manera como los zapatistas resisten, cambia el mundo, construyen cosas nuevas, como han asumido el uso de tierra recuperada de los terratenientes, las formas de distribución del poder y la modalidad de enseñanza: sin aulas, sin currículo, aprender haciendo, conviviendo, compartiendo espacios y tiempos de la vida cotidiana, desde la cocina hasta la milpa, la lectura de textos y las asambleas. Allí, se camina preguntando, se manda obedeciendo, se representa mas no se suplanta, se convence y no se vence, se propone mas no se impone, se construye y no se destruye.

Las enseñanzas, de los vecinos de don Juan nos dan pautas para que el movimiento sindical y social avance en líneas más creativas, autónomas y autóctonas: descolonizando el pensamiento crítico y emancipando las prácticas. Unos y otros debemos superar esa concepción de que “el colonizado es un perseguido que sueña permanentemente con transformarse en perseguidor”, así como lo escribió Fanon (Ziebechi, 2015, 289). Se pueden contar, en los dedos de muchas manos y de muchos píes, la cantidad de dirigentes sindicales cooptados por la hegemonía. De directivos sindical se llega a las jefaturas, incluso hasta el ministerio. Oprimidos que pasan a ser opresores, colonizados que se vuelven colonizadores. ¿Por qué? ¿Hasta cuándo? “La única manera de no repetir la historia es mantenerla viva” insistía Eduardo Galeano.

¡Maestra, Maestro: hoy, en el cumpleaños 59 de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación, sigue atento a los cantos de sirena (Kafka decía que los cantos son mejores que el silencio, porque así no se duermen los viajeros), para impedir que: le rompan “el espinazo a Fecode”, nos maten la gallina de los huevos de oro, nos degüellen el ganso de plumas blancas, nos le quiten el agua al pez, porque quienes disfrutarán de ese opíparo manjar serán ese 10% de colombianos dueños del 90% de la riqueza! Serán los neoliberales, la hidra capitalista. A nosotros no nos dejarán ni las plumas, ni las escamas, porque las usarán como símbolo del triunfo, si los maestros permitimos algo que en 59 años hemos imposibilitado con la lucha organizada.

José Israel González B.

Bogotá DC, marzo 24 de 2018

Algunas referencias

Acosta, Alberto et al (2009) El Buen vivir. Una vía para el desarrollo.

Quito, Abya yala castaneda, Carlos (1969) Las enseñanzas de don Juan, México FCE

Rodríguez, Dario (1987) La ADE y el bienestar social. Una propuesta desde Trabajo Social. Bogotá D.E, Universidad Nacional de Colombia, departamento de Trabajo Social, tesis de grado.

Zibechi, Raúl (2015) Descolonizar el pensamiento crítico y las prácticas emancipatorias. Bogotá DC, ediciones Desde Abajo.

Zuleta, Estanislao (1997) Conversaciones con Estanislao Zuleta. Cali, FEZ.

Sandoval & otros (2014) La escuela zapatista. México, Grietas editores.

Vitaminas de la Convivencia. Pt. 5.

Vitaminas de la Convivencia: el maestro vitaminizador

Todos los integrantes de la comunidad educativa nos encargamos de las vitaminas, pero hay una persona que cuenta con la “llave de tercera vuelta”. Esa persona es el maestro o la maestra, a quienes, en adelante, sin ninguna discriminación de género, denominaremos: maestro vitaminizador. El maestro vitaminizador es el profesional que, desde su discurso y práctica pedagógica, abre las minas axiológicas de sus estudiantes, docentes, padres de familia de la institución educativa y la comunidad en general, para explorar sus nutrientes. Las minas no son más que los patrones culturales de comportamiento, que han venido practicando los mencionados actores, en comunión consigo mismo y con los demás congéneres, como partícipes de una organización familiar, de una comunidad barrial o veredal y de una nación. El maestro vitaminizador es ese sujeto hombre o mujer que encuentra la vita en la mina de los Derechos Humanos, no en el ensanche de los deberes, ni en la limitación de los derechos, simple y llanamente en los Derechos Humanos.

Ancestros del maestro vitaminizador

Para comprender el calificativo de Maestro vitaminizador, consideramos conveniente bucear un poco en el mar de la cultura pedagógica, para lo cual advertimos un pequeño paréntesis, que comienza de la siguiente manera: Partimos del supuesto: si bien no  todos los lectores del presente escrito, probablemente sí la mayoría, saben que los maestros y maestras somos unos sujetos que nos hemos movido en diferentes estanques de la cultura, en diversos tiempos de la historia y que para poder ser verdaderos pedagogos nos ha tocado afrontar una metamorfosis con adversidades y vicisitudes, muchas de ellas aún no superadas.

Al consultar la historia, encontramos que en Grecia los filósofos hicieron la reflexión sobre una práctica de primera instrucción, que curiosamente era desarrollada por esclavos llamados paidólogos. En Roma la práctica estaba a cargo de libertos cultos, algunos de ellos pagos por la Tesorería Municipal, mientras que el cómo y el sentido de la formación era función del Senado Romano. Durante el Medioevo, algunos monjes practicaron el arte de instruir, pero la reflexión y decisión estaban en manos de los teólogos.

En el Renacimiento, que expone la crítica al oscurantismo, se hace la separación entre monjes y pretores, pero siguen siendo ellos mismos -los humanistas-  quienes hacen las grandes reflexiones.  Hacia el XVII, Comenius·  intenta, por primera vez, plantear una reflexión sistemática sobre el quehacer de la enseñanza, de la cual, la pedagogía es su manifestación. Ese sueño duraría dos siglos en el silencio, hasta cuando Herbart lo recupera en Alemania. Sin embargo, este esfuerzo cae ante la reflexión de los filósofos encabezados por Kant  y Hegel[1].

El siglo XIX será fecundo en intentos pedagógicos prácticos, dado que en los años anteriores se venía en un proceso de nutrición epistemológica. Una de las vitaminas sobresaliente fue el de los procesos de Escuela Nueva, que desplaza el interés de aprender, como objetivo de la pedagogía, hacia un “aprender a aprender,”  toma asidero la psicología que se comenzó a desarrollar centrada en el individuo, al igual que la medicina, iniciándose así, un largo periplo en el cual la psicología dice su discurso en nombre de la pedagogía, en cada una de sus diferentes corrientes y según la fuerza que tienen en cada momento de este siglo, hasta culminar en el modelo instrumental de la Administración Educativa, derivada del Conductismo Skineriano, que busca levantar una nueva normatividad y práctica que reemplacen el discurso pedagógico y consagren la separación entre el diseño y su implementación, creando el llamado “currículo a prueba de maestros”.

Como legado de todas estas experimentaciones, nos queda la existencia de unos docentes, a quienes en distintas épocas de la historia nos ha tocado presentar la patente como: instructores, mediadores entre las distintas relaciones que se establecen en la comunidad educativa, administradores de currículo, facilitadores de aprendizajes, polivalentes y ahora conectores de computadores y maestros toderos.

A mediados del siglo XX, se le receta a los sistemas escolares una vitamina sintética, cuyo componente central es el económico, más que el cultural y científico. Básicamente lo que se pretende con las grageas es colocar la educación al servicio de los sistemas productivo, industrial, agrícola, comercial y financiero, sin importar mucho lo pedagógico, ni los contextos. Desde esos tiempos, mientras que el modelo keynesiano se sometía a prueba, se incubaba un nuevo germen, que hoy responde al nombre de Neoliberalismo, parásito, que ha infectado al mundo moderno y, por supuesto, a la educación la tiene en metástasis.

Es aquí, cuando los discursos sobre la pedagogía y la didáctica se desnutren, porque sus vitaminas son absorbidas por un microorganismo proveniente del sector empresarial; es por ello que hablamos del docente eficaz más que del pedagogo y del sujeto de saberes, se alude al directivo docente gestionador o gestor de procesos, haciendo como suya la connotación de gerente, vocablo cooptado por los administradores de la educación del modelo industrial; se intenta medir la calidad de la educación a través de logros, resultados y productos; se alaba la planeación o planificación estratégica centrada en la racionalización del recurso humano y en la explotación sutil.

Los padres de familia pasan a ser usuarios y los estudiantes se asumen, ni siquiera como alumnos sino como clientes. En fin, se prioriza, desde las políticas estatales, la preparación de mano de obra, sin importar mucho la formación ciudadana, función para la cual se creó la escuela, en el Estado moderno.

El profesor Jesús Martín Barbero[2], en un rutilante artículo, alude a los destiempos en la educación y nos dice que uno de esos destiempos, en América Latina, son las deudas del pasado: los objetivos no cumplidos de universalización de la escolaridad básica y, el segundo, el de los modelos de comunicación que subyacen en la educación. Señala Barbero que uno de los problemas serios de la educación colombiana es el de no colocarle atención al desarrollo de la ciencia y la tecnología, reclamación en la que consumados investigadores como Emilio Yunis[3], Rodolfo Llinás[4] y otros vienen reclamando, científicos, que dicho sea de paso no estudia ni promociona la escuela colombiana.

Esta es una doble contradicción de quienes regentan la educación en el país; primero, porque si se asume el modelo de producción, para transferirlo a la escuela, la ciencia y la tecnología, fuentes principales de la acumulación de riqueza, deberían nutrir la escuela y, segundo, porque la pedagogía ha dejado de ser la disciplina socorrida por las demás ciencias, para llegar a pensarse hoy, como lo plantea Zuluaga Garcés.[5], desde la ciencia más que desde el campo de la escuela.

El otro punto que esgrime Jesús Martín es el “del descarado empuje a la privatización”, lo que encarna un nuevo modelo pedagógico centrado en la individualización. Es pertinente, dentro de este debate, recordar que la Conferencia Mundial de Educación para Todos, llevada a cabo en Jomtien, (Tailandia) en 1990, trazó una serie de políticas educativas para América Latina, suscitadas a partir de los resultados obtenidos en los años 80 y que nosotros conocemos como la década pérdida. Sobre el particular, Fernando Reimers, profesor de la  Universidad de Harvard, en un estudio patrocinado por el BID, se pregunta: ¿Tiene relevancia Jomtien en América Latina?

El académico en mención encabeza su estudio diciendo: “Durante la década pasada los países latinoamericanos iniciaron procesos de ajuste económico, como respuesta a la crisis de la deuda. Estos ajustes afectaron el desarrollo de los sistemas educativos exacerbando viejos problemas y creando problemas nuevos, comprometiendo, de este modo, el desarrollo social, económico y político a largo plazo”. Aporte similar hacen Rosa María Torres, para quien “Dakar aparece meramente como un Jomtien + 10; es decir, como un punto  de introversión entre  la evaluación de una década de Educación Para Todos y su continuación extendida por 15  años”[6]. Katarina Tomasevsky[7] va más allá con el informe acerca del Derecho a la Educación en Colombia en el año 2003.

Siguiendo con la metáfora, nos atrevemos a decir que de tiempo atrás se puede hablar del maestro vitaminizador; un maestro que inicia su vida cultural respirando el aire de los saberes de la época y, luego, con el discurrir de la historia lo ha venido enriqueciendo con los vientos del conocimiento pedagógico contemporáneo. Desde ese entonces, nos ha tocado aprender a movernos en el aljibe del ser agentes portadores de un saber específico y a la vez ser sujetos ejecutores de unas políticas educativas, emanadas del Estado o de los gobiernos establecidos nacional e internacionalmente. El siguiente interrogante versa acerca de: ¿Cuál ha sido y es el papel que el maestro ha jugado al interior y al exterior de las políticas educativas?, ¿Se ha resistido a su implementación o sencillamente se ha dedicado a reproducirlas? ¿La puesta en marcha de estas políticas lo ha vitaminizado o por el contrario,  ha malnutrido su quehacer?

