Chicas, chicos, madres, padres de familia y docentes.
A medida que avanzamos en nuestra escritura de cartas van apareciendo situaciones que requieren ser tenidas en cuenta. Hace unos 15 años una extinta periodista publicó, en un periódico que dejó de circular, varias cartas de jóvenes que murieron por suicidio. En el marco de la pandemia hemos escuchado que en 2019 cada 40 segundos murió una persona por suicidio en el mundo.
Como maestra me inquieta la situación de niños, niñas, adolescentes, jóvenes e incluso adultos que, ante la impotencia de transitar por encima de las adversidades de la pandemia, opten por este fatal desenlace.
Por eso, el mensaje que trae consigo esta carta va en dirección de aportarle al menos a la reflexión de sobre esa posibilidad de muerte no causada por el Covid 19 directamente sino motivada por las implicaciones emocionales y psicológicas ante pérdidas emocionales y materiales. También, llamar la atención sobre el valor de las redes de apoyo.
“Hola! Lamento haberme ido así, sin avisar, pero una cosa así no se avisa si se quiere tener éxito. Sólo escribo esto para que sepan que los amo muchisísísimo a todos =D. Tuve a la mejor y la más amorosa madre del mundo, simplemente perfecta en todo, luchadora, cariñosa, tierna, hermosa, responsable, noh… mejor dicho todas las cualidades que existen, igual que mi papá, inteligente como nadie. Creo que no hubiera podido nacer en una mejor familia. A mis hermanas y hermanos les falta aprender más a valorar a su familia.
¿Por qué? Bueno, obviamente nadie de la familia tuvo la culpa, sólo yo. Yo mismo fui el culpable de mi destino y terminé siendo una persona solitaria en un mundo donde todos necesitan de todos. Básicamente eso. Dicen que un «porque si» no es una respuesta, pero para mi esa es la más completa de todas para este caso.
No sé si aquí acabe todo, ni siquiera me es posible pensar en la nada absoluta, son cosas tan exageradas como el tamaño del Universo; o si sea algo así como un eterno retorno; o una reencarnación. ¡Pero si termino de fantasma seguramente los visitaré eh! así que no se asusten xD. OK no, pero tengo mucha curiosidad de saber qué hay del otro lado.
Solamente quería eso, decirles que no estén tristes, tomé esa decisión yo mismo, después de mucho pensarlo. Prefiero que se queden con la imagen de mí que tienen ahora y no arriesgarme a decepcionarlos.
Sólo eso, decirles que los amo profundamente, a todos y no estén tristes, es lo que yo quería. Sean felices, quiéranse mucho, dense un abrazo y un beso todos los días, pero que no se vuelva rutinario y pierda su significado, háganlo de verdad. Un «te quiero mucho» realmente es importante.
Disfruten la vida al 100 porque sinceramente lo único que sabemos es que es sólo una.
Los amos mucho. Serafín = )
Gracias, muchísimas gracias por todo. Si me voy al cielo siempre estaré cuidándolos = )
No quiero hacerle daño a nadie, sólo no hacerme daño a mí mismo.”
El contenido de la misiva abarca muchos tópicos, merecedores de profundización en la autopsia sicológica, si queremos cualificar la convivencia, prevenir suicidios y homicidios, porque no se puede perder de vista la interpretación de que el suicidio es un homicidio que no se comete contra otra persona sino contra si mismo.
El manuscrito, por ejemplo, postula una estética apreciable en su elaboración; la semántica, la sintaxis, la ortografía, el tiempo y el estilo demuestran que no es cualquier adolescente el que decide partir, que no es “un cobarde” ni “un valiente “como suele valorarse este acto ligeramente o a priori; es un chico maduro, serio, consciente del acto, considerado con su estirpe y muy filosófico.
Albert Camus inicia el ensayo Lo absurdo y el suicidio, en el Mito de Sísifo, anotando: <<No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía>> (Camus, 1999, p. 15). El suicidio “es como la depresión, una consecuencia del sufrimiento que negamos en la infancia” (Miller, 1985)
En esta corta reflexión no voy a hacer hermenéutica acerca de la carta de Serafín, sencillamente quiero plantear un par de inquietudes respecto a lo a posteriori, es decir, a la desolación que queda tanto en la familia como en el colegio, ante un acto, que como bien lo precisa Margarita Hoyos “es como una cirugía sin anestesia” Una disección que padecen los hermanos, los padres, los amigos, los compañeros de colegio, los familiares, vecinos, los profesionales de la salud y hasta los encargados del sepelio, porque duele mucho enterrar a un niño o a un joven, porque eso es como apagar una luz en la obscuridad (Bonnett, 2013).
Bonnett, P. (2013). Lo que no tiene nombre. (Alfaguara, Ed.). Bogotá Colombia.
Camus, A. (1999). El mito de Sísifo. (FCE, Ed.). México.
Miller, A. (1985). El drama del niño dotado. (Tusquets editores., Ed.). Barcelona.