Si la repuesta es afirmativa en la primera opción, ¿Cuáles han sido las alternativas propuestas? Si la respuesta es afirmativa para la segunda, ¿Cuál es el balance crítico que hoy se puede hacer, por ejemplo, con los resultados de la Promoción Automática, las competencias, los estándares y/o con respecto a los resultados del Sistema Nacional de Evaluación ? No obstante, hay que decir, que en este ir y venir de acontecimientos, han existido somas magisteriales resistentes a las grageas, logrando mantener su dieta balanceada con vitaminas naturales, vernáculas, mestizas y bien digeridas. Esos maestros y maestras son los que le hemos apostado, verbigracia, a las innovaciones educativas sistematizadas unas y la gran mayoría, por sistematizar[8].

En tiempo de escasez

Dentro de unos parajes tan convulsionados como los del presente, no podemos cesar de preguntarnos ¿Cuál es el papel del maestro en una sociedad, donde el valor del conocimiento, la incidencia de la tecnología y la ausencia de unos patrones fuertes de convivencia son sus principales características?. O como lo planteó, no hace mucho tiempo, Humberto Quiceno, en “un Estado que no quiere a sus maestros”*.  El maestro Arturo Alape[9], en una investigación con maestros del Distrito Capital, ha encontrado 19 posibles tipos de maestros a saber: comprometidos, no comprometidos, indiferente, isla, fantasma, sabelotodo, cansado, espíritu santo, gritón, líder, opositor, noticia fresca, experimental, novato, confiado, científico, despistado, temeroso y maestro madre”.

Ilustramos un poco estos comentarios trayendo a colación los textos de dos artículos de prensa. El primero, corresponde a una clasificación de los profesores realizado por algunos estudiantes, para quienes hay: Los profesores revolución por dentro, Los psicóticos, Los perfectos idiotas, Los pervertidos, Los Socráticos, Los gocetas, Los macrobióticos y Los degenerados absolutos. Apreciaciones como éstas pueden causar diversas reacciones de parte nuestra, la pregunta es: ¿Cuáles  de esas tipologías poseo yo como docente y  cuál es y ha sido mi actitud frente a las mismas?

Un tercer mineral que vale la pena articular en esta conversación con el lector es el de la categorización que realiza Nicolás Buenaventura (Jr.), el cuentero, en un escrito publicado por El Tiempo, en el cual se refiere a los profesionales colombianos, dentro de los cuales nos encontramos los docentes. Él dice: “Hay el que sabe y sabe que sabe, ese es un sabio, hay que seguirlo. Hay el que sabe y no sabe que sabe, ese es un dormilón, hay que despertarlo. Hay el que no sabe y  sabe que no sabe, ese es un investigador, hay que guiarlo, y hay el que no sabe y no sabe que no sabe, ese es un peligro público, hay que evitarlo.”

Haciendo un balance para consigo mismo, relacionado con la actual vivencia profesional, ¿En Cuál categoría se siente ubicado y por qué? Creemos que a nosotros, los maestros, nos viene desvitaminizando una actitud que urge ser combatida de raíz: no creer en nosotros mismos. No creer en nosotros mismos encarna subvalorarnos como intelectuales que somos, como prácticos reflexivos[10], como productores de conocimientos y trabajadores de la cultura y, simboliza subvalorar al otro, ese legítimo otro que es nuestro(a) compañero(a) de profesión, capaz de transformar al mundo.

No creer en nosotros, quiere decir no reconocernos como agentes que inscribimos nuestra práctica en relación directa, con un compromiso ético y político con la vida, con la cultura, como hombres y mujeres problematizadores, que inventamos, que nos entendemos a nosotros mismos, como sujetos de políticas educativas, como miembros de una comunidad académica, como forjadores de la historia; una historia real, distinta a la historia de Bronce que nos han enseñado y que muchos hemos pregonado, ceremoniosamente, en el púlpito del aula de clase.

Al maestro de finales de siglo y de inicios de milenio -el maestro vitaminizador que venimos elucidando-, le corresponde hacer un nuevo esfuerzo: comenzar a pensar de manera distinta… la misión del educador no es la de profeta sino de interrogante”.[11] El maestro vitaminizador no puede asumirse como un operario o, acudiendo a Sartre, como Técnico del saber práctico o, tomando a Basaglia[12], como intelectuales de serie C.  Se  coloca al orden del día la postura filosófica que, sobre el intelectual, hacen Foucault, Zuleta*, Gramsci, Quiceno** , entre otros y que a nuestro parecer, se muestran como los aminoácidos, necesarios en el organismo cultural e intelectual del maestro.

En tiempos de guerra, como los que padecemos en Colombia, entramos a jugar un papel decisivo, tanto para el presente, como para el futuro de la sociedad. ¿Quién lo creyera? Se requieren maestros y maestras que hagan reír, porque en la risa “que es como un consenso desbordante sin palabras”- al decir de Gadamer- pueden encontrarse los amigos y crear ese género de comunidad en la que cada cual es él mismo, para el otro. Ahí, nos aproximamos a la convivencia. Massimo Piatteli Palmarini, basado en la ley de Filomena Maturano, personaje creado por Eduardo de Filipo, dice que existe la ley de los ricos: la que hace llorar y la ley de los pobres que hace reír.

Al disertar, acerca de los maestros aduce que hay dos clases: los que hacen reír y los que hacen llorar, con la diferencia que la ley se invierte; es decir, los que hacen llorar son pobres, mientras que los que hacen reír frecuentan los mejores salones. Empero: “Solamente los primeros enseñan de verdad y conviven con el tedio de la escuela, con las tensiones, con la pobreza, con el hambre, con las potencialidades, con la angustia de las preguntas, de los exámenes, de las evaluaciones. En cambio, algunos de los segundos no se han topado con estudiantes, desde hace muchos años y tal vez, no han sabido nunca  qué significa recibir a los padres de un alumno ignorante” [13]

Estas apreciaciones hay que tomarlas con beneficio de inventario, en el entendido que, si se ocupan de nuestra labor, es porque somos agentes importantes dentro de la sociedad y que no están satisfechas con lo que venimos haciendo. Aquí, hay que colocar en escena la madurez profesional, la tolerancia y disposición actitudinal de la transformación. Muy seguramente estos aspectos ratifiquen la tesis de Juan Carlos Tedesco, en cuanto al deterioro del maestro como agente de socialización. Sus razones tiene el investigador argentino, al sostener que, en el siglo XX, la familia se ha modificado más que la escuela: Entre la familia de hoy y la de finales del siglo pasado hay una distancia enorme, mientras que entre la escuela de hoy y la escuela de fin de siglo los cambios son mucho menos significativos”[14].

Para cerrar temporalmente el candado de la discusión iniciada, relacionada con la relevancia de la acción pedagógica del maestro y por supuesto, de la maestra, démosle paso a la pluma del poeta y escritor Carlos Castro Saavedra, para quien, dígase lo que se diga, los maestros y las maestras, en medio del olvido, la ingratitud y la pobreza hacemos el más noble de los oficios: amasamos el futuro de la patria, al inclinarnos sobre los pequeños, como los panaderos sobre el trigo. “Entender el mundo de los maestros aparentemente pequeño, pero en realidad grande y lleno de ternura, es un deber y una necesidad de la nación entera… Todos estamos en deuda con los  maestros y si es verdad que aspiramos a hacer de Colombia una fuerza noble y equilibrada, tenemos que contar con ellos, en primera instancia, y  reconocer que es en sus manos, en donde nace el porvenir y empiezan a crecer  cosechas humanas”[15].

Un proceso impostergable

El maestro vitaminizador es aquel pedagogo(a) que sabe moverse en los saberes de sentido común y el conocimiento científico, es el maestro que sabe nadar en el océano de los valores del pasado y los nuevos valores que está creando la juventud de hoy; el maestro vitaminizador es el sujeto que no renuncia a su historia como maestro o maestra, sino que de ella retoma aciertos y desaciertos, para edificar sobre ellos, la nueva trama educativa.

El maestro vitaminizador vivencia y hace sentir a sus estudiantes y a la comunidad donde croa, el sentido de los derechos humanos; en fin, el maestro vitaminizador es aquel pedagogo o pedagoga que, permanentemente, sufre la metamorfosis de la cultura y que sabe sobrevivir en ella, dando cuenta siempre de una historia: la historia del maestro como hombre o como mujer sujetos de saber, problematizadores, investigadores, demócratas y sentipensantes, calificativo este último, en  el elogio que hace Eduardo Galeano[16], a los pescadores de las costas colombianas, en la “Celebración de las bodas de la razón y del corazón”.

El maestro vitaminizador se aproxima al intelectual orgánico, que tiene claro, primero que es un intelectual y segundo que su razón de ser, como lo escribe Foucault: “Estriba precisamente en un tipo específico de agitación que consiste, sobre todo, en la modificación del propio pensamiento y en la modificación del pensamiento de los otros. El papel de un intelectual no consiste en decir a los demás lo que hay que hacer  ¿Con qué derecho podría hacer esto? Basta con recordar todas las profecías, promesas, exhortaciones y programas que los intelectuales han llegado a formular durante los últimos siglos y cuyos efectos conocemos ahora…”

Otra referencia al maestro, que parte de la mirada cultural, la encontramos en los escritos de  Antanas Mockus -el pedagogo- al aludir al  maestro como anfibio de la cultura. Allí lo asemeja a un camaleón, huelga decir a “Una persona que sabe adaptarse a lenguajes distintos, a medios distintos, a sistemas de reglas distintos y eso le da la base, para la interlocución con sujetos culturales distintos; aquí ya se traspasa el sistema educativo”.[17]

Parafraseando el símil del saurio, aducimos que cuando el camaleón* logra mimetizarse con los lenguajes que manejan los escolares, los que aportan los medios y el que presenta la ciencia y la tecnología, puede aseverarse que ese maestro vitaminizador está más vivo que nunca; es decir, se tiene la verosimilitud de que en el establecimiento de reglas para la convivencia se aproxima hacia la realidad; es coherente pensar, desde luego,  que ese maestro, así concebido, es un sujeto vivo que ama, entendiendo el amor- como lo postula Maturana- “sencilla y complejamente en el reconocimiento del otro, como legitimo otro distinto a mí”[18]. Por otro se entiende todo ser vivo.

Podemos arriesgar también la idea que ese maestro y maestra se están inclinando por ser, más que distribuidores de conocimientos y dadores de buenas intenciones, investigadores a la altura de los tiempos: «Capaces de entrar en interlocución con los investigadores de punta, en términos internacionales… tiene que ser capaz de ir río arriba, hablar y entenderse con los que están río arriba, en algunos casos para enseñarles cosas, en otros, la mayoría, para aprender de ellos. En Colombia no se es investigador, si no se es anfibio cultural en su sentido profundo”. [19]

El maestro vitaminizador emerge como una realidad, para la sociedad colombiana, en cuanto que sus motivaciones responden a dar respuesta a una gran preocupación: la de la convivencia social. Como ya se ha dicho, tal preocupación no ha estado huérfana, ha tenido dolientes; pero ellos, los dolientes, no han sabido alimentarla balanceadamente, los nutrientes que le han suministrado han contribuido, en gran parte, a desnutrirla. La escuela; por lo tanto, retomando su papel como formadora del ciudadano, tiene en sus manos la oportunidad de adoptar la criatura, para estimular en ella su crecimiento, a través de las vitaminas de la convivencia; para tejer la conviviología.

Sus artífices principales, los maestros, nominados ene este ensayo, vitaminizadores, quienes con el concurso del Estado, de la familia, la sociedad y los medios de comunicación, haremos posible el milagro de desvirtuar aquella tesis lapidaria, que hace unos años expuso el profesor Rafael Flórez, al asegurar que el maestro que tenemos “es el maestro que merecemos, es el maestro que ha demandado la sociedad y que no hace más que cumplir su función, objetivamente asignada. La actividad no inteligente está institucionalizada oficialmente, en el país desde hace muchos años.” [20]

José Israel González Blanco

Trabajador social Colegio Distrital Nuevo Horizonte. Bogotá DC

Nota. Esta reflexión ha sido publicada por la revista Educación y Cultura No 98 con el título: ¡Un maestro con vitaminas!, abril de 2013, pp 34-40.

  • En la revista Educación y Pedagogía 8 y 9, editada por la universidad de Antioquia, aparecen una serie de artículos dedicados a Comenio con motivo de su natalicio que merecen ser leídos para tener una visión más rigurosa de sus aportes a la pedagogía.

[1] Partes de los contenidos de este párrafo son extractados de la investigación de Marco Raúl Mejía. Hacia otra escuela desde la Educación popular. Santa Fe de Bogotá: CINEP. Documentos Ocasionales 47, 1994.

[2] BARBERO, Jesús Martín. Heredando el Futuro. Pensar la Educación desde la Comunicación. Santa Fe de Bogotá: Revista NOMADAS N° 5, septiembre, 1996, pp 10-22.

[3]YUNIS TURBAY, Emilio. (2004) ¿Son temas ladinos en Colombia la educación, la ciencia y la creación de conocimiento? En: ¿Por qué somos así. Bogotá DC: Editorial Bruna, capítulo 5º.

[4] Entre otros artículos ver PALACIOS Marco: El Tiempo. Octubre 4 de 2007. El tiempo.

[5]  La profesora Olga Lucía Zuluaga, en su estudio: «La investigación histórica en la Pedagogía y la didáctica”, manifiesta lo siguiente: «Quiero enunciar como hipótesis de trabajo que hoy en día el lugar de elaboración de la pedagogía ya no es la escuela sino la ciencia”. Y seguidamente nos aclara: “No es que la pedagogía no pueda pensar la escuela o deje de pensarla, sino que el concepto de escuela no es ya la finalidad que enmarca las conceptualizaciones, el que traza el entorno de la enseñanza «Ver: ZULUAGA G. Olga Lucía. «La investigación histórica en la Pedagogía y la didáctica. Medellín: U de A., 1993

[6] Citado por GANTIVA SILVA, Jorge. Dakar: más de lo mismo. En: Revista Educación y Cultura N° 54. Bogotá DC, ceid/FECODE, septiembre  de 2000,  p. 43.  

[7] TOMASEVSKI, Katerina. El Derecho a la Educación en Colombia. En: Revista Educación y Cultura N° 65. Bogotá DC, Junio / 2004,  p. 40 .

[8] Véase: GONZÁLEZ BLANCO José Israel et al (2006). Innovación, Currículo, conflicto y Participación. Bogotá DC, editorial Códice.

* Expresiones tomadas del discurso pronunciado en la Biblioteca Luis Ángel Arango, en septiembre de 1999, con motivo de la celebración de los 15 años de la Revista Educación y Cultura.

[9] ALAPE, Arturo. “Los posibles perfiles del maestro”. En: Escuela y ciudadanía. Santafé de Bogotá: IDEP, revista Educación y Ciudad Nº 3, MAYO DE 1997, PP. 40-47.

[10] SCHÖN, Donald (1987). La formación de profesionales reflexivos. Barcelona: Paidos.

[11] MARTÍNEZ BOOM , Alberto y UNDA BERNAL, María del Pilar. Redes Pedagógicas: espacios múltiples y abiertos. En: revista Nodos y Nudos No.1 Santa Fe de Bogotá: UPN, octubre de 1995, p.4

[12] BASAGLIA, Franco, Foucault, et al. Los crímenes de la paz. México: Siglo XXI editores, 1981

*En la revista Folios Nº 1 de 1990, Estanislao Zuleta, presenta dos interesantes artículos: Unos, acerca de La responsabilidad social del intelectual y otras responsabilidades y, el otro, Educación y filosofía, muy acordes con esta discusión que, reiteramos, vale la pena consultarlos para el enriquecimiento de la misma. De manera similar es necesario releer las referencias bibliográficas de Foucault y Gramsci, sobre el particular.

** El profesor Humberto Quiceno  en su ensayo Los intelectuales y el Saber, estudia a profundidad la genealogía del intelectual y se ocupa del intelectual universal, del intelectual de izquierda, del específico y del intelectual en general. Vale la pena acceder a este documento editado por la U. del Valle en 1993.

[13] PIATTELI PALMARINI, Massimo. Las ganas de estudiar. Barcelona: Editorial Crítica, 1992, p.11.

[14] TEDESCO, Juan Carlos. El Nuevo Pacto Educativo. Madrid: Editorial Grupo ANAYA, 1995, pp. 44-45.

[15] CASTRO SAAVEDRA, Carlos. Los maestros. En: Literatura Infantil. Santa Fe de Bogotá: USTA. 1993  p.499.

[16] Ver, entre otros escritos: GALEANO, Eduardo. Ser como Ellos. Santa Fe de Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1997; El libro de los Abrazos. Santa Fe de Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1997.

[17] MOCKUS, Antanas, «Anfibios culturales, moral y productividad» En: Revista Colombiana de Psicología No. 3. Santa Fe de Bogotá: U.N. de Colombia, 1994. p.125 ss.

* Es importante mencionar que Clifford Geertz, en la introducción a su libro Conocimiento local, hace alusión a este termino de la siguiente guisa: “La introducción en las ciencias sociales de concepciones de filósofos como Heidegger, Wittgenstein, Gadamer o Ricoeur, de críticos como Burke, Jameson o Fish, y de subversivos camaleónicos como Foucault, Habermas, Barthes o Kuhn hace altamente improbable cualquier posibilidad de retorno a una concepción meramente tecnológica de dichas ciencias.” De manera parecida al uso de la figura del camaleón, la del anfibio ya ha sido utilizada por otros investigadores cercanos a nuestra comunidad académica, entre ellos el sociólogo Orlando Fals Borda, en alguno de sus primeros escritos.

[18] MATURANA, Humberto. Emociones y lenguaje en educación y política. Santiago: Hachette- CED, 1990.

[19] MOCKUS, Antanas. Los anfibios culturales. En: La política social en los 90. Santa Fe de Bogotá: U.N. de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 1994.  pp 245-251.

[20] Ver también: FLOREZ OCHOA, Rafael y otro.( 1985) Modelos Pedagógicos y formación de maestros. En: La educación de los educadores. Revista Educación y Cultura N° 7, CEID/FECODE, Bogotá, 1986, p.6-12. Características fundamentales del saber pedagógico de los maestros de educación privada. Medellín: U. de Antioquia, 1986; El saber pedagógico del profesor en Medellín. Medellín: U de Antioquia.

El Día de la madre: ¿alegría dominante, dolor recesivo?

Lo que tiene otro nombre…

Hoy, en el día de la madre, además de saludarla y desearle lo mejor en su existencia, quiero compartir una reflexión desde la literatura, intitulada: Lo que tiene otro nombre. Lo que tiene otro nombre deriva de la lectura del último libro de Piedad Bonnett: Lo que no tiene nombre. En el libro, esa madre es capaz de contarle al mundo, con coraje, con ética y con la estética literaria que la caracteriza, de qué murió su hijo el 14 de mayo 2011.

Ella, a mi modo de ver, representa al arquetipo de madres que el comercio ignora e irrespeta con sus propagandas. Ella, junto con millones de madres, padres y hermanos, encarna a los colombianos que ponemos en entredicho las encuestas que predican, que Colombia es el país más feliz del mundo. Es el prototipo de la madre nacional, que ha asistido al viaje sin retorno de uno o a varios hijos o familiares. Es la madre que ríe por haber traído, con vida, a un hijo al mundo, y llora por habérselo devuelto extinto. Es la madre que al explorar en al ciencia y en la cotidianidad los síntomas y las causas del cuadro clínico que conduce a la muerte de una persona, colige que lo que se halla allí es “en suma: dolor, dolor, dolor”

Son muchas las madres que hoy celebran ese acontecimiento, ellas no hacen parte de las estadísticas comerciales, porque, aunque el dolor genera dividendos, en el día de la madre no son jugosos como en la funeraria y en los consultorios. Igual situación ocurre con los invisibles niños, niñas y adultos, que no tienen, ni tenemos a la mamá para agasajarla, solo nos queda la opción de recordarla y ofrendarle flores. Ahí posa el dolor de una realidad inexistente y la alegría de haber vivido cada momento como si fuese el último.

Lo que tiene otro nombre, refiere también a la génesis de la humanidad, a la primera mujer mortal, a Eva, la que comió la manzana y fue expulsada de “El Paraíso”, un paraíso “en el que estábamos contentos y felices porque no sabíamos nada. Éramos ignorantes totales”, le dice Eva a Adán. Para recrear la reflexión, me valgo de un texto del profesor Fernando Vásquez. Del escrito retomo parte de las respuestas que le da Eva a Adán, en su conversación, momentos  después de la expulsión de “El  Paraíso”, por parte del querubín.

“Yo también como tú, Adán, sentí un miedo inicial. Tuve pánico a las palabras de mi amiga, pero ella me ayudó a nacer otra vez. ¿Sabes qué?, Adán, mi verdadero nacimiento no fue de una de tus costillas, no fue de la arcilla roja, sino cuando comí la manzana… Pero te decía que ella fue dándome aliento, para dar ese paso, para poder morder ese fruto. Adán, el árbol que da ese fruto, según ella me contó, se llama el árbol del conocimiento…Bueno, y entre charla y charla, ella me fue dando el valor necesario para comer, para atreverme a saborear el fruto de lo nuevo, de lo inédito…Y comí…

Y cuando comí la manzana, lo que en verdad pasó, fue que tuve, por primera vez, conciencia de mí, de lo que era, de dónde estaba. Esa manzana fue como un espejo. Yo no me comí la manzana, yo verdaderamente me vi en ella. Y el alimento, esa masa blanca porosa, fue como una revelación, y por primera vez tuve conciencia de mi rostro, y reconocí mi cuello, mis brazos, mis senos… Adán, por primera vez supe que tenía un cuerpo…

¿Qué fue lo que te prometió la serpiente para que hubieras comido la manzana? , increpa Aadán. Libertad, contestó enfáticamente Eva. ¿Y todo esto por culpa de la serpiente? No, no era una serpiente Adán, era Lilit, así me dijo que se llamaba. Lilit, mi primera maestra. (Lilit (según las leyendas, fue la primera esposa de Adán).

¡Un abrazo y que disfruten el día!.

José Israel González Blanco

Bogotá, mayo 12 de 2013

La Orientación Escolar en Colombia. Pt. 1

 LA ORIENTACIÓN ESCOLAR: UNA QUINCUAGENARIA DAMA

La Orientación Escolar es una quincuagenaria dama, que según su registro notarial no nace en 1974, como lo están pregonando algunos herederos; su fecundación acontece en 1954 y de ahí en adelante forma su corporeidad y su carácter de infanta y adolescente, hasta llegar al 22 de enero de 1974, fecha en la cual su progenitor, el Estado, la reconoce como “Servicio de Orientación y Asesoría Escolar”, recibiendo su ungimiento el 26 de febrero del mismo año, en la Pila Bautismal del ministerio del ramo  La Orientación Escolar.

En ese periplo de cuatro lustros, figura como una impúber entenada o si se quiere como “hija natural”, suerte que le tocó vivir a muchos colombianos de la época. La hoy quincuagenaria dama, en el momento en que recibe el nombre antes anotado, ya era una joven lista para recibir su ciudadanía a los 21 años de edad tal como era la costumbre.

Sigamos este debate indicando, que la mujer en mención fue una infanta, concebida por unos progenitores que, pese a las adversidades políticas y económicas, le estamparon muchos valores positivos. Siempre vestía el traje limpio de sus principios, la blusa transparente de su accionar, los píes animosos de su recorrido por las aulas, sus ojos videntes de la esperanza, su boca impecable de discursos, sus cabellos cortos pero con ideas largas y profundas, en fin, ha sido una dama pulcra y lo seguirá siendo si y sólo si los mochuelos sigan imprimiéndole  el discurso y la práctica pedagógica que exige, en las aguas del océano en que que se bandea.

Antes de proseguir, digamos que a la encantadora fémina la vieron crecer y le ayudaron a vestir muchos colegas. Hubo quienes le allanaron el paso para gatear, también quienes le tendieron la mano para erguirse e iniciar ese largo recorrido que hoy le otorga más de medio siglo de existencia. Otros se encargaron de cuidar su espíritu y corporalidad. Muchos de esos mochuelos, que la custodiaron de los fuertes vientos, de las duras tempestades, de las usuales heladas y de las intempestivas sequias, hoy ya no están físicamente a su lado se han ido parcialmente unos, definitivamente otros, forjando, antes de su partida, huellas indelebles y recuerdos imborrables.

A todos esos colegas va un homenaje, mediante este escrito (dividido en dos partes), pero sobre todo a las orientadoras en ejercicio de la profesión y a quienes han dejado el nido, a las jubiladas y a los familiares de quienes ya partieron. A todos, vivos y muertos, mi perenne gratitud y mi humilde reconocimiento en la celebración de los 39 años, efeméride que rememora el inicio de la mayoría de edad de la Orientación y Asesoría Escolar.

De los genes pedagógicos de la primigenia

El surgimiento de la enseñanza y de la escuela pública tiene sus bases en el pensamiento de personas que han creído, precisamente, que la formación del intelecto y el cultivo de las emociones, el forjamiento del talento, el talante artístico y la axiología, son el pilar que le da sentido a la vida. La paideia y el movimiento de los griegos son uno de los referentes de mayor peso en la historia; de ahí que expresiones como “Conócete a ti mismo”  sean tan citadas, por la referencia directa a las potencialidades del ser humano, las cuales le permiten adentrarse en su Yo, para inventariar sus propias capacidades, limitaciones y posibilidades.

Platón, en “La República”, aducía que cada trabajador debería destinarse para desempeñar la ocupación a la cual podría adaptarse con naturalidad. Cicerón, dentro de sus planes educativos, afirmaba: “debemos decidir qué clase de hombres deseamos ser y a cuáles llamados de la vida debemos seguir”*. Es por eso, que hoy se colige, que la pedagogía, como saber teórico-práctico explícito sobre la educación, está condicionada por la visión  amplia o estrecha que se tenga sobre la educación y a su vez, por la visión que se asuma del hombre como ser que crece en una sociedad[1]. La Orientación no es ajena a esta postura.

Pascal, abogó por la importancia que tiene la selección inteligente y adecuada de la ocupación. Locke, expresaba: “la naturaleza y aptitudes de los niños deben estudiarse como medio para la determinación de sus capacidades para el aprendizaje”. Podríamos proseguir enunciando los textos de Vives, Rousseau, Comenio, Pestalozzi, Montessori, Freinet, Vigotsky, Piaget, Decroly, Freire, Ausubel, Gardner, Freire, Illich o si se quiere escrutando los modelos educativos: Democratizador, la Educación como Recurso Humano, la Educación como superación de la marginalidad, el Modelo Técnico Científico Liberal, los Modelos Críticos, el Modelo de la Reproducción, el Modelo de Resistencia, los de redes, la Escuela como Aparato Ideológico del Estado, el modelo de la Tecnología Educativa y, por supuesto, el modelo d escuela neoliberal, entre otros, para dilucidar su interés específico por la educación, la pedagogía, la didáctica y en general la escuela; pero esa faena será para verla en otra corrida.

* Algunos de los elementos tomados en este escrito corresponden al trabajo de grado realizado por: SIERRA MIGUESES, Flora Stella. Estudio comparativo sobre orientación y consejería escolar en el sector oficial y privado de educación básica secundaria D.E. de Bogotá. Bogotá : Universidad de la Sabana, 1985.

[1] LUCIO A., Ricardo “La construcción del saber y del saber hacer”. En: Aportes 41. Dimensión Educativa, Santafé de Bogotá: 1994  p. 42.

El parentesco geopolítico de la impúber.

En el itinerario que ha seguido fémina, particularmente en los últimos seis decenios -desde el primer diagnóstico elaborado por la Misión Currie (1949), en la que participaron expertos del BIRD, Fondo Monetario Internacional, la FAO y la Oficina Panamericana de la Salud, pasando por la Misión Lebret (1954); la Misión Alemana(1965); el Proyecto Multinacional de Televisión Educativa (1968), el Modelo de la Tecnología Educativa (1970-84); la Reforma Curricular del 70(Decretos: 088/76 y 1419/78), la Promoción Automática; los Logros, Indicadores y Niveles de Logro (Resolución 2343), las Competencias, los Estándares Curriculares y los Ciclos –los maestros colombianos, inmersos los orientadores, hemos asistido a la implementación de una política educativa, por intermedio del Estado, decidida por organismos internacionales y centrada en la racionalidad económica, forzando a la escuela, al maestro y a los estudiantes a funcionar como una empresa.

Dentro de este alambrado camino, la Orientación y los maestros levantamos la voz para expresar, ante la sociedad y el mismo Estado, nuestro sentir y pensar respecto a la teleología de la educación, la pedagogía, la didáctica y la socialización en la cultura. Esa acción se conoce como Movimiento Pedagógico[2].

Hacia 1957, estando Colombia regentada por una Junta Militar, en el campo educativo, el  país empieza a inscribir sus prácticas de la escolarización, en una política de posguerra conocida como la Mundialización de la Educación; política que trajo consigo el concepto de Desarrollo y Planeación; porque hay un viraje de las orientaciones pedagogicistas predominantes hasta 1940 y circunscritas con el Movimiento de la Escuela Activa, hacia las orientaciones economicistas. Se tiene conocimiento de la creación de la Oficina de Planeación en 1950 y se cuenta con el primer diagnóstico de la Educación en Colombia, realizado por Lauchlin Currie(1949), en la que participaron – como ya quedó dicho- expertos del BIRD, Fondo Monetario Internacional, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Oficina Panamericana de la Salud.

La primera Misión para el Desarrollo fue enviada por el Banco Mundial. La orientación economicista toma un auge vertiginoso, apoyada en el marco de relación Economía – Capital Humano – Educación, poniendo esta última al servicio de la formación del recurso humano, para las necesidades del desarrollo económico, privilegiando formas de enseñanza como el entrenamiento, adiestramiento, capacitación e instrucción. Completan este panorama, el Primer Plan Quinquenal de Educación realizado en 1957, bajo la salvaguardia del extinto padre de la excandidata a la presidencia, Ingrid Betancurt y haciendo caso a las recomendaciones de la Misión Currie y  de la Misión francesa, en cabeza del padre Lebret.

En el mismo año se  creó el SENA. Cuatro años después, se organiza el Planeamiento Integral de la Educación, emanado de Punta del Este, teatro donde se le da alma a la Alianza para el Progreso. En este mismo año se realiza el Primer Plan Quinquenal de Educación, ensamblado en los nuevos conceptos de Democracia y Desarrollo, provenientes del país regentado por los herederos de George Washington.

La fisonomía de la criatura

En Colombia, el desarrollo de la Orientación y Consejería Escolar, en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX, ha tenido sus modalidades, desde los programas dirigidos especialmente a la Orientación Profesional. Los servicios de Orientación contemplaban los objetivos educacionales en el individuo. Estos servicios proporcionan elementos al estudiante en todas las tareas de la vida; ayudándole a definir objetivos razonables, encausar su adaptación en todas las situaciones del devenir y convertirlo en un individuo seguro, integral, autónomo y autorregulador de sus actos.

La orientación no estaba destinada sólo a personas en estado de ansiedad, infelicidad o incapaces de adaptarse a las circunstancias de la vida. La tarea básica de la orientación gravitaba alrededor de la ayuda al individuo, en la  transformación de sus posibilidades, en logros y satisfacciones reales.

Modelo de Escuela Alianza. Escuela Juan XXIII Bogotá.

La legislación colombiana permite leer, entre líneas, las siguientes referencias, que hacen parte de una cronología que bien vale la pena escrutar.

  1. El Decreto No. 3547, del 27 de noviembre de 1954, creó seis Institutos de Estudios Psicológicos y de Orientación Profesional.
  2. En 1955, el MEN estableció una oficina, para adelantar estudios concernientes a la organización del Instituto de Estudios Psicológicos y de Orientación Profesional.
  3. El Decreto 1326, del 24 de julio de 1958, reorganiza el MEN y de paso cambia la denominación anterior por la de “Centro de Psicotecnia y Orientación Profesional”, dependiente de la Oficina de Planeamiento.
  4. El Decreto 1637, del 12 de julio de 1960, le da la denominación de: “Sección de Orientación Profesional”, adscrita a la División de Servicios Técnicos.
  5. El Decreto 3157 de 1968 cambia la denominación anterior por la de: “Sección de Orientación Psicopedagógica”, bajo la tutoría de la División de Bienestar Educativo, con la finalidad de estudiar, analizar y proponer soluciones, en lo que respecta a la Orientación Psicopedagógica para Establecimientos de Educación,  en colaboración con Entidades y Organismos Asesores del MEN.
  6. El Decreto 080, del 22 de enero de 1974, contempla, que es indispensable ofrecer Servicios de Orientación y Asesoría Escolar en los Establecimientos Educativos. El MEN, en uso de sus atribuciones legales, por Resolución 1084 del 26 de febrero del mismo año, crea los Servicios de Orientación y Asesoría Escolar, para los Establecimientos Educativos Oficiales del país, definiendo objetivos del servicio y las funciones de los profesionales especialistas en el área.
  7. El Ministerio de Educación Nacional, mediante la Resolución 1084 del 26 de febrero de 1974 crea el “Servicio de Orientación y Asesoría Escolar”, para los establecimientos educativos oficiales del país, por considerar que era el medio más indicado, para llevar a cabo la tarea de prevención primaria de las enfermedades mentales, trastornos emocionales y perturbaciones psicosomáticas que, en ese momento, alcanzaban altos índices.
  8. Con la Expedición de la Resolución 2340 del 5 de abril de 1974, el MEN define las funciones y establece, en el artículo 1º: “Para ejercer una mejor prestación del servicio de orientación y asesoría escolar, los establecimientos educativos oficiales contarán con un asesor por cada 250 estudiantes”.
  9. A través de la Resolución 12712 del 21 de julio de 1982 se reglamenta la Orientación Escolar, para los niveles de Educación Básica y Media Vocacional y se asignan las funciones a los Docentes Especialistas en esta área, que en los Institutos Nacionales de Educación Media Diversificada INEM, se han venido experimentando con éxito. En el artículo tercero, de la citada Resolución, se reglamentan los Programas de Orientación Escolar, que deben desarrollarse en los planteles de Educación Básica Secundaria y Media Vocacional: Ambientación Escolar, Asesoría a Direcciones de Grupo, Orientación Académica, Encuentros Formativos de Padres e Hijos, Orientación Vocacional, Programas Especiales de Carácter Formativo, Seguimiento de Egresados, Investigaciones Socio-Educativas.
  10. En 1984, por intermedio del Decreto 1002 del 24 de Abril, se establece el Plan de Estudios para la Educación Preescolar, Básica Primaria, Secundaria y Media Vocacional de la Educación Formal Colombiana. En el Artículo 10, se lee: “la Orientación Escolar debe facilitar a los alumnos la interpretación, integración y proyección de sus experiencias, en función de su desarrollo personal y social. La Orientación Vocacional, como parte de la Orientación Escolar, se debe desarrollar a través de todo el proceso educativo, facilitando al estudiante el conocimiento de sus aptitudes e intereses, de las necesidades que le ofrece el medio, con el fin de que pueda tomar decisiones responsables sobre su futuro”.

En este mismo año, en la ciudad de Bogotá, tuvo lugar el Primer Congreso Nacional de Orientación Educativa, organizado por la Asociación Colombiana de Especialistas en Orientación y Consejería Escolar, el MEN,  la Universidad Externado de Colombia y la Oficina de Educación Iberoamericana  -OEI -. Los retos propuestos fueron:

* Caracterizar la Orientación Educativa como nueva Pedagogía Renovadora, frente al reto de una nueva educación.

* Reflexionar acerca de las bases para una Renovación Educativa que conduzca a nuevas formas de pensamiento y actuación del hombre colombiano.

* Ubicar el rol de la Orientación frente a una sociedad de cambio, de tal manera que pueda contribuir eficazmente a la formación de un nuevo hombre colombiano y a la cimentación de una sociedad más justa[3].

  1. La Ley 115 de 1994 establece como Modalidades de Atención Educativa, cinco grupos de poblaciones: Personas con Limitaciones o Capacidades Excepcionales, Adultos, Grupos Étnicos, Campesino y Rural y Rehabilitación Social, población hoy integrada a la Educación Formal. Para poder cumplir a cabalidad con los Fines de la Educación planteados por la Ley General de la Educación y sus Decretos Reglamentarios, es necesario retomar el Artículo 3 de la Resolución 2340 que establece: “El equipo de Especialistas de Orientación y Asesoría Escolar”.

El MEN tiene el deber y la función de dar cumplimiento a las normas educativas y no puede ir en contravía de éstas ni de la realidad social de un país convulsionado que convierte a cada escuela en un pequeño país que vive en su interior la crisis del contexto. Es por ello que el Servicio de Orientación y Asesoría Escolar necesita el concurso de todos los profesionales que integran actualmente el equipo de especialistas, para atender las necesidades de los cinco grupos poblacionales. Esta labor no la puede realizar una sola persona, debe estar en manos de equipos de especialistas de diferentes disciplinas.

  1. La Ley 715 y su decreto 1850, haciendo eco del Nuevo Estatuto de Profesionalización Docente (Decreto 1278), explicitan tres elementos preocupantes. El primero, entregarle a los docentes la orientación escolar, sin tener en cuenta la formación disciplinar, haciendo caso omiso de los requerimientos éticos, técnicos, terapéuticos, investigativos y científicos que la atención a niñas, niños, jóvenes y adultos demanda. Se descontextualiza la dinámica escolar atravesada por el conflicto, escenario donde se demanda más la intervención en problemas de familia, violencia grupal, satanismo, suicidio, drogadicción, estrés, desesperanza, fobias, vulneración de derechos humanos, problemáticas que abogan más por su resolución inmediata, que por la SED de conocimientos regulados y legítimamente trasmisibles por el maestro.

Colegio de Quibdó, Chocó

El segundo, desaparece de la Educación Básica Primaria el Servicio de orientación, dejando de lado el valor del mismo en la formación del niño-a, desconociendo las condiciones familiares, afectivas, de socialización primaria y la violencia en que están creciendo los niños y niñas que asisten a la escuela pública, entre otras cosas porque esta última no ha escapado al conflicto armado y de guerra que vive nuestro país. Se olvida del mandato de la Ley 115, que además de estipular unos objetivos para la orientación y el fin de la misma, explicita que cada institución debe contar con orientación escolar, entendiendo por institución no el producto de las fusiones sino los centros educativos existentes en el momento en que se expidió la norma.

Como tercer elemento emerge la potestad que asume el MEN, para definir otros criterios para la asignación de los orientadores. Son criterios que se cimientan en tres ámbitos a saber: parámetro, perfil y funciones. En lo que atañe al primero, la pretensión es acercarlo a 1000 estudiantes por orientador, hecho hoy vivenciado en los colegios del Distrito. Actualmente la norma no derogada es la resolución 2340 del 5 de abril de 1974, en la cual el MEN definió las funciones y estableció -como ya se anotó-: “Para ejercer una mejor prestación del servicio de orientación y asesoría escolar, los establecimientos educativos oficiales contarán con un  asesor por cada 250 estudiantes”.

Vista parcial del occidente Bogotá DC.

El perfil contemporáneo de la orientación escolar en el distrito está conformado por diferentes disciplinas, aunque no en colectivo: Psicopedagogía, Trabajo Social, Psicología, Fonoaudiología, Terapia Ocupacional, Pedagogía Reeducativa, Educación Especial, Sociología y algunas licenciadas con especialización en orientación escolar. La pretensión del MEN era dejar solamente a las personas que tenían formación específica en Orientación Escolar; no obstante, en el cuestionado concurso del 2004 no se convocó para este ramo.

Acerca de las funciones, cabe destacar el capricho del MEN, dado que el legislador estipuló los objetivos y el sentido en los artículos 40 del Decreto 1860 y 92 de la Ley 115.  Se percibe, además, la intención del gobierno de acabar con la orientación escolar y enviar a esos maestros al espacio natural de proveniencia: el aula de clase. Dos de las secuelas más sentidas, por quienes laboramos en orientación escolar, son las 8 horas dentro de la institución y la desmembración progresiva de los equipos por el retiro de maestros-as orientadores-as, dada la edad de jubilación, la reubicación de otros-as en el aula o como directivos docentes y la renuncia por el acoso laboral.

La orientación vocacional. Una criatura entre la adversidad y la potencialidad

…El trabajo de un intelectual no consiste en modelar la voluntad política de los demás; estriba más bien en cuestionar, a través del análisis que lleva a cabo en terrenos que le son propios, las evidencias y los postulados, en sacudir los hábitos, las formas de actuar y de pensar, en disipar las familiaridades admitidas, en retomar la medida de las reglas y de las instituciones y a partir de esta re-problematización (en la que desarrolla su oficio específico de intelectual) participar en la formación de una voluntad política ( en la que tiene la posibilidad de desempeñar su papel de ciudadano).

  1. Del registro civil de la Orientación Vocacional… Primer punto de vista.

INEM del Tunal, Bogotá DC.

La Orientación vocacional es una criatura que nace en Angostura (Faciolince, 2004)  a mediados de 1960. La paternidad se le atribuye a las Escuelas Comprensivas Americanas (Norteamericanas diremos nosotros para ser más precisos) y la maternidad a los colegios INEM. El parto ocurre, luego de que el Ministerio de Educación realizara  una ecografía a la Educación Secundaria colombiana. En esa radiografía se encuentra una marcada preferencia por lo académico, tendencia que no es bien vista por las autoridades educativas, influenciadas por las políticas desarrollistas, cuya médula espinal fue la Alianza para el Progreso, transferidas desde los EEUU.

En este ir y venir de acontecimientos, la criatura nace en 19 Institutos de Educación Media Diversificada -INEM-, distribuidos en las principales ciudades del país. Al decir del profesor Alberto Martínez Boom (1994, 130) “los INEM constituyen, al lado del SENA, uno de los casos más importantes de transferencia durante la década del sesenta. Transferencia, en tanto que su diseño obedeció al modelo ofrecido por las escuelas comprensivas americanas”.

Los INEM buscaron constituirse en “centro de demostración”, para apoyar una reforma educativa en el país, cuyos pilares fundamentales estaban en la especialización, la eficiencia y la democracia. En lo concerniente a la orientación vocacional, se esbozaba como una preliminar ventaja que los servicios de orientación y consejería podían ser creados en estas escuelas con la esperanza de que una vez conocido el valor de los mismos, otras escuelas los incluirán también”.

De acuerdo con los estudios del profesor Víctor Manuel Gómez (1995, 54-66): el proceso de Orientación Vocacional fue tomando corporeidad al ser organizado en tres ciclos secuenciales, que contaban con horas específicas dentro de la llamada carga académica: Exploración Vocacional y Elección en los grados 6º  y 7º, Iniciación Vocacional en los grados 8º y 9º y Orientación Profesional en 10º y 11.

De ahí en adelante, la criatura fue socorrida con contribuciones de los planes de gobierno y con políticas internacionales, unas ansiando inyectarle anticuerpos para su crecimiento y otras debilitando su estatura. La expansión de la escolarización en los decenios del 70, 80 y 90 retomó partes del modelo de los INEM, en cuanto a los departamentos de orientación escolar se refiere, empoderando esta dimensión en la cultura escolar. No obstante, ya en el ocaso del siglo XX y el los albores del XXI, la reputación de la orientación escolar y Vocacional se ve muy mermada, de una parte por la alteración de los tres ciclos que contenía el esquema inicial y de otra, porque las medidas económicas fueron aminorando los docentes del campo en cuestión.

Podemos correrle el cerrojo a este primer punto de vista aseverando, que pese a los reparos que tengamos con respecto a la criatura, a su consanguinidad y afinidad parental, ésta marcó una pauta, nos aportó neuronas para aprender a gatear y dejó las primeras huellas de ese gateo, para que las generaciones ulteriores contasen con unas aprendizajes claves en el crecimiento de la Orientación. La Resolución 1084 del 26 02 1974, referida en un acápite anterior, es un ostensible ejemplo.

  1. De sus andanzas en el terreno escolar. Segundo punto de vista.

Antes de pisar tierra, la orientación vocacional dentro de un modelo de escolarización diversificado, para el MEN la educación secundaria era negativa y disfuncional, porque su tendencia estaba en posibilitar a los educandos la continuidad en la llamada Educación superior. Al parecer se seguía con el legado del siglo XVIII en cuanto al papel de la secundaria, de preparar para el trabajo intelectual y eso no se veía con buenos ojos en Colombia, porque la intelectualidad estaba reservada para las élites hegemónicas, entre tanto la politécnica era afín a las clases subalternas, evocando dos conceptos gramscianos( García Huidobro, 1978).

No obstante, la educación técnica y vocacional, que surgieron como alternativa de segunda categoría para la clase proletaria en el siglo referido, cobraba relevancia dentro de las políticas que el gobierno de turno quería implementar y efectivamente lo logró.  En esta relación de la formación intelectual y la material se vuelve a evidenciar la escisión entre trabajo intelectual y trabajo material, avivando nuevamente ese audaz debate sobre la división social del trabajo y acerca del sentido del intelectual orgánico, volviendo a Gramsci.

Rostro del municipio de Guapí, Cauca.

No sobra recordar en esta breve cronología, que desde finales de los años 60, Colombia se compromete, a través de la firma de un pacto internacional, con la obligatoriedad de la educación primaria, asunto que no ha logrado, porque aún quedan alrededor de 1.500.000 niños y niñas por fuera del sistema escolar. Y desde ese entonces la capital del país, posee jornadas de emergencia, institucionalizándose dos y tres jornadas escolares en los centros escolares oficiales, a cambio de una, tal como lo retoma la Ley General de la Educación.

Dentro de estas andanzas, la Orientación Vocacional hace suya la implementación de instrumentos y estrategias relacionados con la exploración e iniciación vocacional, al igual que la orientación profesional, fomentando el desarrollo de destrezas y habilidades tal como lo rezaban los objetivos del Modelo de la Tecnología Educativa, afirmado en el decenio del 70. Esa identificación de destrezas y habilidades contribuyó notoriamente con la elección de la modalidad (Comercial, Industrial, Promoción Social y Agropecuaria), la carrera y el empleo de los estudiantes del INEM. Estos trajes con que se visten las políticas educativas, exportados por el país del Norte,  han tenido sus reproches en Norteamérica (Macedo, 1994), porque allí las políticas educativas por largo tiempo quisieron reducir el aprendizaje a la adquisición de habilidades desprovistas de contenido cultural.

No podemos olvidar que por estos años la teoría desarrollista sigue su curso y junto a ella la preocupación por la satisfacción de Necesidades Básicas, dentro del modelo del estado Keynesiano. Pero no es la mirada de la necesidad tal como lo expone Manfred Max Neef (1989), tampoco como lo despliega Amartya Sen (Morris, 2002), sino es más bien al estilo asistencialista -como ya lo anoté-, respondiendo incluso preguntas no formuladas por los beneficiarios de las políticas educativas.

Escuela de Puerto Nariño Amazonas.

En el terreno educativo,  Jacques Delors (1996),  ha emprendido una dantesca tarea que culmina con el esbozo de los 4 pilares básicos de la educación en el informe a la UNESCO, por la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI. Esos pilares tienen como núcleo central: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser, afectando sin duda la orientación vocacional de los jóvenes con el discurso y en la práctica e igualmente, priorizando el aprendizaje como necesidad Básica e intentando relegar la enseñanza al sótano de la escuela.

Y, permítanme apuntalar acá, que a finales del 70, los educadores colombianos, dentro de los cuales estamos más del 95% de los orientadores y orientadoras, logramos con la lucha sindical y comunitaria, la promulgación de un Estatuto, que dignificó nuestra situación profesional, laboral, política y familiar (Decreto 2277 de 1979). Esa conquista ha sido marchitada por el estío de un acto legislativo modificatorio del la Constitución de 1991, siendo uno de los vanagloriados el entonces Ministro de Hacienda, hoy presidente de la república: Juan Manuel Santos. El ajamiento de la conquista ha puesto en una amplia desventaja salarial, prestacional y profesional a los nuevos colegas y al magisterio que está ingresando con otro estatuto docente (Decreto 1278 de 2002).

Los años 80, a su turno, fueron el caldo de cultivo de la intelectualidad en el magisterio colombiano, porque al lado de la lucha gremial floreció el Movimiento Pedagógico. Un movimiento en el que los educadores reivindicamos la pedagogía, auscultamos nuestra autonomía como sujetos políticos, empoderamos la profesión como intelectuales orgánicos y creamos nuestros propios medios de divulgación del pensamiento pedagógico y político. Los educadores de Angosta –volviendo a Héctor Abad Faciollince-, dijimos al unísono con Foucault: “La razón de ser de los intelectuales consiste sobre todo en la modificación del propio pensamiento y en la modificación del pensamiento de los otros”. Curiosamente, las Naciones Unidas declararon a estos años como la década perdida en educación.

Los años 90 ven nacer a otra criatura: La Ley General de la Educación y su progenitora la Constitución Política de 1991. El vientre de estas personalidades se llamó: Globalización de la economía y esa situación reincide en las políticas sociales, porque los modelos de desarrollo definen los modelos de asistencia a las personas en campos como salud, educación, servicios y los regímenes democráticos. José Saramago nos dejó en claro, que “vivimos en lo que se puede llamar una democracia formal; pero no sustancial. El problema es que por encima del poder político hay otro poder no democrático que es el económico. Y no podemos decir que vivimos en democracia cuando ésta no dispone de ningún medio para impedir los abusos del poder económico” (Mogollón, 2004). El modelo del estado Neoregulador- como lo define el profesor Alejo Vargas- neoliberalizó la escuela imponiendo, entre otras políticas, unas formas de evaluación enmarcadas no en el discurso pedagógico sino en el discurso de la econometría.

La relación costo beneficio es un ejemplo palmario, que da cuenta de la justificación de un estilo de evaluación en el que el 95% de los escolares, como mínimo, debía ser promocionado, por encima de cualquier consideración ética, pedagógica y profesional del docente, porque el Estado no podía seguir perdiendo dinero en los estudiantes no promovidos, pero con una cortina de humo: abogar por la no deserción de los niños, niñas y jóvenes. Esa justificación tenía y aún conserva fuerza de ley, porque el modelo ha adecuado para sí el aparato judicial.

Es el periodo en que el discurso pedagógico se enrarece con el de la economía. Los objetivos pedagógicos son sustituidos por los logros, los indicadores de logro y años después por las competencias y los estándares. Ante el enrarecimiento pedagógico del cual habla al profesora Olga Lucía Zuluaga, la mayoría de los educadores, a diferencia de la acción política- pedagógica del magisterio de los ochenta, asume una actitud reproduccionista, las resistencia es prácticamente pasiva, incluso en la lucha sindical hay un reflujo.

Estudio publicado por CODEMA

En ese río revuelto, la Salud de los colombianos evidencia la catástrofe de la implementación del modelo de desarrollo según los datos oficiales del 2008, 44 de cada 100 colombianos experimentábamos algún tipo de trastorno mental leve, moderado o severo. En esa lógica arbitraria, por cada 100 escolares, un curso como el modelo que ha impuesto el Ministerio de Educación Nacional y la Secretaría de Educación Distrital (mínimo 40 estudiantes), sería motivo de intervención por los organismos de salud. Si un colegio tiene 3000 educandos matriculados, 1320 tendrían trastornos de salud mental, es decir, 33 cursos de 40 alumnos. De paso apuntemos, que en esos informes del Ministerio de Protección Social, se resalta un ascenso del 400% de la consulta siquiátrica y sicológica de los niños, niñas y adolescentes.

La situación de los educadores no es nada alentadora. De los escasos estudios sobre salud mental hechos a docentes, las universidades Nacional de Colombia, los Andes y la Javeriana señalan, que la dimensión del SAP más frecuentemente reportada como alta es el cansancio emocional: 43.9% de los docentes reportan valores altos o medios en falta de realización personal; 49.8%, en despersonalización, y 57.4%, en cansancio emocional. Y por lo menos 25% reportan alto en cualquiera de estas dimensiones. Concuerdan los datos con los reportes de las EPS, en lo relativo a la consulta siquiátrica y sicológica, en un estimativo de 25% a 30% en los últimos 3 años (Ospina, González B.y otros, 2009, 41-60).

Y podría seguir enunciando abstracciones de la realidad colombiana, para debilitar el romanticismo de quienes creen ingenuamente que el asunto de la Orientación Escolar y Vocacional está en hacer transferencias de modelos, tal como acurró con los INEM, el Diseño de la Tecnología Educativa, las Guías Alemanas, la Promoción automática, los Logros e Indicadores, las Competencias, los Estándares y ahora los Ciclos, políticas en las que los Técnicos del Saber Práctico y los intelectuales serie C, como los denominó Sartre, nos han querido desconocer como intelectuales, porque nos dicen qué es lo que debemos hacer. “¿Con qué derecho podría hacer esto un intelectual? – preguntaría Foucault. “Basta con recordar todas las profecías, promesas, exhortaciones y programas que los intelectuales han llegado a formular durante los dos últimos siglos y cuyos efectos conocemos ahora”.

En este complejo panorama, algunos de lectores del documento, percibirán un ligero aire de pesimismo. Pero «no soy un pesimista, soy un optimista bien informado». No obstante, comparto la apreciación de Saramago cuando asevera que los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay. Trátese de pesimistas o de optimistas, el contexto no se puede desconocer y parte de lo expuesto hasta acá es palpable en la escuela y en la sociedad colombiana. Aquí, como lo dijo el escritor Moreno Durán: “Todos nacemos  sospechosos y morimos culpables”

Bueno, intento cerrar este aparte recordando la anécdota de un estudiante de grado 11, quien en una sesión de Orientación Vocacional, en la que enfatizábamos en la elección de una carrera universitaria, como parte del llamado proyecto de vida, él joven se levantó de su silla y dijo: “¿De qué proyecto de vida hablan tanto ustedes, por qué nunca hablan de la muerte, acaso ella no hace parte del proyecto de vida de muchos jóvenes que se están suicidando?  Y me perdonan que yo  les diga esto orientador y compañeros, pero es que como vamos, yo creo que yo no alcanzó a sacar mi cédula… y les pido que no me pregunten por qué?”

La verbalización hecha por el joven interpelaba el estado de morbilidad en que se hallaba. Era el grito de la desesperanza ante un estado indolente, ante una sociedad cómplice y ante una actitud humana esquizofrénica en el discurso, porque poco y casi nada se sabe hoy por los benefactores del derecho a la educación. El hambre tiene un color pálido, la pobreza un sabor amargo, la ignorancia es sórdida  y la salud posee una mirada agónica en los niños, niñas, adolescentes, jóvenes, docentes, padres y madres de familia.

En el decenio del 60, cuando el país más rico del mundo empezó a redescubrir la pobreza, un académico escribió: “Es bastante malo que un hombre sea ignorante, ya que ésto lo priva de la comunicación con el pensamiento de otros hombres. Es peor tal vez que un hombre sea pobre, ya que ésto lo condena a una vida de limitación y desvelos en la que no hay tiempo para soñar ni tregua para el agotamiento. Pero con seguridad es mucho peor que un hombre no tenga salud, ya que esto le impide luchar contra su pobreza o su ignorancia”. Por ese mismo tiempo, Alvin Tofler (1971), le advirtió al mundo acerca de estas crisis en su estudio: El Shock del futuro.

De las andanzas de la Orientación Escolar y Vocacional se puede inferir, que el Estado ha sido un padre irresponsable con esta y con otras criaturas creadas y adoptadas, porque no les ha suministrado los satisfactores adecuados a sus necesidades; por el contrario, ha castigado a los nacionales sometiéndolos a la odisea de la pobreza (65%), al maremágnum de la ignorancia, al flagelo de la violencia, a la pesadilla del desempleo, al abismo de la enfermedad y la condena de muerte. No obstante, ante tanta adversidad, la criatura ha tenido la virtud de mirar la realidad con mucha imaginación y eso le ha posibilitado sobrevivir ante la angustia tanto física como sicológica, nacida de la sobrecarga de los sistemas físicos de adaptación del organismo humano y de sus procesos de toma de decisiones.

  1. El rejuvenecimiento de la criatura. Tercer punto de vista

No todas las bajas en la guerra son por muerte. La orientación vocacional sigue viva, pero endémica, La solución no es atacar síntomas sino la etiología de sus males. Por eso, un modelo de orientación vocacional debe partir de los aprendizajes que ha tenido la criatura a lo largo de casi medio siglo. También debe acogerse al contexto histórico, social y político que estamos viviendo, no podemos seguir intentando transferir enfoques impertinentes. Simón Rodríguez sostenía: ¡O inventamos o erramos!

Requerimos inventar y tenemos con qué, porque somos intelectuales orgánicos, no somos operarios de un sistema, ni Técnicos del Saber Práctico, volviendo a Sartre. García Márquez (2003) nos recuerda que los colombianos disfrutamos de la expresión superior de la inteligencia humana: la creatividad y de un don intermedio que merece nuestra atención, se trata – apunta él- “de una plasticidad extraordinaria, para asimilarnos con rapidez en cualquier medio y aprender sin dolor los oficios más disímiles.”

En estos casi cinco decenios de existencia de la Orientación Vocacional en Macondo se requiere no solamente retomar su iniciación en los primeros años de bachillerato sino extenderlo a la primaria y recuperar la infancia para la pedagogía y no para el asistencialismo, porque en Colombia uno de los flagelos serios es tener a la primera infancia, a los  más pobres -económicamente hablando-.a merced de las madres comunitarias y no en la mente, en el corazón y en las manos- como diría Pestalozzi-  de los mejores licenciados y especialistas de preescolar. En estas condiciones la vocación nace muerta, porque los talentos no se potencian sino que se desperdician, es lo que Giroux (1994) denomina la Pedagogía del engaño.

El rejuvenecimiento de la criatura tiene mucho que ver con no dejar para tarde, como siempre se ha hecho, al menos en la educación pública, el desarrollo de las habilidades, el cultivo de las emociones, la potenciación del pensamiento y la producción de conocimientos. En Colombia necesitamos profesionales si no felices por lo menos altamente satisfechos de la profesión que han escogido, del oficio que cumplen, y para ello es necesario que la educación no nos dé solamente un recurso para el empleo, una fuente de ingresos, sino un ejercicio que permita la valoración de nosotros mismos, a través del arte, la ciencia y la tecnología tan descuidadas en nuestro sistema educativo.

Pensemos por un instante en la felicidad que suele dar a quienes practican las artes: los músicos, los actores, los pintores, los escritores, los inventores, los jardineros, los decoradores, los cocineros, y la de incontables y apasionados maestros y maestras, y lo comparémoslo con la tristeza que suele acompañar a cierto tipo de trabajos en los que ningún operario siente que se esté engrandeciendo humanamente al realizarlo. Las ofertas de articulación de la educación Media con la superior no contemplan estas carreras que promueven la felicidad. Nuestra época, que convierte a los obreros en apéndices de los grandes mecanismos, en seres cuya individualidad no cuenta a la hora de ejercitar sus destrezas, es especialmente cruel con millones de seres humanos.

La orientación escolar y vocacional no debe propender porque los estudiantes escojan profesiones rentables sino porque la profesión o el oficio que prefieran lo vuelvan rentable, precisamente por el hecho de que se la ejerce con pasión, con imaginación, con placer y con recursividad. Podemos aspirar a que no haya oficios que nos hundan en la pesadumbre física y en la neurosis, tal como viene ocurriendo en el mundo. “El crimen es falta de patria para la acción, la perversidad es falta de patria para el deseo, la locura es falta de patria para la imaginación”, sostenía Estanislao Zuleta. La orientación Vocacional puede seguir ayudando a construir patria para la imaginación, patria para el deseo y patria para la acción

Mantengámosle un buen traje a la criatura…

A las personas se les trata de acuerdo con su manera de ser y de vestir, se dice en Colombia. La  Orientación escolar y vocacional siempre ha mantenido un buen traje, aunque los malos vientos y los inclementes soles han querido corroerlo y descolonizarlo. Ante esa adversidad, el cuerpo que sostiene esa vestimenta no ha dejado ceder el traje, porque su consistencia ética y epistemológica potencian el ser y el quehacer nuestro.

Las orientadoras y los orientadores del mundo no podemos desconocer que el suelo por donde camina la criatura no está hecho para que colaboremos con los otros, sino para que siempre compitamos con ellos, y nadie ignora que hay en el modelo educativo una suerte de lógica del derby, a la que sólo le interesa quién llegó primero, quién lo hizo mejor, y casi nos obliga a sentir orgullo de haber dejado atrás a los demás. A ese derby nos viene impulsando la privatización de la educación y el mercado de la misma, lógica ante al cual la orientación escolar debe gritar todo lo que las demás criaturas callan, porque sus pulmones son potentes para ello y su voz siempre es y será escuchada.

“Creen los que mandan que mejor es quien mejor copia”, dice Eduardo Galeano. Los orientadores no somos mejores por copiar sino por ingeniar y por inspirar. La orientación vocacional debe ser eso, no un discurso alienante y rimbombante sino un acto de inspiración. William Ospina (2010) se interroga en su artículo: Preguntas para una Nueva Educación: ¿Sí la lógica deportiva del primer lugar es la más conveniente en términos sociales? Y la pregunta tiene asidero sobre todo, porque no toda formación debe buscar individuos superiores, hay por lo menos un costado de la educación cuyo énfasis debería ser la convivencia y la solidaridad antes que la rivalidad, la competencia y el ser exitoso-a. La conviviologìa sería uno de esos costados.

La Orientación Escolar y vocacional ene este casi medio siglo, no solamente ha abierto un camino sino una autopista, no simplemente ha aportado granitos de arena sino glebas de la misma, exclusivamente ha aprendido a vivir como ser acuático, terrestre y aéreo, sino que se ha provisto como ser anfibio, porque se mueve en los distintos lenguajes. A lo largo de esa autopista, al interior las glebas, en lo alto de los aires, en lo profundo de las aguas y en espinoso lado de la plataforma continental, todavía nos  queda un país de fondo por descubrir en medio del desastre, una Colombia secreta que ya no cabe en los moldes que nos habíamos forjado con nuestros desatinos históricos.

Las orientadoras y los orientadores no podemos olvidar, que Colombia está aprendiendo a sobrevivir con una fe indestructible, cuyo mérito mayor es el de ser más fructífera cuanto más adversa. Y ese es el terruño donde la criatura ha nacido, ha crecido, se ha desarrollado, se rejuvenece, es la patria en la que debe seguir vigorosa su caminar, lenta pero segura o a ritmo de caracol: sin prisa pero sin pausa.

Bueno, y no encuentro mejores palabras para honrar a la quincuagenaria dama que evocando al escritor de Aracataca, para advertir que:  «La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla». En ese sentido, confieso que los heterogéneos relatos puestos en este primer documento y en el que aparecerá la próxima semana, no son más que un recuerdo parcial de las vivencias en el ejercicio del Trabajo social, en el escenario de la Orientación escolar; por lo tanto, la narrativa obedece a unos momentos históricos específicos y así debe comprenderse.

Con Eduardo Galeano en Cartagena/97

El sentido de su publicación se puede precisar con la ayuda de Eduardo Galeano cuando asevera que «la única manera para que la historia no se repita es manteniéndola viva», sobre todo para quienes están ingresando al magisterio y para quienes cursan estudios en la normal y en la universidad. En este lisonjero recuerdo faltan muchos episodios del pasado y del presente, sobre todo del último lustro. Sobre esas carencias, no dudo, que los lectores y sobre todo los orientadores coadyuvarán con  sus narrativas, para completar la obra y demostrarle a la encantadora dama que: “El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace”. Y esta es una demostración de querer lo que uno hace.

José Israel González Blanco

El Legado en el Distrito Especial y Capital (próxima entrega)

* Algunos de los elementos tomados en este escrito corresponden al trabajo de grado realizado por: SIERRA MIGUESES, Flora Stella. Estudio comparativo sobre orientación y consejería escolar en el sector oficial y privado de educación básica secundaria D.E. de Bogotá. Bogotá : Universidad de la Sabana, 1985.

[1] LUCIO A., Ricardo “La construcción del saber y del saber hacer”. En: Aportes 41. Dimensión Educativa, Santafé de Bogotá: 1994  p. 42.

[2]Merece especial atención recordar que por este tiempo el magisterio colombiano incursionó en una acción política  denominada Movimiento Pedagógico de la cual se obtuvieron muchas enseñanzas, entre otras la capacidad organizativa e impulsora de prácticas distintas a las impuestas por le MEN y los organismos multilaterales. Ver RODRÍGUEZ, Abel y otros (2002). Veinte años del movimiento pedagógico 1982-2002. Entre mitos y realidades. Bogotá: Cooperativa editorial magisterio/ Corporación Tercer Milenio. También la revista Educación y Cultura, legado de esta acción de los maestros y maestras  de Colombia.

[3] SIERRA MIGUESES, Flora Stella. Estudio comparativo sobre orientación y consejería escolar en el sector oficial y privado de educación básica secundaria D.E. de Bogotá. Bogotá: Universidad de la Sabana, 1985.

Historia de un león que no glorifica al cazador. Pt. 2.

Historia de un león que no glorifica al cazador: de la escuela rural a la escuela urbana de varones.

De la escuela rural a la escuela urbana de varones

La escuela de el batán, año 1964

El ingreso a la escuela era a los 7 años, edad en la que según los eruditos del sentido común, empezaba “el uso de razón”. La vereda que me vio nacer tenía una profesora para tres cursos, un tablero de madera color negro, tiza, almohadilla, un salón amplio hecho en adobe, con techo de caña brava, pañetado con muñiga de caballo y tierra y pintado con cal. El piso era de listón, ventanas de vidrio y una sola puerta de madera. Los alrededores estaban demarcados con árboles de eucaliptus, una cerca de piedra y el camino real. No había preescolar ni en el campo ni en el casco urbano.

Mis compañeros de primero vestían pantalones de dril de variados colores y con múltiples remiendos, alpargatas de tela, botas de caucho, camisa de manga larga y franela de bayetilla, terciaban su ruana y lucían el sombrero de paja o de pasta, para proteger la cabeza del sol y del aguacero. Las niñas siempre cubrían su cuerpo con falda y blusa, algunas usaban la ropa de las hermanas mayores. Calzaban sus píes con alpargatas o con zapatos de caucho, de su cabeza, también cubierta con un sombreo, adornado con plumas de gallineta y pavo real, descendían los moños tejidos en forma de crineja por las mamás, colgaban en su espalda o en el hombro el carriel con los útiles escolares, que no eran otra cosa que un cuaderno Cardenal de 100 hojas, el lápiz, los colores, la cartilla Charry y el catecismo…Pero no todos poseían los útiles ni todos calzaban sus píes, hubo quienes concurrían descalzos y prácticamente con el mismo traje de lunes hasta el sábado al medio día, cuando terminaba la semana escolar.

Rostro actual de la escuela. Inicialmente (1960) contó con la construcción que se ve al fondo.

Los de segundo y tercero vestían de manera análoga. Las clases iniciaban a las 8 de la mañana, hora en la que la profesora hacía sonar un cacho de res. Todos sabíamos que el sonido era la voz de la normalista rural, quien se paraba en un mojón de arena en la cabecera del corredor grande, para dar esa orden militar que todavía se oye en los patios de algunos colegios: “a discreción, atención, firmes”. Cada curso organizaba una fila india alternando niños y niñas. Ahí, todos firmes entonábamos el himno Nacional… en seguida a discreción, tarareábamos la oración matutina: “Esclarece la Aurora del bello cielo…” y, para completar, se rezaba el rosario, finiquitando con la persignación.

Culminada la ceremonia inaugural, se llevaba a cabo el ingreso al aula, un salón cuyo aseo era hecho al finalizar el día, por los alumnos, de acuerdo con el orden de lista, ayudados con ramas de hayuelo…Dentro del salón nos esperaban unas bancas de madera, largas y altas en las que acomodaba la profesora entre 6 y 8 niños. Generalmente la primera clase para los 18 niños de primero era de matemáticas, la profesora pasaba por los puestos y con un lápiz rojo imprimía un chulito en la hoja, luego explicaba el tema en el tablero y copiaba ejercicios para que los desarrolláramos, mientras ella dictaba las clases en segundo y tercero. El niño que iba terminando los ejercicios corría a donde estaba la educadora, para que le revisara y le diera el veredicto. Si todo estaba bien, el niño sacaba la cartilla Charry y se ponía a leer la lección que correspondía para ese día y a pasar los dibujos al único cuaderno que cargábamos en la chácara de fique, urdida en el telar de Don Sagrario.

A las 10 era el recreo. Todos presurosos desfilábamos a la finca de Don Polo, a refrescar los Tunacones con la urea expelida por los orines de los niños varones. Para las niñas y para quienes no querían que sus glúteos fuesen acariciados por las bajas temperaturas del aire andino, hacían fila para ingresar a una letrina o al pozo séptico. Cumplido este ritual retornábamos al patio sin cementar y cada niño sacaba del bolsillo el avío o la merienda, que en algunos casos era un mendrugo de arepa derivado de los granos de trigo Pelirroja Pardito o Colnariño, trillaos en la era de la casa, un bollo de mazorca, en otros, un pedazo de panela con una boruga de queso, había quienes llevaban harina de maíz tostado; no faltaba el niño que cargaba en un frasquito una porción de guarapo y lo ingería a escondidas, bajo su gabán de lana.

Las fronteras de la escuela.

Las medias nueves y las onces eran compartidas junto con cuentos y noticias del vecindario. La ingesta no demoraba mucho, porque el tiempo se prefería para jugar al Soldado libertador, las pichas, al botellón, al trompo, a la coca, al yoyo y quienes no portaban esos juguetes o no querían participar en los juegos de carreas, entonces trepaban en los árboles del entorno,  accedían a construir carros con piedras, palos, tusas y a recrearse con ellos en las carretas ingeniadas por los mismos estudiantes. No faltaban quienes siguiendo el ejemplo de los adultos, organizaban equipos de tejo, bolo y turra, apostando una cerveza dulce, imitando a los mayores.

 

 

Fisionomía actual de la escuela.

Media hora después volvía a sonar el cuerno para revelar el ingreso al salón. Casi siempre después del descanso un curso se quedaba en Educación Física, con el esposo de la profesora, un hombre que dedicaba el tiempo a cuidarla y en ocasiones cazaba palomas y torcazas con una carabina de cartucho. Entre tanto, la maestra del programa de enseñanza extractaba los temas para los grados restantes y colocaba al niño “más adelantado” de cada curso, a dictar, mientras que ella iba a la cocina a prender el fogón de leña y colocar el arroz para el almuerzo…llegadas las 11 AM, todos encumbrábamos las ruanas y los sombreros, nos santiguábamos y partíamos presurosos a la casa a recibir el almuerzo, preparado por la mamá, los abuelos, hermanas o vecinos.

A la 1 PM sonaba otra vez el cacho divulgando la continuidad de las clases… Generalmente uno, luego de caminar entre 30 y 60 minutos de la casa a la escuela, llegaba sudado y muy entusiasmado, entraba al salón a recibir las clases de sociales y de Ciencias Naturales. La profesora explicaba el tema y nos ponía a copiar con el lápiz y a dibujar en el cuaderno con colores. El lapicero solamente se usaba del grado segundo en adelante. A las 3 tañía el cuerno para el segundo recreo con características muy afines al de la mañana…a las 5 PM, luego de copiar las tareas venía el rezo y la largada para la casa, lugar donde los padres esperaban a los escuelantes para ir a ordeñar, recoger agua del aljibe, apiñar leña, asegurar el ganado, cenar y escuchar en el canto de la abuela, junto al fogón, el rosario emitido por la radio Sutatenza.

El examen para ingresar a segundo en la escuela urbana de varones      

…Recuerdo que los niños del campo, para poder ingresar a la única escuela urbana del pueblo, debíamos presentar un examen oral. Los jurados eran el jefe de grupo del municipio, el sacerdote, el alcalde, el gerente de la Caja Agraria, el médico, el personero municipal y algunas señoras y señores de familias prestantes, generalmente dueños de tiendas, devotos de  la legión de María y militantes asiduos del “glorioso” partido conservador. Ellos escuchaban con atención y cada uno hacía sus propias preguntas relativas a la historia del municipio, geografía, urbanidad de Carreño, catecismo Astete y contenidos propios del curso…la profesora sentía mucho miedo, porque lo que estaba en juego era su reputación, por eso insistía hasta el cansancio en memorizar y cuando algo se le olvidaba al examinado, ella trataba de darle pistas con señas y palabras, para que uno respondiera. Las coplas, los cuentos de la región y las adivinanzas eran muy aplaudidas…

Acá funcionaba la  escuela urbana de varones.

Aprobada la curiosa prueba, ingreso a segundo con la profesora Tulia, una señora viuda, proveniente del municipio de Socha, con una voz de soprano y muy rigurosa. Siempre mantenía sobre la mesa un florero con azucenas y brisa, el cuaderno de la lista y unos libros. Sobresalían las varas de pino y el yugo de madera con el cual se hacía efectiva la sentencia lancasteriana de castigar a los niños desaplicados e indisciplinados. De manera parecida a la escuela rural, las clases de matemáticas estaban en la mañana y las tareas eran tomadas por la profesora desde su silla de madera, estando ella sentada… Solamente se levantaba para castigar a quien “no daba ni atrás ni adelante” o a quien estaba distraído o atrasado en copiar.

Todos los días calificaba las tareas y los ejercicios… con el lapicero rojo registraba las notas de las previas menores de 3 y con azul las que iban de 3 a 5… Así eran consignadas en la libreta de jarabe Padrax, para que las leyeran los padres de familia sin tanta dificultad. La maestra dedicaba la mayor parte del tiempo a dictar de unos cuadernos forrados con papel a cuadros. También se valía de los niños más aptos para dictar, destacando la colocación de la ortografía con color rojo… para mitigar el cansancio de la mano y para romper la monotonía, sin alterar el orden, uno expresaba cosas como: “con quien pasamos hoja”, “quién me presta el tajalápiz”, “con quién jugamos palo libertado”, hasta que la profesora, dejaba de comer frutas en el escritorio para gritar: “silencio… silencio, ya no más…si siguen así los dejo sin recreo”…

En ese año me fue muy bien, obtuve el segundo puesto…mi abuelo, con quien yo viví desde los 6 meses, volvió a matricularme en los demás cursos hasta que culminé la primaria, conquistando una beca… los profesores de 4 y 5 eran los únicos hombres, uno de ellos compositor y escritor. La Sativeña (canción) y el libro: Destino histórico de un Pueblo son dos de sus magnas obras. El libro escrito por el profesor Parra, era una guía para aprender Historia, Geografía y cultura sativeña. Par el examen de 1º a 2º nadie podía ignorar versos aprendidos de ahí: “De las ciencias de hoy en día/bellas, cultas e importantes,/ como en las piedras diamantes,/ descuella la Geografía…Una ciencia del programa/que este alumno reclama/ por lo instructiva y lo bella./ Y repito que descuella/y es de las ciencias soporte/ y no hay nada que más me importe/en esta culta nación/que poder dar yo razón/de este gran Sativanorte”.

Para el aprendizaje de las veredas y sus características todos los niños recitábamos versos como los siguientes: Comiendo por ser vecinos,/ ya la verdura o la fruta,/ encontramos campesinos/ de El Hato y Baracuta…Si quieres clima caliente/ o buscas agua termal/debes ir directamente/ a la vereda El Datal. De la señorita Chava, otra brillante maestra-poetiza aprendimos las 15 estrofas en las que plasmó la tragedia del deslizamiento del legendario Sátiva, en 1933: “/…/Entre tanto los muertos asombrados/ al abrirse colérica la tierra,/ deajron ver sus cráneos maltratados/ y yertos cual la nieve de la sierra…De los jardines las mejores flores/sus corolas dolientes doblegaban/al ver que su fragancia y sus colores/para siempre las grietas sepultaban…”

Pero no nos enseñaban apenas aquello que los profesores ingeniaban, había lugar para personajes que deambulaban por la población viviendo de la caridad, como María Tuturuta, Domingo Muchillas y El Balaguera. De ellos aprendimos versos como: “Quisiera pero no puedo/hacer mi casa en el aire/para no servir de estorbo/y no molestar a nadie. En la puerta de un molino/me puse a considerar,/ las vueltas que ha dado el mundo/ y las que tiene que dar…calla y no llores así/que me duele la amargura/ calla mujer que la pena/ con aguardiente se cura…Mi suegra porque me quiere/ me ha regalado un rosario/ y yo con mi suegra tengo/corona, cruz y calvario…”

Lástima que no podamos seguir evocando esas rimas con las que esas inmortales maestras y maestros, sin poseer formación universitaria, incluso ni normalista, nos encantaron con sus producciones. Los versos para enseñar los meses, la ortografía y la Expedición Botánica, por ejemplo, son composiciones olvidadas hoy por el avasallador mundo del consumo y por el empuje de la alienación cultural…Antes de volver a relacionar a los profesores de 4o y 5º, liquido mi repertorio con El Soneto a la Morcilla: “En el negro platón yo te imagino/ con el cuero sutil que te reviste;/ nadie, al olerte, tentación resiste/ de morderte con hambre de canino…Sé que tu pobre padre fue un cochino/ que tus entrañas son de pura papa,/ tus dos ombligos con fique te tapan/ y que morir fritada es tu destino…Al percibir tu deliciosa aroma/un chorro de saliva al labio asoma/ que sin querer, se escurre silencioso./Cuánto no diera por comerte ahora/morcilla morenita y tentadora,/bocado de marrano silencioso”…

Casa donde pasó la segunda infancia el autor de este relato.

…El compañero de formula de nuestro maestro escritor, músico, compositor y cantautor, era un desertor de la Escuela Militar de Cadetes, músico, jugador de billar y amigo del Tiro al Pichón…su fuerte era “sacarnos la leche” mediante la milicia, las cuclillas, el trote, el balón sexto y preparar revistas gimnásticas para las efemérides patrias, para las fiestas reales y los Tedeum…Ese hombre de ojos verdes, con voz de mando y discursos elocuentes, es artificie de mi amor por la historia, la Geografía y la escritura… Los horarios en la escuela urbana eran los mismos de la rural, asunto que exigía de los muchachos del campo más tiempo para llegar a clase…el tramo a recorrer requería en promedio una hora.  Las niñas tenían su propia sede, muy cercana a la nuestra, pero  nadie podía pasar de un lado al otro, porque era castigado bañándolo con agua fría en el patio…de las veredas no había niñas en la escuela urbana.

Escuela urbana de señoritas, hoy colegio del Rosario.

…Por esa época no se hablaba de capacitación a los profesores, cada uno con lo que sabía y apoyados en sus cuadernos de apuntes y en los programas de Enseñanza primaria y secundaria, impuestos para cada grado por el MEN, publicados por la editorial Bedout. El programa en sí lo estructuraban los contenidos, los procedimientos y las actividades. Las áreas de estudio fueron: Educación Religiosa y Moral, Castellano, Matemáticas, Estudios Sociales, Ciencias Naturales, Educación Estética y Manual, Educación Física…El total de días de clase era de 198, incluyendo 36 sábados, con tres horas, los otros días los profesores laboraban 6 horas, para un total de 1080…para el curso 5 femenino, la maestra debía tomar la mitad del tiempo determinado, para enseñar Puericultura y Educación Hogareña.

Los supervisores de primaria de la SEPB visitaban a los profesores en las escuelas y en los cursos, les revisaban los libros y en cada salón examinaban, al azar, a los niños con preguntas sobre los contenidos de las materias curriculares…Había asuetos a mitad de año, en Semana Santa, a finales de noviembre, todo diciembre y  enero, el año escolar empezaba en febrero…Las aulas de la escuela urbana tenían techo de guadua, piso de madera, paredes de ladrillo, tableros grandes de madera, material didáctico, sobretodo mapas y láminas, cancha múltiple…algunas personas vendían enseres perecederos como limonada, ponche, melcochas, ariquipe, empanadas, morcilla, envueltos, jalea y roscones. En varias ocasiones, a la hora del recreo las profesoras repartían leche Klin en polvo, sobre las manos de los educandos.

José Israel González Blanco.